En el futuro seremos los invasores extraterrestres (I)
En 1634 Johannes Kepler, luego de varias intentonas con editoriales, logró que admitieran publicarle “Somniun”, obra literaria que en el tiempo sería considerada la primera novela de ciencia ficción.
Julio Verne hizo lo propio en el tiempo con “De la Tierra a la Luna”, trabajo en el que se relataba como un grupo de individuos viajaba al satélite de nuestro planeta utilizando para lograr su cometido, el disparo de un cañón.
En Francia Georges Mellies, apoyándose en la novela de Verne generó literariamente en 1902 “Les Voyage Dans la Lune”, una de las primeras películas de ficción científica.
En 1898, mediante el filme “La guerra de los mundos” y “The first men in the moon”, en 1901, se comenzó a hablar masivamente de la posibilidad de que fueran reales las primeras civilizaciones extraterrestres.
A todo esto los científicos de la Tierra, interesados en el Universo pudieron establecer que en su inicio la entropía era calma y se lanzaron a la carrera para descubrir sus secretos más recónditos y ocultos.
Misteriosas palomas
La nave Apolo 10, en mayo de 1969, alunizaba. En el trabajo previo al descenso se habría llevado a cabo una filmación en la que los astronautas dijeron ver aves parecidas a palomas, pero luego las maniobras de alunizaje ocuparon su atención y el tema desapareció de los medios. Luego las misteriosas “palomas” se transformaron en “basura espacial”.
Con el tiempo se reportaron otras 6 “palomas” en 8 misiones, aunque, vale decirlo, la cuestión se cerró definitivamente en la NASA, sin que se llegara a nada concreto.
Las misiones Viking
Las misiones Viking –vikingo, en idioma eslavo- 1 y 2 estuvieron conformadas por dos naves gemelas que tenían un destino preciso: Marte.
La Viking 1 fue lanzada el 20 de agosto de 1975 y amartizó el 19 de junio de 1976. Portaba una solución nutriente para alimentar microorganismos que les permitía emitir señales radioactivas. Las versiones, nunca confirmadas, hacían mención a que se había prohibido afirmar a los astronautas si se había descubierto vida o no.
Por su parte, La viking 2 partió el 9 de setiembre del mismo año y entró en la órbita marciana el 7 de de 1976. Ambas naves llevaron en su seno naves-hijas: Las Landers.
Esas naves fueron las que tomaron imágenes y muestras del suelo para buscar vida marciana y sus estudios permitieron clasificar a los meteoritos hallados en la Tierra como de origen marciano.
Uno de ellos fue el denominado ALH 84001 caído en nuestro planeta hace decenas de miles de años y que fuera encontrado en 1984. Luego de diversos estudios causó sensación en el 2001, ya que presentaba, -según los astrobiólogos-, indicios de vida bacteriana fosilizada, en forma de estructuras minerales. Posteriormente esa teoría fue rechazada.
A todo esto, ya el 24 de noviembre de 1991, Estados Unidos había lanzado un satélite espía, oportunidad en la que se efectuó un análisis de imágenes que luego se relacionaron con elementos que, presuntamente, se habrían desprendido de alguna nave espacial, aunque la NASA, curiosamente, no confirmó ni desmintió la especie.
Mars Pathfinder
Con el tiempo dicha misión reemplazó a las Viking, resultando ser una de las sondas más importantes de la historia de la exploración espacial, siendo lanzada el 4 de diciembre de 1996.
El lector recordará que poseía un robot llamado Sojourner Rover, con el que se efectuaron observaciones de la superficie marciana y al que se le ordenó recoger muestras, así como realizar análisis de suelos, siendo recibidas sus imágenes hasta setiembre 1997, cuando las transmisiones se interrumpieron por algún problema no identificado.
Mars Global Surveyor
Era la misma una nave de la NASA, lanzada el 7 de noviembre de 1996, con la que EEUU llegó a la órbita de Marte el 12 de setiembre de 1997, aunque su misión fundamental se inició recién en marzo de 1999 y culminó en enero de 2001.
Una nueva misión, extendida comenzó en febrero de 2001 y finalizó en diciembre de 2006. La NASA también llevó dos vehículos robóticos de control remoto: el Opportunity y el Spirit, con los que se obtuvieron valiosas informaciones de neto corte científico-biológico.
En el transcurso del 2004, la nave Casini fue enviada a Saturno y del resultado de las investigaciones, pudo determinarse que en su satélite Titán hay montañas, ríos y lagos como en la Tierra de tiempos prehistóricos, a lo que se suma la existencia de metano y helio.
