Tablada: acribillaron con diez balazos a un ex convicto

Otra jornada de balas y tragedia en las calles del barrio Tablada. Fue la noche del miércoles en Patricias Argentinas al 4000. Sería el vuelto por el crimen de Jorge Pérez, ocurrido un día antes.

En menos de 72 horas, la zona de barrio Tablada conocida catastralmente como “Cordón Ayacucho” se conmocionó por dos asesinatos a sangre fría, ambos en jurisdicción de la seccional 16ª, y una balacera que dejó internada con un balazo en el abdomen a una joven madre de 14 años, ya en los dominios de la comisaría 11ª. El nombre de la última víctima es Jonathan Ferreyra, de 24 años y conocido en la calle por el apodo de “Tico”. El jueves a la noche, mientras los vecinos terminaban de ver el noticiero en la tele, el muchacho fue ultimado con al menos diez impactos de bala calibre 9 milímetros en inmediaciones de la cortada Gaetano Rezzara y Patricias Argentina (prolongación de calle Colón), en la zona más conocida como «La U» de Tablada. La víctima, un ex convicto que vivía a metros del citado cruce de caminos, fue ultimado con fiereza: tres de los balazos los recibió en la cabeza. En la frente le quedó la quemadura del arma homicida que le apoyaron, quizás, para rematarlo.
  
Históricamente en barrios como Tablada, a un asesinato le sigue al menos otro crimen y muchas veces como venganza del anterior. Y así, con el paso del tiempo, la geografía del barrio llega a ser reconocida por los cronistas policiales como puntos rojos en un mapa donde quedan reflejados los sitios en los que alguna vez un hombre fue asesinado. El antecedente al crimen de Tico Ferreyra fue el homicidio de Jorge Maximiliano “El chancho” Pérez, de 36 años, baleado en la cabeza en la puerta de su casa ubicada sobre Centeno al 200, entre Patricias Argentinas y Ayacucho, el miércoles a la madrugada. Pérez murió al alba en el Hospital de Emergencias. Si bien nadie se animó a atestiguarlo, informalmente los pesquisas barajaron tres apodos como el de los posibles asesinos: Tico, “Maiquel” y “Chucky”.
  
El crimen de “El Chancho” Pérez trajo como coletazo un enfrentamiento a balazos el miércoles, a la hora de la siesta, cuando una adolescente de 14 años fue herida por una bala perdida. El choque entre facciones enfrentadas se produjo en pasaje Médici y Uriburu, a sólo 150 metros del lugar donde fue asesinado Pérez, ya en jurisdicción de la 11ª. La jovencita, madre de un bebé de 9 meses, recibió una bala que le perforó el hígado.
  
Y si a ese contexto se le añade el asesinato de Norma Bustos, la madre de Lucas Espina, ultimada de tres balazos en un crimen con tinte vengativo el jueves 20 de noviembre pasado cuando atendía su quiosco en su casa de Pavón al 4600, son tres los asesinados en 16 días en un radio de cuatro cuadras.

Zona caliente. El Cordón Ayacucho es una zona caliente de la ciudad en la cual, en la última década, se han dirimido a balazos conflictos por el dominio de las calles ya sea en el contexto de la narcocriminalidad o de convivencia, como el histórico conflicto entre las gavillas de calles “Centeno” contra los de “Ameghino”. Un espacio de barrio Tablada regido, o al menos debería ser así, por dos jurisdicciones policiales y en el que trabajan desde abril pasado fuerzas federales representantas por la Gendarmería Nacional. El municipio tomó la decisión de abrir calle Centeno al 200, entre Ayacucho y Patricias Argentinas, para dar un ingreso al Cordón y romper con la cultura del pasillo. En julio la calle fue inaugurada, pero eso sólo suavizó la realidad de los vecinos, que viven más pendientes del nombre del pibe que salió de la cárcel durante la semana y qué broncas buscará saldar. Y el patrullaje, cada vez más esporádico de las chatas de las fuerzas federales, tampoco alcanza para llevar tranquilidad.
  
Tico tenía un prontuario engrosado con antecedentes por el uso y abuso de las armas de fuego. El último fue en septiembre, en una causa por amenazas, abuso de arma de fuego y lesiones. Por eso fue a parar a la 16ª y de allí se fue con detención domiciliaria. Vivía a metros de La U, junto a otra vecina conocida del barrio (La Pipi), de la que era pareja. El jueves a la noche, conocedores de la geografía del barrio indicaron que el muchacho andaba en una Honda XR 125 color negra buscando algún dealer que le vendiera pastillas para calmar su adicción. Pasadas las 21.30, la moto de Tico se detuvo en las inmediaciones de la cortada Gaetano Rezzara —el nombre del arquitecto italiano que planificó la Municipalidad de Rosario— entre Necochea y Patricias Argentinas. Lugar donde la serpenteo de la calle indica que se está en La U y muy cerca de la plaza de los Niños, ubicada en el triángulo de la prolongación de Colón, Rezzara y Centeno.

En muletas. En barrios como Tablada parece que las historias están sentenciadas a repetirse, con crímenes que parecen calcados y jóvenes que matan y mueren con si eso fuera parte de una normalidad. De acuerdo a lo confiado por vecinos de la zona, a Tico le salió al cruce un hombre que se apoyaba sobre muletas. Se escucharon al menos diez disparos, compatibles con la cantidad de vainas que quedaron en la escena del crimen. Tres de esos balazos Tico los tenía en la cabeza. El homicida le efectuó un disparo de remate apoyándole el caño de la pistola calibre 9 milímetros en la frente. La moto de Ferreyra quedó tirada en el piso, al lado del cuerpo agonizante de su dueño.
  
A las 21.50, un llamado al 911 alertó de que en el cruce de calles antes mencionado yacía el cuerpo de un hombre. Una médica del Sies constató que estaba muerto.
  
A la hora de hablar del móvil, los pesquisas se mostraron cautos: “Lo que si parece estar claro es que esto excede al conflictos de las bandas de calle Centeno contra los de Ameghino”, indicó un vocero. El asesinato es investigado por el fiscal de la Unidad Especializada en Homicidios, Florentino Malaponte.

(La Capital)