Final feliz para una infeliz persecución
Todo terminó. Si el restante Lanatta y su compinche Schilacci volvían a desaparecer, hubiera sido letal para los gobiernos federal y provincial. Nadie podía escapar de esa trampa natural que genera la creciente, sea por el inundado albardón costero hacia el Este de la ruta 1; ó el desborde del Saladillo que anegó campos y, sobretodo, caminos rurales.
Naturalmente que sobrevuelan muchísimas sospechas – algunas generadas por fértiles imaginaciones novelescas- sobre el “operativo conjunto” (que nunca fue tal) entre fuerzas de seguridad nacional y provincial desde el mismo momento en que comenzó el raid en San Carlos. Informantes en off se encargarán de ir develándolas en algunos casos; y en otros quizás la filtración de expedientes judiciales.
No esperemos nada oficial. Santa Fe y Nación (Pullaro y Bullrich) hicieron en Helvecia, tras el bochorno del sábado en Cayastá, un pacto de no agresión y gentil uso de los modos y formas “políticamente correctos”. Quedo demasiado evidente en la multitudinaria conferencia de prensa de Helvecia donde todos los funcionarios se prodigaron elogios, agradecimientos mutuos y loas a sus propios subordinados.
Maximiliano Pullaro dio por cerrado el patético suceso del sábado con el anuncio nacional de tres arrestos (que operadores el macrismo trataron de imputarle al propio Ministro santafesino) cuando era uno solo, en virtud de que la semana que viene, tal como estaba programado, la Ministra Patricia Bullrich vendrá a Santa Fe a firmar protocolos de trabajo conjunto para continuar la lucha contra el “crimen organizado” (llámese narcotráfico), tarea en la que se comprometieron aún antes de jurar los dos como Ministros. Bullrich investigará quien de los suyos le dio “pescado podrido” el sábado, que hizo volver raudamente a su casa a la Gobernadora Vidal desde el aeropuerto de Sauce Viejo, no sin antes propinar algunos insultos al aire impropios de una dama.
Colegas bien informados y con certeras fuentes en la policía, seguramente irán reordenando los sucesos desde el jueves 7 en San Carlos hasta este lunes 11 en Helvecia, donde las “descoordinaciones” estuvieron a la orden del día. Pasando por el insólito ingeniero agrónomo que fuera secuestrado por los tres fugitivos el jueves en un camino en San Carlos y llevado a su Departamento (¿dónde también estaba la novia?) en esta capital donde lo mantuvieron en cautiverio durante cruciales 48 horas en que todo el mundo los buscaba en el centro del Departamento Las Colonias. ¿Es verdad que en su departamento el ingeniero agrónomo Juan Ignacio Reynoso vio que los delincuentes portaban un bolso con dinero y otro con un ploteo de Gendarmería con el que camuflaron su propia camioneta Amarok con la que huyeron hacia la costa?. ¿Y que la novia se cruzó a la farmacia que está en la esquina de la vivienda para comprar un tensiómetro, debido a que Martín Lanatta es híper tenso?.
Y el sospechoso tiroteo en los caminos de San Carlos entre los ocupantes de la berlingo blanca, propiedad de Gendarmería (que se presumía manejaban los prófugos) con uniformados que iban en una camioneta de Gendarmería (¿se desconocieron los propios uniformados federales que manejaban ambos vehículos oficiales?).
Bullrich señaló que por orden del Juez Federal interviniente solo Gendarmería estaba autorizada a buscar el jueves en San Carlos a los prófugos, y que por eso no solo la policía de Santa Fe, “sino las otras fuerzas federales”, señaló, no estaban anoticiadas. Hasta ahí correcto; pero una vez fracasado infantilmente el intento (los buscaron solo cinco gendarmes y a mil metros del objetivo, cuando una vez detenidos en Cayastá y Helvecia prácticamente un ejército los custodió hacia los helicópteros), ¿por qué no se avisó a la policía santafesina para que organice de inmediato el operativo cerrojo?. Dos horas tardaron en dicho cometido; el tiempo necesario y suficiente para que el ingeniero agrónomo secuestrado los traiga a su departamento de esta capital sin que nadie los detenga por el camino.
Los Lanatta y Schilacci tuvieron mucha suerte. Hasta que se les terminó. Huyeron del allanamiento en San Carlos. Estuvieron dos días en esta capital (dicen que uno de ellos hasta se dio el lujo de pasear en una bicicleta del ingeniero agrónomo por la ciudad); partieron el viernes a la madrugada rumbo a costa justo en el momento en que la policía santafesina y las fuerzas nacionales se entretenían en la localidad de Recreo con un sangriento ajuste de cuentas entre bolivianos.
Pero el desconocimiento de la zona los traicionó. Tomaron raudamente por caminos rurales que no conocían y volcaron; secuestraron otra camioneta y se empantanaron. Y fortuitamente en los dos casos (el de Martín Lanatta primero y los dos restantes después) la policía santafesino, no el sobreactuado enjambre federal, los atrapó. Sin disparar un solo tiro.