Promoción anti celular en un bar de la ciudad
Un bar ubicado en la esquina de Pueyrredón y Zeballos ofrece un 10 por ciento de descuento a todos los clientes que entreguen el teléfono móvil hasta que decidan retirarse. La iniciativa busca la vuelta del diálogo “cara a cara”.
La escena se repite con frecuencia: personas sentadas a una misma mesa con los ojos clavados en las pantallas, con las cabezas gachas y sin cruzar miradas ni palabras. Con sus múltiples aplicaciones y cada vez más usuarios con la necesidad de estar “contando” en tiempo real lo que están haciendo o sólo chequeando las redes sociales y los mails, los smartphones ya se han convertido para una cantidad creciente de personas en una adicción que no llama la atención. Se puede decir que está bien estar informados pero se pierde cada vez más el “diálogo cara a cara”, aún cuando la distancia entre las personas sea de unos cuarenta centímetros y el límite lo marquen dos pocillos de café.
Con la idea de quebrar esta lógica que se extiende los, los titulares del bar Woodstock –de la esquina de Rodríguez y Zeballos– pusieron en marcha una novedosa e inédita promoción que ofrece un 10 por ciento de descuento sobre lo consumido a aquellos que accedan a entregar el celular cuando llegan para reclamarlo recién cuando decidan retirarse del lugar.
Esto comenzó el último sábado y, según contaron, la mayor parte de la clientela acepta el desafío entre risueña y pensativa.
Detrás de la barra, Marina Córdoba, la encargada del lugar, cuenta que los dueños tomaron la decisión porque “cada vez se ve más gente pendiente de lo que le dicta el celular”.
“Lo que vemos es que muchos se sientan en la mesa, comienzan a mirar sus teléfonos y no hablan. Chequean el Facebook y las redes sociales y no se dirigen la palabra, especialmente las parejas. Cuando hay grupos, es común ver que mientras algunos charlan hay otros que están ajenos, sumergidos en las pantallas. El nuestro es un lugar para comer algo y escuchar música y buscamos que la gente vuelva a estar conectada, pero con lo que tiene alrededor”, agrega.
El bar está abierto durante todo el día desde las 7 de la mañana hasta la noche y la promoción con el descuento se da los lunes, miércoles y jueves por las noches y los sábados y domingos al mediodía. El método es sencillo: con un cartel informativo en la puerta y con el recordatorio de los mozos en el interior se invita a los parroquianos a colocar los celulares en una caja que es retirada de la mesa y colocada detrás de la barra. Si acceden –y se resisten a la tentación de querer aprovechar el wifi que ofrece el local– pagan menos.
“Esto comenzó hace poco, el último sábado, pero lo que hemos visto es que la mayoría acepta desprenderse por un rato del celular. Nos miran como acordando que se trata de una buena idea. Ojalá sirva para que otros lugares puedan hacer lo mismo. Yo misma reconozco que soy una adicta al celular como mucha gente que me rodea. Tal vez sea el momento de desprenderse un poco del aparato para poder charlar con los que tenemos enfrente. Los clientes nos lo dan con una sonrisa, en general, y una vez que terminaron de comer nos reconocen que es una buena idea”, relata Marina.
“Lo toman como un desafío y se sienten bien cuando logran superarlo”, concluye la joven.
Un “oasis de conectividad” que se extiende
Si bien la promoción de un 10 por ciento de descuento a quienes entregan el celular que ofrece el restobar de Zeballos y Pueyrredón es prácticamente inédita en Rosario, ya viene llevándose a cabo en otras ciudades del mundo, incluida Capital Federal. Notas publicadas en distintos medios porteños hablan de bares y restaurantes que se convirtieron en un “oasis de conectividad” al hacer propuestas similares. La buena receptividad que están teniendo los comensales a esta “oferta” hace que haya cada vez más locales en Buenos Aires que ofrecen algún tipo de beneficio a cambio de resignar por un rato la dependencia del teléfono móvil.
Los métodos para entregar los celulares son varios y van desde ponerlos en una cajita de madera que es retirada por los mozos para luego devolverlos cuando sus dueños se retiran hasta “dejarlos en la puerta” antes de sentarse a comer.
La iniciativa tampoco es una idea argentina ya que son numerosos los restaurantes de los Estados Unidos, Europa e incluso Asia que han adherido en los últimos años a la idea de premiar a los comensales que apagan sus teléfonos, como una forma de reestablecer el diálogo “cara a cara”.
(El Ciudadano)