Hombre acribillado frente a su casa
Se trata de «El Perrito” Leiva. Recibió ocho disparos en plena tarde de ayer.
Un ajuste con sello mafioso irrumpió la tranquilidad de barrio Alvear cuando un electricista de 30 años recibió en plena tarde de ayer ocho disparos por la espalda y quedó tendido en la vía pública, frente a su casa. “Perrito”, como le decían a Diego Javier Leiva, tenía 30 años y vivía con su familia en pasaje Santa María al 3400, en la zona sudoeste de la ciudad. Aunque los investigadores no brindaron su identidad, el abogado defensor de la víctima lo confirmó y explicó que cumplía prisión domiciliaria por un homicidio perpetrado a mediados de 2010 en una causa que está apelada ante la Corte Suprema de Justicia.
El homicidio de Leiva ocurrió alrededor de las 16 de ayer frente a la vivienda que alquilaba en pasaje Santa María al 3400. En un barrio sumido por el hermetismo, lo único que dijeron los vecinos fue que a esa hora se escucharon cerca de diez disparos y luego vieron el cuerpo sin vida del “Perrito”, que tenía unos ocho disparos en la espalda, la cabeza y las piernas. “Sólo lo conocíamos por «hola y chau» y porque adoraba a Pichi, su boxer, al que todos los días le compraba salchichas Paladini”, dijo una mujer ante el llanto del perro que miraba a su dueño tendido en la vereda desde la terraza del domicilio.
Tres horas después del crimen, el cuerpo de Leiva seguía tendido en la vía pública a la espera de que se le tomaran las huellas dactilares. A un costado se encontraba uno de sus hermanos, que no quiso hacer declaraciones, y momentos después llegó una joven, su pareja actual, quien al encontrarse con la escena rompió en llanto.
El móvil de crimen era incierto y se especulaba tanto un ajuste por cuentas pendientes como un problema de índole familiar, ya que un allegado a la víctima dijo que días atrás había discutido con la actual pareja de su ex mujer, con quien tenía hijas gemelas.
Fuentes allegadas al fiscal de la causa, Pablo Pintos, dijeron que en el lugar se recolectaron siete vainas calibre 9 milímetros. Agregaron que Leiva descendió de un Peugeot 206 gris que quedó estacionado frente a su vivienda y alcanzó a correr 10 metros para caer herido de muerte. Los agresores habrían sido dos a bordo de una moto de baja cilindrada. También informaron que tenía documentación con tres nombres distintos.
El abogado Nazareno Bravo dijo que Leiva era su cliente, a quien defendía por el crimen de Sebastián Soperes, un obrero metalúrgico de 18 años asesinado en agosto de 2010 en Villa Gobernador Gálvez. En ese sentido explicó que hace dos meses, cuando la Cámara confirmó condenas a 11 años y medio de prisión a los tres imputados, interpuso un recurso de inconstitucionalidad y queja ante la Corte que se encuentra en curso. Entre los argumentos recordó que uno de los detenidos por el crimen de Soperes, Carlos “Toro” Escobar, admitió haber disparado de forma accidental, y que tanto él como Leiva y Damián Ortiz eran amigos de la víctima.
“Tenía prisión domiciliaria con salidas laborales. Trabajaba de electricista y todos los meses se presentaba en el juzgado de Sentencia 6 a firmar”, dijo el letrado todavía consternado por la noticia.
Dos años después de ese crimen, en junio de 2012, el Perrito le había esquivado a la muerte al recibir dos disparos en el tórax durante una gresca dentro del boliche El Elegido de Villa Gobernador Gálvez.
(El Ciudadano)