Vergonzoso: Centenares presuntos fraudes con demandas laborales
Lo que asoma bajo el reciente caso de un operario al que le cortaron los tendones para producir un reclamo indemnizatorio. Son casos de accidentes o robos sufridos camino al trabajo.
La detección de la maniobra de un operario que se hizo cortar un tendón de la mano para generar una demanda laboral, con amplia cobertura en la prensa nacional hace dos semanas, asoma como el frente de una avalancha de fraudes millonarios contra empresas de seguros a partir de accidentes de tránsito o asaltos que nunca existieron. Una sola de estas compañías presentó en Tribunales el detalle de 36 casos que, según los dictámenes internos de la firma, fueron inventos para obtener dinero de las aseguradoras de riesgos del trabajo (ART).
Esos 36 casos representan una décima parte de las denuncias fraudulentas que, sólo en esa compañía, fueron presentadas durante 2013 contra sus asegurados. En rigor, fueron seleccionados como casos testigo de un total de más de 300 hechos similares detectados durante los últimos dos años para impulsar investigaciones penales.
SUSPICACIAS
Hace dos semanas trascendió el caso del obrero que admitió que en un consultorio improvisado de Villa Gobernador Gálvez lo cortaron con un bisturí tras anestesiarlo, para denunciar luego que esa lesión había sido ocasionada en un robo sufrido camino al trabajo. Ese incidente era similar a los que investigaba el fiscal NN de Rosario, Marcelo Vienna, en base a la presentación de La Segunda ART.
La intervención espontánea de la subcomisaría 26ª de VGG para aclarar el hecho, en base a un interrogatorio basado en contradicciones de la víctima, produjo suspicacias en los investigadores judiciales. Ocurre que la jurisdicción de la sub26ª se extiende sobre una parte de la que ocupaba la comisaría 26ª de la misma ciudad, precisamente una de las seccionales que más denuncias de hechos en apariencia fraudulentos ha recibido, sin esclarecer ninguno. Y justamente la actuación de los policías de esa dependencia y de otras de la zona sur, estaba bajo la lupa de la pesquisa judicial.
En seis meses la investigación había generado pistas sorprendentes. Una de las más rotundas fue a partir de un teléfono que se empezó a escuchar con orden judicial y era el de un estudio jurídico rosarino que se dedica a reclamos laborales.
Las conversaciones interceptadas desnudan la existencia de una organización detrás de los reclamos y delatan que en ese bufete de abogados se practican heridas cortantes para producir los litigios.
DESESPERADOS
«Vemos con alivio que la Justicia empiece a tomar estos casos porque el problema es desesperante. Estos fraudes generan un desequilibrio para el sistema porque si yo pago muchos siniestros como ART después ajusto la tarifa. El primer damnificado es la aseguradora. Luego el empresario porque al aumentar la siniestralidad suben las primas. Y finalmente el trabajador queda amenazado porque se compromete el financiamiento de su protección», señala Juan Carlos Mosquera, gerente de la ART La Segunda, y agrega: «Santa Fe lidera en el país los casos de siniestralidad laboral y muchos son fraudes».
Aunque las indemnizaciones por daño se calculan en base a variables múltiples (incapacidad sufrida, edad del trabajador, salario) lo menos que se paga son 50 mil pesos por hechos leves. El corte de un tendón de un obrero de 30 años de una firma de buen nivel, señala Mosquera, puede generar un pago de 100 mil pesos.
ORGANIZADOS
No se trata de un obrero que pergeña un ardid para hacerse de unos pesos. Detrás de cada reclamo se vislumbra un grupo con división de roles: un remisero que lleva a gente a un lugar de donde salen personas lesionadas. De ahí el chofer traslada al herido a la comisaría a hacer la denuncia sobre un delito sufrido camino al trabajo con daño físico resultante y luego al hospital donde se constatará la lesión. Entre las empresas damnificadas está, reiteradamente, el Frigorífico Paladini, una metalúrgica y una constructora.
A partir de las presentaciones, en Tribunales se cruzaron denuncias. Los resultados llegan a extremos bizarros. Se descubrió, por ejemplo, que a partir de una lesión el mismo damnificado entabló dos demandas: se presentó como víctima tanto de un accidente de tránsito como de un robo sufrido rumbo al trabajo; situaciones que ocurrieron, según sus denuncias, el mismo día con tres horas de diferencia.
El doble fraude se intentó el 28 de noviembre de 2013 cuando Alexis P. denunció que, mientras iba en moto al trabajo, fue asaltado en Alem y Gaboto por dos ciclistas que le robaron el bolso y lo balearon en una mano. La denuncia la hizo en la comisaría de la zona y quedó radicada en el juzgado de Instrucción Nº 13.
