El saldo más negativo para Rosario: 223 homicidios en 2015
En lo que va de este 2015 se registraron 223 homicidios en Rosario, apenas 25 menos que en 2014, donde la cifra ascendió a 248 muertes violentas.
Se consideran homicidios todos aquellos casos en los que una persona causa la muerte a otra haciendo un uso intencional de la violencia. No es necesario que el sujeto activo haya querido producir ese resultado. Por lo tanto, se tienen en cuenta los homicidios considerados “preterintencionales” e inclusive algunos que pueden ser calificados judicialmente como “culposos”, siempre que exista voluntad de utilizar la fuerza física y el resultado de esa utilización sea el fallecimiento de otra persona.
Los datos se desprenden del IV informe del Ministerio Público de la Acusación que investiga la mayoría de los casos, excepto en los que interviene la Justicia de Menores o la justicia Federal. A casi dos años de la puesta en marcha del nuevo sistema de persecución penal en la provincia de Santa Fe, se han desplegado numerosas acciones tendientes a fortalecer la organización interna y las relaciones con diversos organismos institucionales con la finalidad de afianzar la labor del Ministerio Público de la Acusación, aunque la tarea no es de prevención porque este organismo llega una vez consumado el hecho, los aportes para la resolución y esclarecimiento van en progreso.
Como el sistema penal actúa una vez producido el delito, las tareas de prevención recaen sobre la Policía de la provincia de Santa Fe, muy cuestionada en los últimos tiempos y acusada de dejar zonas liberadas para cometer delitos, que en muchos casos terminan con la muerte de personas inocentes, en algunos casos en ocasión de robo.
Del total de homicidios registrados a lo largo del año, en un porcentaje cercano al sesenta por ciento los autores fueron individualizados y en el resto de los asesinatos no se pudo identificar al o los autores. Esto se debe, en algunos casos, al corto tiempo que lleva la investigación, pero la proyección indica que el número puede ascender.
Si bien estas cifras indican que la individualización de autores de homicidios viene en aumento, comparada con años anteriores, y se debe a la cantidad de recursos asignados a la Unidad de Homicidios, la demanda que genera la gran cantidad de muertes violentas supera ampliamente los recursos, tanto humanos como tecnológicos para la investigación de este tipo de delitos, lo cual dificulta en muchos casos el pronto esclarecimiento.
Del total de homicidios ocurridos en la ciudad de Rosario, se desprenden distintos datos que aportan a identificar distintos elementos que se repiten año a año en este tipo de delitos.
De las 223 víctimas fatales que se contabilizaron hasta el momento, la mayoría están relacionadas a ajustes de cuentas, conflictos interpersonales o intrafamiliares y en menor medida las muertes ocurren en ocasión de robo, aunque no se descartan los casos de violencia institucional, comúnmente conocidos como “gatillo fácil”, que en 2015 se registraron al menos 15 casos.
Sin lugar a dudas hubo varios casos que captaron la atención de la opinión pública y se convirtieron en motivo de múltiples marchas para pedir Justicia frente a los Tribunales provinciales, donde se sumaron familiares y amigos de otras víctimas. Este 2015 estuvo atravesado por casos emblemáticos que movilizaron a la sociedad y puso en jaque a la Justicia, como el asesinato de Sandro Procopio, la desaparición y posterior muerte de Gerardo Escobar y el doble crimen de los hermanos Ponisio, sólo para mencionar los más complejos en su investigación.
Pero no fueron los únicos porque el año 2015 se cobró una víctima inocente a pocos días de comenzar. El 4 de enero Jonathan Herrera, de 23 años, estaba en la puerta de su casa de Ayacucho y pasaje Villar, en la zona sur de Rosario, cuando un grupo de policías lo confundió con un ladrón y le disparó en la cabeza, provocándole la muerte en el acto. Por ese crimen cuatro policías de la Patrulla de Acción Táctica fueron detenidos, procesados y sometidos a juicio. Los cuatro agentes, en el momento del hecho, tenían entre 20 y 22 años y eran agentes recién recibidos que se incorporaban a la nueva policía lanzada por el gobierno provincial.