Los especialistas tienen claro que en Titán ningún organismo de la Tierra sobreviviría. Allí el ritmo de la vida es muy lento y como en todos los lugares donde la temperatura es muy baja, la vida se reproduce lentamente.
Dos años más tarde -2006- inició su actividad la Estación Internacional.
En el 2009 la sonda Kepler revolucionó la investigación espacial y ya lleva identificados más de mil cuerpos celestes. Sus datos han permitido a investigadores de la Universidad Nacional de Australia inferir la existencia de millones de planetas similares a la Tierra.
Gas metano
El 20 de diciembre de 2014, un año después que el robot Curiosity de la NASA no hallara gas metano, los científicos anunciaron lo contrario a través de The New York Times y en agosto de 2012, utilizando un laboratorio sofisticado registró estallidos de gas metano durante un lapso de 2 meses y ello dio inicio a la teoría de que las explosiones estaban conteniendo desechos de ciertos microbios vivos.
Por ese entonces se confirmó la presencia de moléculas orgánicas de carbono en una muestra de rocas, lo que podría estar indicando que Marte tenía los ingredientes requeridos para producir vida en gran escala.
Los científicos calcularon que la luz solar y las reacciones químicas en la atmósfera marciana descomponían las moléculas en cuestión, las que tenían cientos de años de vida, así que cualquier gas que se encuentre allí en la actualidad debería ser metano creado recientemente o podría tratarse de un proyecto de vida microbiana que se conoce como metanógenos que liberan metano como desecho. [1]
Los expertos detectaron un nivel preexistente de metano de 0,7 partes por mil millones, esto es la mitad de lo pronosticado, planteando esta circunstancia otro misterio, pues estaría indicando que el metano está siendo destruido.
En noviembre de 2013 el vehículo explorador midió niveles de metano 10 veces más altos, manteniéndose el valor hasta fines de enero de 2014, siendo alta también la medición en julio de 2013. Entre julio y noviembre de 2013 no se realizaron mediciones.
La Mars Express, una sonda enviada por una agencia espacial de Europa había detectado metano, lo que sugiere que en Marte algo generaba metano y otro elemento lo destruía luego.
El Curiosity detectó también en Marte cantidades importantes de cloro benceno, -una molécula orgánica-, en grandes concentraciones.
“Curiosity, precisamente, fue creado para hallar sustancias orgánicas y las encontró en Marte”, subrayó el científico al mando de la misión Jhon Grotzinger.
El especialista destacó a agencias internacionales que hace 4 mil millones de años, en el suelo marciano hubo vapor de agua; los ríos formaron valles y el clima era cálido y húmedo.
Los conductores de las investigaciones que se llevan adelante en suelo marciano entienden que hubo, hay y habrá enormes volcanes, algunos de los cuáles están asentados en fuentes de lava. El volcán más importante tiene un diámetro de 550 kilómetros de diámetro y es –hasta el momento- el más alto del sistema solar que habitamos.
Hubo erosión por agua y hay evidencias profundas en ese sentido. Se estima que en Marte hay una región generada cuándo en nuestro planeta culminaba la última Era del Hielo.
La erosión en Marte actúa con mayor fuerza que la que lo hace, por ejemplo, en las cataratas del Niágara, en nuestro planeta. Por otra parte, se estima que el agua estaría atrapada bajo tierra, a alta presión y si la misma venciera la superficie se vería inundada, a nivel planetario, hasta 1 kilómetro de espesor.
El agua haría, entonces, inestable al planeta. Actualmente el agua existente está en estado sólido, mientras un manto de gas invernadero mantiene caliente a Marte, gracias al dióxido de carbono.
El agua de lluvia toma el dióxido de carbono de la atmósfera y luego lo atrapan las rocas marcianas que actúan como depósito del líquido elemento.
Acoplamiento
En momentos en que en el espacio se logró el primer acoplamiento ruso-norteamericano, los astronautas avistaron una nave, con forma de X, no identificada, que a los pocos instantes desapareció de su campo visual.
El Huble, en sus investigaciones, verificó el paso de una nave en el espacio, a una velocidad 15 veces más rápida que la del sonido, esto es a 17.700 kilómetros por hora.
Al ser interrogados, en todos los casos los astronautas afirmaron, sin dudarlo, que lo visto navegaba a una velocidad imposible de igualar en la Tierra.
¿Qué nos impele a invadir el cosmos?
Para aquellos que no han tomado debida cuenta de los avances científicos que tienen como objetivo la conquista espacial, es vital recordar que ya atraviesan el universo 16 sondas que cumplen misiones que partieron desde un lugar de la Tierra, con el objetivo de hallar otro planeta antes que el nuestro se torne inhabitable.
