Cocodrilo que se duerme, es cartera
La percepción de que viviríamos en paz si no existieran factores que impulsan la guerra, es legítima, pero tan insondable y eficaz como la puntualización de que sin enfermedades no serían necesarios los nosocomios.
Lo cierto es que hay afecciones y hospitales, actos violentos y conflictos bélicos.
Y dichos actos de violencia, en el campo de la diplomacia se comienza en los sembradíos de las palabras que se han ido intensificando entre Estados Unidos y Rusia.
Lo propio estaría ocurriendo con la movilización de instrumentos bélicos, desde aviones de combate norteamericanos y de la OTAN hasta armamento nuclear.
Dichos actores hacen saber a quienes quieran escucharlos que sus movimientos son simplemente respuestas defensivas ante las provocaciones enemigas y ninguna de las partes han hecho mención a movimientos concretos en territorios de otros países.
Los expertos en lides bélicas, en medios de comunicación internacionales han hecho saber que, a veces, accidentalmente, cuando fuerzas militares poderosas se movilizan en las inmediaciones, pueden generar una colisión imprevista.
En el límite del error
Para dar ejemplos concretos sobre lo que acabamos de explicitar, vale apuntar que la Marina norteamericana forma parte del grupo de tareas que participa de un ejercicio de desembarco de la Organización del Tratado del Atlántico Norte en territorio sueco.
Paralelamente, la secretaria de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, Deborah James, adelantó que es muy probable el envío de aviones de combate avanzados a Europa como una demostración de fuerza.
Al territorio europeo el Pentágono ya envió bombarderos B-2 y los ya conocidos B-52, junto a naves de ataque F-15 y A-10, junto a hombres del Ejército y la Marina para realizar ejercicios con aliados en la denominada operación Atlantic Resolve.
La propia James no descartó que el F-22 Raptor, que no es otro que el principal avión de combate del Pentágono, se les una en pocas semanas.
Estos movimientos “preventivos”, escondidos en el ropaje de “entrenamientos” pueden ser movimientos que se sumen a las acciones militares de los yanquis para darle una mano a Ucrania y a otros países bálticos, temerosos de una invasión ordenada por el presidente ruso Putin.
En 2014 ya fueron interceptados más de 400 aviones de guerra rusos, representando ello un 50% de aumento.[1]
A ello debe agregarse una información que medios de comunicación internacionales sembraron por todo el mundo: Putin anunció que reforzará su arsenal nuclear con 40 misiles balísticos intercontinentales, lo que –obviamente-, fue condenado por la OTAN a través de su secretario general Jens Stoltenberg, quien advirtió sobre “los alardes de poder nuclear de Rusia como algo injustificado, desestabilizante y peligroso”. Para contrarrestar el movimiento militar ruso, está considerando el envío de aviones de combate F-22 a la región. El secretario de Defensa, Ashton Carter tiene previsto anunciarlo la próxima semana la decisión, según la prensa norteamericana.
Cabe referir que Estados Unidos podría enviar tanques y artillería a bases de Europa Oriental y ello ha siso considerado por el ministro de defensa ruso como “el paso más agresivo del Pentágono y la OTAN desde la Guerra Fría.
Como si esto fuera poco, observadores militares vienen observando de cerca, en los últimos días, el repunte del comportamiento agresivo de Moscú en Ucrania, derivada de la condena occidental tras la toma de Crimea por parte de Rusia, lo que genera rivalidad, según la opinión de los citados especialistas.
La respuesta
El presidente norteamericano busca remarcar los esfuerzos militares de Ucrania con el aporte de asistencia militar mientras, en paralelo, pone presión sobre Rusia mediante sanciones económicas coordinadas con la Unión Europea, en la que –nos dicen-, se está pensando en una nueva ronda adicional de sanciones si Moscú insiste, en el verano europeo, con dar otros pasos bélicos en Ucrania, incluso simulando ataques nucleares.
El lunes pasado, el secretario de prensa de la Casa Blanca puntualizó sobre este clima enrarecido e impredecible: “Queremos asegurarnos que los aliados de la OTAN están defendiendo su territorio 24 horas al día, siete días a la semana”.
Mientras esto ocurre, los republicanos en el Congreso piden a Obama que autorice ayuda a Ucrania para realizar operaciones letales.
Armas horribles
Quien esto escribe cree firmemente que la humanidad no ha cambiado en esencia. Simplemente sigue haciendo realidad, aunque con mayor eficiencia, lo que ha estado haciendo desde que ha puesto sus pies en La Tierra.
Quizás, debido a que ahora enfrenta la perspectiva de su total destrucción de la especie, se aferra desesperadamente al criterio de que ello no es inevitable y de que el hombre no está fatalmente poseído por el instinto de la violencia que puede llevarlo a la Guerra Final.
Para lograr su propósito no ha cejado en producir los horrores indescriptibles de la guerra química, en la que el enemigo es abatido por vómitos de sangre y de espuma de los pulmones a escala masiva –como ocurrió por primera vez el 22 de abril de 1915 en Ypres, Bélgica, donde sucumbieron 6.000 efectivos británicos y franceses-, o en agosto de 2014, en Siria, oportunidad en la que se asesinó a 1.500 hombres, mujeres y niños mientras dormían, esto en el marco de más de 100 mil vidas perdidas en ese último territorio como resultante de la guerra civil.
Durante la Segunda Guerra Mundial utilizó gas en el campo de batalla. Ni siquiera Hitler lo utilizó contra los combatientes, pese a su voluntad de aplicar gas en campos de concentración.
Esta decisión de rearmarse está llevando a los europeos y asiáticos a profundizar su temor de resbalar hacia la guerra nuclear por la multiplicidad de arsenales de ese tipo. Y en ese temor está inserta la posibilidad de que fuerzas islámicas terroristas accedan a ese tipo de armamento que lleven al planeta al borde del precipicio.
La opción directa
Obama busca logar la confluencia de países europeos para terminar definitivamente con el terrorismo mientras Rusia insiste en instalar, preventivamente, armas atómicas en el corazón europeo, en la zona intermedia entre Polonia y Lituania, que históricamente ha sido considerada la Prusia Oriental que conquistaron las fuerzas alemanas en el segundo conflicto mundial.
Submarinos atómicos en alerta
Los soviéticos habrían decidido desplegar submarinos y bombarderos sobre las aguas del Mar Báltico, conteniendo en su seno armas atómicas y en yanquilandia se está comenzando a murmurar sobre un nuevo impulso a la guerra fría.
Polonia, declarada anticomunista, aprobó que en su territorio se instalen misiles atómicos norteamericanos y los checos, en cualquier momento, aprueban idéntica medida.
De esta manera Estados Unidos le ganó el territorio a los rusos, quienes ya en el 2001 tenían idénticos planes, pero se dejaron estar y, como dicen en Argentina, “cocodrilo que se duerme, es cartera”.
[1] Informe de la OTAN en el que se indicó, además, que un avión ruso, en mayo pasado, se acercó a tan sólo 3 metros de un avión militar estadounidense en el espacio internacional sobre el Mar Negro.