El delito de lesa humanidad en un mundo lleno de miedos
Quedan muy pocos grupos humanos que uno pueda aborrecer sin perder respetabilidad. Los responsables de delitos de lesa humanidad constituyen uno de ellos.
Los inculpados de ese tipo de acciones delictivas son considerados como una causa común y producen la sensación de motivar de manera colectiva a la sociedad.
El imputado de un delito de lesa humanidad está marcado como “un blanco tangible” y es extraído por la sociedad del conglomerado de la suma de los miedos ambientales.
El incriminado, en esos términos, se convierte en un objeto humano que puede ser dominado, esposado, encerrado, neutralizado y destruido. Es diferenciado de las amenazas comunes, en su gran mayoría, que tienden a ser difusas, evasivas y hasta identificables en muchos casos.
La situación generada, en los términos referidos, permite crear una sociedad que tienda a escindir a los responsables de crímenes calificados como de lesa humanidad. A partir de ese hecho concreto los conglomerados humanos tienden a emplear el apartamiento como ruta de escape, y ese mecanismo social seguirá existiendo mientras haya quien transite o sea responsabilizado por dicho tipo de delitos.
Las penurias y sufrimientos contemporáneos están fragmentados y esparcidos como el propio disenso que ellos producen en la sociedad. Precisamente la dispersión de ese disenso, la dificultad de condensarlo y anclarlo en una causa común y de dirigirlo hacia un culpable común sólo empeora el dolor.
El mundo contemporáneo es como un recipiente mayúsculo, lleno hasta el borde de miedo y desesperación que busca una salida. La vida está más que saturada de oscuros temores y premoniciones siniestras que son más aterradoras por la difusión de sus contornos y sus raíces ocultas.
Los responsables de los delitos de lesa humanidad son sólo un componente que alimenta e incrementa nuestros temores internos más profundos. Quizás por esa razón, entre otras, cuesta tanto no angustiarnos ante su sola evocación social cada 24 de marzo a partir de 1976.