Una historia horrible
Recientemente una decena de casos de peste negra resurgió de la noche de los tiempos.
Una enfermedad que se consideraba extinguida y que fue estimada como una especie de SIDA que asoló el mundo medieval y que se llevó de la faz de la tierra un tercio de la población del orbe – 50 millones de almas-, volvió a ser transmitida por los roedores con su potencial devastación.
El hombre evitaba al hombre, el hermano se alejaba y los esposos entre sí hacían lo propio. Incluso en la población europea del Siglo XV los padres dejaban a su suerte a sus hijos infectados y una insondable aflicción hizo pensar en un mundo sin posteridad ante el peor flagelo que la humanidad soportó hasta el punto que desaparecieron comunidades enteras de las que desaparecieron los lazos sociales e incluso llegó a obligar a los feudales a suspender sus hostilidades.
Para colmo la pandemia se daba en tiempos en que las guerras entre naciones y feudos sometían a varios países a las depredaciones inconmensurables de los ejércitos mercenarios que no se preocupaban en distinguir al amigo del enemigo a la hora de decidir el saqueo de poblaciones enteras.
Para colmo los caminos eran asolados por bandidos y las luchas religiosas agregaban fanatismo a los conflictos terribles que se manifestaban.
A ello se sumaba que apenas se manifestaba el mal, las casas afectadas eran cerradas, incluso con los habitantes sanos en su interior y se colocaban en los campanarios de las aldeas apestadas banderas negras, ya que la ciencia médica, por ese tiempo, carecía de recursos para combatir el mal.
La Universidad de París sólo atinó a sostener, como posible origen del mal, a una conjunción astral que había infectado el aire. Otros atribuyeron la malignidad mortal de la enfermedad al diablo y no faltaron aquellos que expresaron su posición, echándole la culpa a un castigo divino por los pecados en los que incurría el hombre, afecto a la violencia, la usura, la corrupción y la lujuria que abundaban según los testimonios de la época.
Los historiadores, en setiembre de 1348 señalaban que el Papa Clemente VI – el que alentó esfuerzos de los médicos para hallar los motivos que desencadenaron la enfermedad-, aludió en una de sus bulas “a la peste con que el Señor aflige al pueblo cristiano”.
Reacciones despiadadas
Las reacciones de la población fueron despiadadas e irracionales, ya que luego de desbordar a las autoridades y al propio Papa, se inició la persecución religiosa, fundamentalmente a las poblaciones judías, a las que se las acusaba de “envenenar los pozos de agua” y generaron masacres inconmensurables y absurdas, mientras que otros se auto flagelaban arrepentidos al punto tal que los funcionarios de las poblaciones afectadas comenzaron a preocuparse al multiplicarse los casos que derivaron en desordenados ataques a las iglesias, motivo por el cual serán reprimidos sin contemplaciones.
Los habitantes de las poblaciones, a sabiendas que iban a morir, optaron por hacerlo en el marco del desenfreno total, al que muchos tomaron como opción como cualquier otro para vivir los últimos días de su existencia en la faz de la Tierra.
Para colmo, el mal no perdonaba a los buenos y la iglesia no conseguía determinar el propósito “del castigo divino”
La Edad Contemporánea, a través de la biología logró identificar al real responsable de la pandemia: el microorganismo “pastúrella pestis” transportado por las pulgas de las ratas y por las mismas ratas en su sangre, así como por las moscas.
El Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) reportó 12 casos en humanos en seis estados de Estados Unidos desde el mes de abril, cuatro de los cuales fallecieron, entre ellos un atleta de 16 años.
La doctora Lilián Testón, médica infectóloga y coordinadora de un grupo de epidemiología, así como consultora en Control de Infecciones y Epidemiología del Hospital Interzonal de Ezeiza, subrayó: “La transmisión interhumana es extremadamente rara. Estamos frente a un brote que comenzó con la muerte de 80 perros en el este de Estados Unidos en una colonia de Utah. Los investigadores comprobaron que los perros se encontraban vagando cerca de las viviendas de alguno de los afectados».
La cifra habitual para Estados Unidos es entre 1 y 17 casos anuales desde el año 2000. Las muertes no son comunes y la enfermedad resurgió en los últimos 2 años luego de no presentarse casos por durante 15 años, con cifras preocupantes.
Once de los pacientes fueron infectados con la bacteria luego de visitar el Parque nacional Yosemite ubicado en California. Otros estados afectados fueron: Arizona, Colorado, Georgia, New México, Utah y Oregón.
Las cuatro muertes resultantes por la enfermedad es una cifra más alta que en cualquier otro año de este siglo.
Vale aclarar que los humanos son sólo huéspedes accidentales de la peste que fue introducida en Estados Unidos por barcos infestados de ratas que llegaron de Europa alrededor de 1900.