El viernes 14 de agosto se produjo otro caso que puso en vilo a la sociedad. La crónica policial daba cuenta de la desaparición de Gerardo Escobar, un joven de 23 años que tras salir del boliche La Tienda, ubicado en Tucumán al 1100, nada más se supo de él. Sus familiares aseguraron que esa mañana debía presentarse a trabajar pero no había vuelto a su casa. Comportamiento que jamás había tenido porque era muy responsable. Así se inició un expediente judicial donde se activaron los protocolos de búsqueda pero sin resultados positivos. Luego de una intensa búsqueda por parte de familiares y amigos de “Pichón” como lo llamaban sus allegados, y con pocas respuestas de la Justicia, el cuerpo de Gerardo apareció flotando en las aguas del río Paraná, siete días después. Como consecuencia de la investigación, dos policías y tres patovicas del boliche se encuentran cumpliendo prisión preventiva sin plazo hasta el momento del juicio. Fecha que aún no fue establecida debido a que todavía no se determinó si se trata de un homicidio o una desaparición forzada de personas con participación policial, por lo tanto está en discusión si la causa debe continuar en la Justicia provincial o debe ser derivada al fuero Federal.
Otro hecho que conmocionó a la sociedad fue el asesinato del arquitecto Sandro Procopio, ocurrido el 24 de agosto en Cerrito al 3600 donde tres delincuentes lo abordaron cuando se dirigía a una obra en construcción a su cargo y ante la resistencia de la víctima le dispararon en el abdomen provocándole una hemorragia interna que le causó la muerte a los pocos minutos. Los autores del asesinato fueron detenidos, luego de una ardua investigación. Le robaron el celular y una billetera. La investigación no pudo dar con los autores hasta que un cruce de información con otra causa determinó que se trataba de las mismas personas. Los autores del crimen de Procopio fueron detenidos un mes después de la muerte del arquitecto pero por un robo a un minimercado de Funes. Las características de los delincuentes que abordaron a Procopio coincidían con las de Funes y fue allí donde se les imputó el homicidio calificado del arquitecto.
El 16 de octubre otro hecho conmovió a la ciudad. Por las características y por tratarse de dos hermanos pertenecientes a una familia acomodada de la zona sur de la ciudad. En las primeras horas del día una mujer regresó a su casa luego de realizar su rutina en el gimnasio y al abrir la puerta de su casa se encontró con su peor pesadilla. Sus hijos Agustina y Javier Ponisio yacían sin vida en el interior de la vivienda y con varios disparos de arma de fuego. Ningún ingreso había sido forzado, los vecinos no habían escuchado nada fuera de lo habitual y la escasa información en las primeras horas hacía que las especulaciones corrieran como reguero de pólvora. Desde un crimen por violencia de género, luego se especuló con un robo con modalidad entradera y hasta el chofer de un colectivo del transporte urbano fue apuntado como el posible autor del doble asesinato. Las dudas tardaron en disiparse debido al total hermetismo en el que se mantuvo la investigación. Poco después, la Justicia, tras una extensa y ardua investigación logró dar con el autor gracias a las imágenes de una cámara de seguridad que familiares de las víctimas pudieron reconocer y aportar los datos del asesino que ya se encontraba en otra provincia, acusado de otros crímenes con similares características.
Otros asesinatos que resonaron fuertemente en este 2015
Daniel Bracacini, un colectivero que iba en moto a su trabajo por avenida Circunvalación y 27 de febrero fue abordado por un delincuente que le disparó en la cabeza para robarle el rodado. El autor fue detenido y se encuentra a la espera del juicio.
Mauricio Brandán fue otra víctima de la inseguridad. Un comerciante de zona oeste que a pocos minutos de cerrar su negocio fue abordado por delincuentes que le dispararon para robarle dinero.
Roberto Arrieta intentó evadir un control policial en San Lorenzo el día de su cumpleaños número 22, cuando se dirigía con su novia en moto a comprar más comida para continuar con el festejo. Un control de rutina lo detuvo porque no llevaba casco, mantuvo una discusión con los efectivos y luego en la seccional un uniformado le disparó.
Así, transcurrió este 2015 en materia de delitos contra la vida de las personas. Sin duda, a las autoridades les queda mucho por hacer respecto a la seguridad y prevención de delitos, aunque en su mayoría de las muertes se producen entre personas conocidas y por distintas diferencias, aunque en menor número ocurren en ocasión de robo, las tareas de prevención deben existir en todas las zonas de la ciudad para evitar todo tipo de delitos con mayor presencia de efectivos en toda la ciudad.
(Conclusión)