«O construimos nuestra propia historia o nos comen vivos» [1]
La Agencia de Vigilancia Electrónica británica –según afirmaciones del analista especializado en inteligencia electrónica Edward Snowden- puede controlar por completo los smartphones.
El ex agente señaló que “los servicios de espionaje ingleses están en condiciones de manipular celulares, escuchar conversaciones e incluso sacar fotos de manera remota”.
Además pueden “rescatar datos archivados o utilizarlos para establecer la posición del portador. El mecanismo de espionaje puede encender el celular y apagarlo sin que el dueño lo advierta o grabar conversaciones que se realicen en torno al mismo, siendo conocido el sistema entre los espías con el nombre de “Pitufo sabueso”, a la vez que funciona como geolocalizador”, expuso luego.
Ya el año pasado, según documentos filtrados por el propio Snowden, la NSA examina mediante supercomputadoras que tienen cargadas determinadas “palabras”, 194 millones de SMS por día, con lo que obtiene la ubicación de decenas de miles de personas, sus contactos y hasta sus números de tarjetas de crédito. [2]
También puede llegar a obtener datos de transacciones financieras que se consideran “blancos terroristas extranjeros”.
A nadie se le escapa que todos los gobiernos necesitan hacer inteligencia externa aunque tienen controles parlamentarios y se desempeñan luego de obtener órdenes judiciales –al menos en países desarrollados-, ya que en otros, como el nuestro, al menos hasta noviembre del 2014, la bicameral argentina, a nueve años de su creación, nunca contestó un pedido de la oposición.
El impacto tecnológico y electrónico impactó de lleno en el mundillo del espionaje y, en ese sentido, el ex hombre clave del gabinete del ex presidente Carter, en el Consejo de Seguridad Zbgniew Brzezinski, de origen polaco, fue el primer adelantado al hablar del futuro de las actividades clandestinas utilizando una derivación de la era post industrial: La sociedad tecnotrónica, fundamentalmente en el área comunicacional.
Otros especialistas luego comenzaron a hablar de “interacciones que a través de la multiplicación de medios bioquímicos comenzaron a profundizar el control humano”.
Así Norbert Wiener [3] se sumergió en estudios bélicos del siglo XV y surgió ante la opinión pública para subrayar que “el equivalente de la brújula es el salto al espacio que exige una acelerada capacidad de cálculo que no está aún al alcance del cerebro humano. El equivalente de otro elemento: la pólvora es la física nuclear y el de la imprenta es la televisión, junto con las comunicaciones instantáneas de largo alcance” y es aquí donde nos vemos en la obligación de hacer mención de Snowden, quien puso blanco sobre el negro de las acciones de espionaje comunicacional clandestino.
Snowden abre la mirilla a una sociedad configurada en lo cultural, lo psicológico, lo social e incluso lo económico por la influencia de la tecnología en el área de las computadoras y las comunicaciones.
El espía sabía que sus secretos, al ser conocidos, rebasarían casi todos los aspectos de la vida e implicarían una creciente capacidad para incrementar el poder bélico.
Incluso generarían predicciones apocalípticas tras la producción de cambios sociales, producto de la agitación humana que desencadena malestar económico y crisis de confianza en gobernantes que pretenden, para cumplir sus objetivos, el control del individuo.
Desde las filtraciones de Wikileaks (diciembre de 2010) y de Snowden (junio de 2013), EE.UU persigue judicialmente a quienes filtren información sensible que puede afectar la seguridad nacional, aunque llegado al extremo de notar convulsión pública por excesiva falta de información, estaría utilizando un programa de entrega de información clasificada a los medios para reducir a su mínima expresión cualquier convulsión política interna o internacional que perjudique sus intereses o el de sus aliados en el orbe.
[1] Afirmación de un agente de la CIA al presidente Obama tras el operativo de captura y muerte de Bin Laden.
[2] El programa se denomina Dishfire, según la agencia de espionaje inglesa (GCHQ).
[3] Matemático estadounidense conocido como el fundador de la cibernética. Acuñó el término en su libro Cibernética o el Control Comunicacional en Animales y Máquinas. 1948