Tres días después entró a la fiscalía de atención a la víctima de Tribunales —es decir no por una comisaría que haya tomado el hecho al momento de ocurrido— una denuncia del mismo Alexis P. en la que afirmaba que había sido atropellado por un auto. El caso terminó en el Juzgado Correccional Nº 4.
Por ese accidente la aseguradora Bernardino Rivadavia casi le extiende un cheque por los daños a Alexis. Pero el pago no se concretó porque justo a tiempo desde Tribunales advirtieron: «La persona a quien le van a pagar denunció haber sufrido un robo en el que le dispararon tres horas después del accidente».
Algunos engaños fueron tan groseros que las compañías los podían oler desde lejos. «En Frigorífico Paladini era notable una cadena de ataques delictivos in itínere contra obreros del mismo sector. Se daba un porcentaje alto de licencias por hechos de inseguridad justo en la misma área», dijo un pesquisa.
«Los damnificados son en general operarios de zona sur y hasta de una zona delimitada de Villa Gobernador Gálvez. En casi todos los casos tenían cortes en el dorso de la mano pero, generalmente, cuando se actúa defensivamente ante un ataque con armas se ataja con la palma de la mano. Hicimos peritajes y una línea casuística y nos percatamos de que casi todas las denuncias eran similares», dijo Mosquera.
EN LAS SOMBRAS
Para los investigadores no deja de ser llamativo el accionar de la subcomisaría 26ª que aclaró el caso del operario de Paladini, quien terminó confesando que un enfermero le había cortado los tendones de su mano derecha. En un lugar luego allanado donde se hallaron bisturíes, gasas, alcohol y otros elementos quirúrgicos y fue detenido el enfermero.
“La 26ª de Villa Gobernador Gálvez era una comisaría que estaba investigada por tener unas 200 denuncias con toda la apariencia de fraude. Y un día, de la noche a la mañana, se esclarece un caso en la misma zona. Tenemos elementos para sospechar que hubo una filtración deliberada”, dijo un pesquisa.
Lo destacable es, para las fuentes judiciales, que la policía pasa en un movimiento de ser investigada por una reiteración de estos delitos a ser encomiada por esclarecer un solo de los hechos. “Ellos se sacan del medio la sospecha y colocan en el centro a una persona que actúa sola, por propia iniciativa, sin asesoramiento de nadie, pretendiendo hacer un fraude a una aseguradora. Presentan al de los tendones cortados y al que se los cortó, pero hay un montón de otros actores que quedan fuera”.
Otra cuestión significativa es que al aclarar el caso de la subcomisaría 26ª la policía que intervino no tomó la denuncia del operario sobre el robo, por un lado, y luego la situación en la cual el mismo operario se desdice, por otro. Así debió hacerse, porque de lo contrario no hay delito de falsa denuncia.
“Entendemos que al actuar así sacaron del medio a abogados y policías que conforman esta organización y queda imputada sólo la persona que cortó los tendones. El asunto tendrá una pena leve porque no son lesiones dolosas ya que la víctima admitió que consintió que lo hiriesen. Aun cuando los imputen de tentativa de estafa zafarán en poco tiempo y la organización que está por detrás quedará en las sombras”, agregó el investigador.
LOS CASOS SE BASAN EN HECHOS NO CONSTATADOS
En un legajo abierto en la Fiscalía NN hay una escucha telefónica a un estudio jurídico realizada hace unos meses. Allí consta una llamada en la que una persona cuenta que se fracturó una pierna jugando al fútbol y su interlocutor le explica cómo sacarán provecho de ello para armar un fraude a una ART.
Frente a un reclamo así, ante la duda prevalece el principio in dubio pro operario que favorece al trabajador, lo que es razonable como principio general de protección al empleado. «Eso implica que si se sospecha fraude hay que probar que las cosas no son como dice el denunciante. El médico que constata la lesión desconoce su origen, no sabe si fue en un robo camino al trabajo o en su casa. Por eso es crucial que la Justicia laboral y la Penal sean muy puntillosas ante estos hechos», dice Juan Mosquera, gerente de la ART La Segunda.
Algo que favorece estas maniobras es que la policía no suele verificar los delitos que originan las demandas. «Si le disparan a alguien en Alem y Gaboto tiene que haber indicios. Cuando la víctima denuncia en la comisaría la policía debe verificar si hay sangre, si un vecino vio o escuchó algo. Todos los fraudes son en base a denuncias en las que no hay verificación policial del hecho», dice una fuente judicial.
(Notiexpress)