En la sede del proyecto SETI –Instituto de Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre- su director y la totalidad de los científicos que le responden la tienen muy clara: “si lo extraterrestres quisieran apoderarse de nuestro planeta ya lo habrían hecho”.
Marcelo Belluci, en uno de sus trabajos periodísticos puntualizó que “los envíos de naves al espacio no hacen más que reforzar la presunción de que, en realidad, los humanos estamos siendo los invasores del cosmos”.
El físico inglés Stephen Hawking ha dejado trascender su opinión calificada en la que señala que “nuestro planeta es un mundo viejo, amenazado por el creciente número de habitantes y la limitación de sus recursos. Debemos trazar un plan B”.
La supervivencia de la humanidad terrícola depende de tomar, en el futuro, la determinación de abandonar nuestro planeta, ya que está demostrado que, en algún momento, sufriremos el impacto de un asteroide devastador y el clima de la Tierra cambiará hasta el límite de convertirse en un lugar inhabitable”, según el astronauta John Grunsfeld, director científico de la NASA.
Alejandro Miguel San Martín, el ingeniero argentino del Laboratorio de Propulsión de la NASA. Ha opinado que “se sabe que la Tierra tiene atributos similares a Marte, entre las que pueden mencionarse las fuentes de energía y el agua”.
Cameron Smith, antropólogo de la Universidad Estatal de Portland, en Oregón, según el trabajo de Belluci, indicó que “los colonizadores terrestres deberán enfrentarse a casi inconmensurables desafíos, entre los que vale mencionar, las dificultades de radicación, la falta de comida y la radiación”.
En la formación de una colonia estelar, “Las necesidades deberán ser soportadas por aproximadamente 40.000 pobladores, de los cuáles 23.000 deberían ser mujeres en edad reproductiva”, señaló Smith, quien con su cálculo garantiza diversidad genética y demográfica, a pesar de una endogamia creciente en el tiempo, tras sobrevivir al viaje de 225 millones de kilómetros que lo separan de la Tierra a Marte, tras seis meses de viaje interestelar.
Ser invasor no es pavada
El terráqueo invasor deberá afrontar cuestiones derivadas de problemas de salud, ingravidez y bajas temperaturas. Los astronautas necesitarán del oxígeno para sobrevivir ya que el 0,14 por ciento que contiene el aire marciano no llega a cubrir el 19,5 por ciento necesario.
Los especialistas acuerdan que si invadimos deberemos aumentar la presión atmosférica –lo que equivale a engrosar y hacer más densa la atmósfera para que el oxígeno llegue a nuestros pulmones. La alternativa es trasformar artificialmente Marte, lo que es muy complejo llevar adelante, según surge de un estudio de la NASA realizado en 1976.
No son pocos los científicos de la NASA que piensan que “necesitaríamos tres planetas para sostener con vida a la raza humana. Lo dijo Dennis Bushel, director científico del Centro de Investigación Langley de la NASA en una entrevista con la revista ‘Motherboard’”. [3]
El ecosistema está fallando
RT/NASA
«Básicamente hay demasiada gente. Los humanos han tenido demasiado éxito como animales. Las personas dicen que ahora les falta una superficie equivalente al 40% o 50% del planeta. Ahora que miles de millones de personas de Asia adoptan nuestro sistema de vida vamos a necesitar tres planetas más», añadió.
El científico en su momento desacreditó el lanzamiento del proyecto Estado del Futuro, de Millennium Project, un grupo de expertos internacional que anualmente analiza los retos globales y sus posibles soluciones.
«Si la NASA opta por la terraformación marciana, el proceso durará 120 años, y estamos hablando de un solo planeta. Al cabo de poco tiempo necesitaríamos más» dijo Bushnell.
En cualquier caso, Bushnell no sugería que sea necesario salir de la Tierra, sino que insinuó que “tenemos que dejar de consumir tanto mediante la aplicación de una solución: la agricultura con agua salada utilizando los halófitos, un tipo de plantas que crece en agua salada y que podría servir, además, para generar biocombustibles a partir de vegetales que viven en océanos. Ello resolvería la mayor parte de los problemas y sobre ello ya hay estudios en la India, Pakistán, Laos y Argelia”. El combustible que se obtenga costaría 50 dólares el barril”, concluyó el director científico del Centro de Investigación Langley.
[1] El estudio fue publicado en la revista Science y representan un giro de 180º sobre lo que se conocía hasta hace un año atrás.
[3] Diario Clarín 21/03/14