El Papa ya tendría decidido el alejamiento de Mollaghan del arzobispado rosarino
Fuerte movida en la Iglesia local después de Semana Santa. Tras la investigación que monseñor Arancibia encabezó este verano, las horas del religioso en la ciudad estarían contadas.
Apenas cinco días después de que el arzobispo de Rosario, monseñor José Luis Mollaghan, afirmara que «el paso del tiempo» demostró que no existían anomalías en la arquidiócesis local, ayer trascendió que el Papa Francisco ya habría decidido una «salida prolija» para el prelado luego de Semana Santa. Según fuentes eclesiásticas, en la larga lista de nombres en danza para sucederlo figura el de Jorge Lugones, un jesuita actualmente a cargo de la diócesis de Lomas de Zamora y «hombre del riñón» de Jorge Bergoglio. Esas mismas voces interpretaron que esos movimientos se deben a que el Vaticano busca imprimir a la Iglesia local un «estilo más misionero y cercano a la gente» y a la vez favorecer el recambio generacional en vistas a las próximas elecciones en el Episcopado argentino.
De acuerdo a fuentes católicas invocadas por el periodista especializado en temas religiosos de la agencia de noticias DyN, Guillermo Villarreal, se trata de una movida estratégica: en apenas trece meses de Papado, Francisco ya nombró a quince nuevos obispos y definió el traslado de otros ocho a diócesis y prelaturas, varios de ellos colaboradores suyos en Buenos Aires.
Entre todas esas novedades, se destacan dos: por un lado, el nombramiento inesperado de Mario Poli como su sucesor al frente de la arquidiócesis de Buenos Aires y su «creación» (ese es el término correcto) como cardenal en el primer consistorio de su pontificado, el 22 de febrero último.
Por otro, la designación como arzobispo del sacerdote cordobés Víctor Manuel Fernández, rector de la Universidad Católica Argentina (UCA) y uno de sus teólogos de consulta.
Al momento de su ordenación episcopal en la catedral de Buenos Aires, Fernández aseguró que, siguiendo los consejos del actual Papa, se preocupó por «acercar más la UCA al mundo de los pobres, de manera que el contacto con ellos nos ayude a ver mejor la realidad y no seamos sólo intelectuales de escritorio».
Se sabe que tanto Poli como Fernández jugarán roles protagónicos en las elecciones episcopales que en noviembre próximo se realizarán en la casa de ejercicios El Cenáculo-La Montonera, de la localidad bonaerense de Pilar.
Pero a nivel local, las novedades podrían ser bastante radicales: entre las movidas planificadas por el Papa, Mollaghan tendría los días contados al frente del arzobispado local.
Bajo la lupa. De hecho, a mediados de diciembre pasado se conoció que el Vaticano había resuelto investigar la arquidiócesis de Rosario en vistas al posterior desplazamiento de su titular por presuntas irregularidades en el manejo de fondos, supuestos padecimientos psiquiátricos y denuncias de laicos y sacerdotes que referían algunas situaciones de «maltrato».
El encargado de elaborar el informe sobre esos temas fue el obispo emérito de Mendoza, monseñor José María Arancibia, quien se instaló en la capilla Niño Dios, ubicada a escasas dos cuadras de la sede arzobispal rosarina.
Su presencia fue reconocida como una «visita pastoral fraterna» incluso por el propio Mollaghan, quien sin embargo desmintió categóricamente que la diócesis hubiera sido intervenida y atribuyó esa interpretación a la «malicia».
Pero ahora, cuatro meses después, el arzobispo de Rosario podría quedar efectivamente en posición de jaque.
Pese a que hace cinco días el religioso dio por concluida la auditoría en la diócesis y en declaraciones radiales a La Ocho dijo que «el paso del tiempo determinó que no hubo irregularidades y se continúa trabajando con la misma intensidad de siempre», las versiones citadas por Dyn refieren que su alejamiento sería inminente.
Todo indica que tras las celebraciones centrales de Semana Santa se sabrá quién podría sucederlo. La estrategia para una salida diplomática consistiría en nombrar a un «coadjutor con derecho a sucesión que colabore en el gobierno pastoral de la arquidiócesis», hasta que finalmente el Papa Francisco acepte la renuncia de Mollaghan.
Entre los posibles herederos de la arquidiócesis figura Lugones, actual titular del arzobispado de Lomas de Zamora (Buenos Aires) y ex de Orán (Salta), un jesuita, como Bergoglio, de 61 años.
Quien quedaría confirmado en sus funciones, siempre según las fuentes citadas, sería monseñor José María Arancedo, de Santa Fe, que continuaría por otros tres años al frente de la Conferencia Episcopal Argentina.
(La Capital)