Cierran el Batallón de Beltrán luego del robo de municiones
Lo decidió el ministro de Defensa. Hay dos oficiales separados y cinco suboficiales sospechados. La información oficial habla del faltante de 19.600 proyectiles calibres 9 y 32 milímetros.
Primero fue un aviso, en 2011: se esfumaron casi 150 fusiles FAL. Y ahora, a fines de diciembre pasado, 19.600 municiones calibres 9 y 32 milímetros. Cuando la cúpula del Ministerio de Defensa se enteró de la mala nueva, mandó al Jefe del Ejército a que hiciera la denuncia penal en la Justicia Federal, que se concretó el 30 de diciembre. De ahí en más se aceleró una investigación interna, el desplazamiento de dos oficiales y cinco suboficiales sospechados, la filtración a la prensa en los últimos días, y la decisión radical del ministro Agustín Rossi, de ayer: cerrar el batallón de Arsenales 603 «San Lorenzo».
La noticia del faltante de balas se hizo pública ayer, corrió como reguero de pólvora en todo el país, fue levantado incluso por agencias internacionales y disparó acciones políticas, como al menos tres pedidos de informe presentados en el Congreso de la Nación por parte de legisladores santafesinos. También mereció declaraciones de la intendenta de Rosario, Mónica Fein, quien pidió el esclarecimiento de lo sucedido. En todos los casos, se deslizó la preocupación de que esas municiones hayan tenido como destino Rosario, y más precisamente bandas delictivas vinculadas al narcotráfico (ver notas vinculadas).
La información que circuló durante la jornada de ayer hablaba de un faltante de 26 mil proyectiles, todos calibre 9 milímetros. Sin embargo, desde la cartera de defensa salieron ayer a afirmar oficialmente que se trababa de 18.800 de ese calibre y 800 de calibre 32.
«El Arsenal estuvo interdictado por la Justicia desde el momento de la denuncia, nosotros ya no pudimos acceder a los depósitos; y desde entonces estamos trabajando sobre una hipótesis con dos oficiales y cinco suboficiales —separados— sospechados de participar en el robo de las municiones», explicó ayer Agustín Rossi a La Capital.
Centro de logística. El batallón 603 «San Lorenzo» pasará a funcionar como centro de logística para alojar vehículos y otras necesidades del Ejército. Pero dejará de funcionar como centro de acopio de municiones y de armas. «Sólo permanecerán las de uso corriente», adelantó Rossi. A partir del próximo lunes comienza el traslado de los elementos hacia otras reparticiones militares.
La decisión de cerrar el arsenal, y de cambiarle su modalidad de uso como destacamento militar, también implicará el traslado del personal según nuevas necesidades de funcionamiento del lugar. Por lo demás, se crea una Unidad Militar de Emergencia (Umre) «que será un aporte en la zona sur de Santa Fe», abundó ayer Rossi a este diario. Y calificó de «inaceptable e inadmisible» el faltante.
Otro coletazo que produjo el robo de municiones fue el pase a retiro de Hugo Víctor Meola, hasta ayer director de Arsenales del Ejército Argentino.
El cierre del batallón 603 no tendrá «ninguna influencia sobre la actividad de la Fábrica Militar Fray Luis Beltrán», confirmó ayer Rossi. Ambos establecimientos militares se encuentran próximos, y en la ciudad de Fray Luis Beltrán.
En los 50 días transcurridos desde la denuncia hasta ayer, el ministerio buscó avanzar en la investigación administrativa y judicial. Desarrolló una hipótesis de manejo de la crisis que se agotó al tomar estado público.
Para evitar que el daño prosiga, el ministro Rossi disparó con munición gruesa: disolvió el arsenal.
La noticia. La noticia del faltante de munición se conoció ayer luego de que fuera publicada en el matutino porteño La Nación. La denuncia por el hecho fue presentada a fines del año pasado por el propio Ejército ante el Juzgado Federal Nº 3 de Rosario a cargo de Carlos Vera Barros y las actuaciones fueron giradas al fiscal Mario Gambacorta. Según trascendió, desde el arma se informó a la Justicia que después de hacer un control se advirtió el faltante en los depósitos.
El ministro de Defensa de la Nación, Agustín Rossi, ordenó en aquel momento una investigación administrativa del hecho a la par de la pesquisa judicial y decidió el traslado del arsenal de «munición de bajo calibre» a otra dependencia del Ejército.
La presunta sustracción se produjo días antes de conocerse el faltante de un misil TOW 2, hecho que fue denunciado ante el juez federal de La Plata, Laureano Durán, lo que llamó la atención de los funcionarios de esa cartera.
Las municiones 9 milímetros faltantes pueden utilizarse en cualquier pistola de ese calibre. En la mayoría de los homicidios y hechos de inseguridad que se cometen cada día se usan armas de ese tipo. Una caja de 50 unidades en una armería cuesta entre 450 y 500 pesos. Pero en el mercado negro podrían venderse al doble de su precio, según explicó un especialista de una fuerza de seguridad. Para comprarlas en las armerías, se debe tener un carné de consumo de munición.
Estos proyectiles se producen, precisamente, en la Fábrica de Armas Fray Luis Beltrán, dependiente de Fabricaciones Militares y ubicada en un predio vecino a la sede del Batallón 603.
Posiblemente, un hurto “hormiga”
Aunque se mantenía el hermetismo en el Ministerio de Justicia, La Capital pudo saber que —de confirmarse—, se trataría de un robo “hormiga”, que en este caso consiste en ir sustrayendo las balas de a cantidades relativamente pequeñas, dejando sin alterar a simple vista las cajas donde se almacenan, de manera de dificultar su recuento. De todos modos, la sustracción de 19.600 municiones habría implicado una trama de complicidades significativa.
(La Capital)