Efecto Rosario: Linchan a malhechor en Palermo, Buenos Aires
Luego de la muerte de David Moreira, fallecido el martes a la tarde en Rosario por la golpiza sufrida en manos de un grupo de vecinos, otro hecho similar ocurrió en el barrio de Palermo. La “justicia por mano propia” se volvió a «aplicar ayer martes en la calle Charcas entre Coronel Díaz y Billinghurst cuando un grupo de personas atacaron a patadas a un carterista.
Un hombre sujetaba a un delincuente contra el piso, que hace minutos había robado una cartera, en la esquina de Charcas y Coronel Díaz, en el barrio porteño de Palermo, mientras una veintena de vecinos esperaban su turno para patearle la cara con todas sus fuerzas. La situación se repetía y no había indicios de que se iba a detener. «Estaban dispuestos a matarlo», narró un periodista en la red social Twitter.
La oleada de linchamientos comenzó la semana pasada en Rosario, donde en tres oportunidades los transeúntes atraparon a los delincuentes minutos después de robar y comenzaron a pegarle. En uno de los episodios, el jueves pasado, la feroz golpiza se terminó con la muerte de un motochorro que acababa de sacarle la cartera a una mujer que caminaba con su hija. Allí, un auto logró chocar a la moto y, al caer al suelo, los transeúntes golpearon hasta la muerte al ladrón.
Ahora, la oleada de feroces linchamientos se trasladó a la Ciudad de Buenos Aires y fue reportada en Twitter por un periodista de PERFIL, que presenció el episodio. «Un tipo grandote con uniforme de portero estaba arriba de un pibe de unos 16/7 años, inmovilizándolo. De repente, una de las personas del tumulto se acerca corriendo y le mete una patada en la cara al pibe», comenzó Diego Grillo Trubba.
En una catarata de mensajes en Twitter, Grillo Trubba contó que «los otros que entraban y salían debían haber hecho lo mismo, porque el pibe ya estaba con la cara medio deformada». Y siguió: «De la boca le salía un río de sangre que primero formaba un charco en las baldosas y luego un reguero hacia la calle».
El feroz linchamiento parecía tener un único destino: la muerte del delincuente. «En el medio se acercaba más gente. La gran mayoría gritaba ‘mátenlo’. La amplísima mayoría. ‘Mátenlo así no jode más'», narró.
La golpiza finalmente no llegó a eso porque uno de los vecinos llamó a la policía, que tardó 25 minutos en llegar. «La sensación era que si la cana no llegaba, al pibe lo mataban», escribió Diego Grillo Trubba. (Perfil)
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