¿Se eliminarán los areneros de la ciudad?
Polémica. El edil y veterinario Carlos Cossia presentó el proyecto. Considera que la arena es foco de transmisión de enfermedades a niños.
“No quiero que haya un niño que pierda la vista y que nosotros no hayamos hecho nada para evitarlo”. Así se expresó el concejal y reconocido veterinario Carlos Cossia en relación con el proyecto de su autoría que esta semana recibió despacho favorable en la comisión de Salud. La iniciativa, que ya levantó polvareda, plantea la prohibición de los areneros en espacios públicos de la ciudad por considerarlos “de alto riesgo sanitario” para los chicos.
El edil del bloque Peronismo Solidario aseguró que los areneros son espacios muy peligrosos, ya que son transmisores de diversas enfermedades zoonóticas que afectan principalmente la salud de los más pequeños. En ese sentido, se refirió a estudios realizados en las universidades de Rosario, Casilda y Buenos Aires, que señalaron que los areneros de Santa Fe tienen un nivel de contaminación de entre el 60 y el 70 por ciento, de los que un 30 equivale al parásito toxocara cannis (en perros) y toxacara cattis (en gatos) los cuales se transmiten por vía oral o cutánea y pueden provocar, desde síntomas menores a una retinitis irreversible, con la posible pérdida de la visión.
“De un total de 21 areneros, el 6,98 por ciento están contaminados. Estoy de acuerdo con que es un espacio de diversión para los niños, pero ante la realidad de la gran contaminación y el riesgo consideramos que hay que prohibirlos”, marcó Cossia. Y señaló que existen “40 casos al año de niños afectados en Buenos Aires por enfermedades contraídas en estos espacios”, mientras que en Rosario no hay estadísticas, ya que “la mayor parte de los afectados son derivados al Santa Lucía o al Garrahan”. El primero es un centro oftalmológico y el segundo un hospital modelo para niños, y ambos están en Capital.
El foco de riesgo, marcó Cossia, proviene del ingreso de animales a los areneros, cuya materia fecal es potencial transmisora de parásitos. Además del riesgo de pérdida de la visión por retinitis, el cual encabeza en gravedad la lista de enfermedades derivadas de parásitos o bacterias que pueden hallarse en los areneros, el edil mencionó otro tipo de parasitosis como la toxoplasmosis o la leptospirosis, derivada del ingreso de ratas, así como la transmisión de piojos y pulgas. “El arenero es un cajón, cuya humedad mantiene la proliferación de parásitos y bacterias, y lo convierte en un medio de cultivo. Ante esta catarata de riesgos y teniendo en cuenta que es un reservorio de contaminación, no hay otra alternativa que pedir su clausura”, se plantó.
A ello, Cossia sumó un riesgo extra, que son elementos punzantes o agujas hipodérmicas descartadas en areneros.
Una de las alternativas propuestas es reemplazar la arena por tierra con pasto o algún material sintético, tal como sucede en otras ciudades del mundo. “El arenero es un lugar para jugar, por eso proponemos conservar los juegos y reemplazar la arena por un piso de caucho, tal como ocurrió en la plaza López (en Pellegrini y Laprida). Otra alternativa es la tierra, ya que es menos contaminante, y el pasto disminuye la atracción de los animales por ingresar a ese lugar”, señaló Cossia, quien advirtió además sobre el incumplimiento de las ordenanzas relativas a la limpieza de estos espacios.
Consultado sobre la posibilidad de cercar los lugares como medida preventiva, el edil afirmó: “Un cerramiento nunca puede aislar gatos y ratas”, y remarcó: “Yo no puedo cargar sobre mi responsabilidad la enfermedad de un niño, si tenemos la oportunidad de prevenir estas cosas”.
Arena polémica
Por su parte, el concejal y ex ministro de Salud de la provincia Miguel Ángel Cappiello se mostró a favor. “Esto no es una prohibición, es modificar una situación que genera problemas de salud. Como ministro informé hace unos años que los perros transmitían enfermedades que podían producir ceguera en los chicos y que no tiene tratamiento. Si el dueño cumpliera con juntar los excrementos, esto no sería necesario”, marcó el edil socialista.
En cuanto a las medidas de higiene y limpieza para mantener estos espacios, Cappiello advirtió sobre la falta de conducta de los dueños de mascotas, al tiempo que destacó la presencia de cuidadores en las plazas San Martín y 25 de mayo, cuyo trabajo se ejerce en horario laboral: “No se pueden quedar las 24 horas”, marcó.
En tanto, el director provincial de Epidemiología, Julio Befani, prefirió ser cauto frente a la iniciativa. En su opinión, la solución no es cerrar los areneros sino que se trata de una cuestión cultural: “La gente lleva a los chicos y a los perros al mismo lugar. Habría que tener la precaución que la gente no ingrese las mascotas a estos espacios”, consideró.
Por su parte, la titular del Imusa, Diana Bonifacio, destacó la “puesta en foco de este tema que afecta la salud pública” y la transmisión de enfermedades de perros y gatos, pero resaltó que quedan espacios públicos contaminantes como los pastos, tierras y piedras de las plazas. “Está bien pensar en areneros, pero también hay que pensar en otros lugares como las playas o los parques de la ciudad que no se pueden clausurar. Por eso, empezaría por insistir con las campañas de desparasitación que desde el Imusa venimos llevando adelante de forma gratuita. A los 15 días los cachorros ya empiezan a eliminar parásitos en la casa, por lo tanto sino se toman medidas se corre el mismo riesgo que en el arenero. No hay que asustarse, sino tomar la responsabilidad y actuar sobre el niño para fomentar el lavado de mano, entre otras medidas de higiene”, concluyó Bonifacio.
“Estimulan el desarrollo”
Carina Cabo, pedagoga y profesora en Ciencias de la Educación, también intervino sobre el tema, desde la óptica de la importancia del juego en la arena como “un elemento pedagógico que ayuda al desarrollo infantil” sobre todo en los primeros años de edad. “El arenero es un espacio estimulante de la creatividad y curiosidad del niño, que estimula los sentidos, el tacto, lo sensorial y la motricidad fina. Estimula también el desarrollo social, porque el niño aprende a compartir el juego al estar con otros y desarrolla el lenguaje porque está con chicos de su edad”, señaló Cabo.
“Jugar en la arena es tranquilizador –agregó– y el chico puede aprender muchas cosas que, en los primeros años, son muy importantes. Hay escuelas donde reemplazan la arena por alfombras acolchadas, pero no es lo mismo”.
“Se puede prevenir”
La docente de la cátedra de parasitología de la Facultad de Ciencias Veterinarias Perla Negro también intervino en el tema desde su área. En ese marco, señaló que estudios realizados en Casilda dieron como resultado que de cada 100 perros, entre el 20 y 25 por ciento presentaron permanencia del parásito toxocara cannis, el cual se transmite a los humanos por vía oral o cutánea. “Es un parásito frecuente en los caninos y felinos también (toxocara cattis) y generalmente el animal de riesgo es el cachorro y la hembra que lo transmite a su cría. Pero hay que destacar que con medidas antiparasitarias se puede evitar el contagio”, afirmó Negro.
Según indicó la especialista, el parásito, que eliminan los canes a través de su excremento, demora 15 días en desarrollarse: “Recién eliminado no es infectante. Por eso, con medidas preventivas como el rastrillaje diario, el recambio de arena y pautas higiénico-sanitarias como el lavado de manos, el contagio puede evitarse”.
(El Ciudadano)