Un desafío llamado Ricardo Spinozzi
En las últimas semanas, las paredes de la provincia de Santa Fe se han visto inundadas de propaganda política alusiva a la candidatura a gobernador de Ricardo Spinozzi. Así es, el actual senador provincial y presidente del Partido Justicialista santafesino se ha propuesto jugar fuerte. Y para ello nada mejor que generar definición en un panorama político dominado por la incertidumbre. Esto implica sentar posición frente a sus competidores dentro y fuera del peronismo, un partido profundamente dividido con mínimas ansias de reconciliación.
Obviamente, como todo personaje de la cosa pública, su figura tiene puntos a favor y puntos en contra. En este caso, los primeros se imponen cómodamente sobre los segundos. Claro está, es trabajo de Spinozzi transformar esa potencialidad en virtud. De su lado, tiene la energía rejuvenecedora de una prometedora carrera que recién comienza a participar en las grandes competencias. Esto no es menor, en un orbe político dominado por una casta cuyos integrantes llevan varias décadas siendo parte de la toma de decisiones.
También a su favor, cuenta el prestigio otorgado a su imagen por el cargo rector que actualmente ocupa en el PJ santafesino, algo que si bien raya lo simbólico no deja de tener importancia a la hora de pensar posibles alineamientos de cara a las elecciones del año próximo.
En su contra, tiene la sensación instalada en buena parte de la población de dependencia de su líder Carlos Alberto Reutemann, algo tampoco menor si sus aspiraciones están orientadas hacia un sitio de gestión de tanta jerarquía, en donde una personalidad autónoma preparada para las decisiones fuertes suele ser el condimento especial para abrazarlo.
Del mismo modo a Spinozzi se le presentan desafíos, y estos al contrario de guardar facilidad presumen una costosa y agotadora tarea a emprender si lo que se trata es de superarlos. El peronismo a nivel regional se encuentra visiblemente atomizado. Éste, vagando en la nada y preso de sus propias miserias, parece no comprender la magnitud que abriga el hecho de coronarse vencedor en las venideras contiendas electorales. De esto, naturalmente se vale a su antojo el socialismo –y sería de tontos no hacerlo-, para proseguir airoso en una administración caracterizada por la mediocridad. El primer desafío entonces, es lograr aunar la mayor cantidad de esfuerzos posibles en aras de derrotar a la fuerza gobernante en Santa Fe.
El segundo, concatenado fraternalmente con su precedente, es conseguir unidad de criterio entre la propuesta política provincial y la nacional. El kirchnerismo es experto en nacionalizar elecciones. Lo ha probado en distintas ocasiones alcanzando admirables beneficios políticos. Hasta la más mínima votación bajo su influjo adquiere dimensiones gigantescas. Por otro lado, el Peronismo Federal del cual Spinozzi forma parte, ya anticipó su intención de no participar en las internas nacionales del PJ. Por lo tanto, lo fundamental para Spinozzi pasa por articular una delicada estrategia de fino equilibrio conceptual, que comprenda lo micro y lo macro; teniendo en cuenta que para ganar la provincia el justicialismo debe olvidar viejas e inconducentes reyertas y avanzar hacia la concordia entre sus partes.
El último y más relevante desafío, es vencer los miedos interiores que minan la integridad física y mental de todo hombre ante una gran misión, paralizándolo.
Un desafío llamado Ricardo Spinozzi.