Un atentado en el corazón turístico de Estambul dejó al menos 10 muertos
Poco después de la explosión, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se dirigió a la nación a través de la televisión e informó que las pruebas apuntan que el autor del atentado «es un terrorista suicida de origen sirio» y que entre los fallecidos y heridos hay tanto ciudadanos turcos como extranjeros.
Más tarde, el viceprimer ministro turco, Numan Kurtulmus, dio más detalles a la prensa e identificó al atacante como un hombre nacido en Siria en 1988. Además, destacó que «la mayoría» de las víctimas eran extranjeros, según informó la agencia de noticias EFE.
Desde el comienzo de la guerra civil en Siria, en 2011, cerca de dos millones de refugiados han cruzado la frontera con Turquía.
Mientras en los primeros años se construyeron masivos campos de refugiados en el territorio turco, durante 2015 cientos de miles de personas, entre ellos sirios, han utilizado ese país como lugar de tránsito hacia la Unión Europea.
La explosión, no reivindicada hasta ahora por ningún grupo, se produjo poco después de las 10 de la mañana local (5 de Argentina) en el antiguo hipódromo cercano a la basílica de Santa Sofía y a la Mezquita Azul, los dos monumentos más visitados de la ciudad.
Fotografías de la prensa local mostraron varios cuerpos desmembrados tirados sobre el suelo empedrado de la explanada.
Los socorristas y la policía llegaron inmediatamente a la zona y la acordonaron, mientras numerosas ambulancias y vehículos de bomberos llegaron al lugar, que fue evacuado igual que los monumentos cercanos,
En medio de una lluvia de rumores, fuentes policiales dijeron al periódico local Hurriyet Daily News que era «altamente posible» que el grupo islamista radical Estado Islámico esté detrás del ataque.
Sin confirmar esta información, el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, convocó a una reunión de urgencia de su gobierno en Ankara para analizar la situación y la reacción del arco político nacional no se hizo esperar.
El Partido Demócrata Popular (HDP), de izquierda y pro kurdo, calificó el ataque de «masacre brutal» y envió sus condolencias a las familias de las víctimas que perdieron la vida.
Por su parte, el oficialista Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) publicó un tuit a través de su vocero Omer Celik en el que calificó el ataque como «vil» y pidió que «Dios tenga misericordia en las almas de las víctimas», tras desear una rápida recuperación a todos los heridos en la explosión.
El ataque, sin dudas, buscaba golpear al turismo.
La mezquita y los monumentos cercanos, como Santa Sofía y el palacio de Topkapi, forman el principal complejo turístico de Estambul, ciudad que recibe al año casi 10 millones de viajeros.
Por eso, varios medios locales e internacionales coincidieron que al menos seis ciudadanos alemanes, uno noruego y uno peruano resultaron heridos en la explosión.
La Cancillería noruega confirmó que al menos uno de sus ciudadanos resultó herido en la explosión y que se encuentra estable en un hospital local.
Con el pasar de las horas, la información se conocía a cuentagotas.
Una hora después de la explosión, el gobierno turco prohibió a los medios de comunicación distribuir videos o fotos relacionados con el atentado.
El viceprimer ministro, Numan Kurtulmus, envió una orden al Consejo de Radiotelevisión imponiendo el veto temporal aludiendo razones de seguridad nacional y orden público.
«Se considera apropiado la imposición de la prohibición temporal de difusión sobre el incidente», informó la orden sobre la explosión producida en Sultanahmet.
Turquía vive en un virtual estado de alerta desde el doble atentado suicida que causó 103 muertos el 10 de octubre en la estación de trenes de Ankara que las autoridades atribuyeron al EI.
El 6 de enero de 2015, hace poco más de un año, una mujer se inmoló en las puertas de la comisaría de la Policía Turística en Sultanahmet, hiriendo de gravedad a dos agentes, una de las cuales falleció posteriormente. La autora del atentado fue identificada como Diana Ramazova, ciudadana rusa procedente de la región caucásica de Daguestá y que se cree que mantenía lazos con Al Qaeda y con el EI.
El 5 de junio, una bomba acabó con la vida de cuatro personas en un mitin del partido prokurdo HDP en Diyarbakir; un mes y medio más tarde, el 20 de julio, un suicida activó su cinturón con explosivos en un acto izquierdista a favor de los kurdos de Siria en la localidad sudoriental de Suruç matando a 33 personas y, el 10 de octubre, dos presuntos militantes del Estado Islámico se inmolaron en una marcha por la paz en la capital turca, Ankara, segando la vida a más de un centenar de personas.
El presidente de la Asociación de Turismo de Sultanahmet indicó al diario Hurriyet que el probable ataque «es un gran golpe al turismo de toda la región».
«Hay 7.000 hoteles en esta zona. Los turistas ahora quieren irse. Ya están buscando billetes (para regresar a sus países). Con esta explosión, el año 2016 ha terminado para nosotros».
(Télam)