Un cartelito para el olvido
Los jóvenes del radicalismo pegotearon un afiche que indigna. Indigna y avergüenza. Una chicana barata, innecesaria, irrespetuosa. Aunque convocan a través de él a marchar por el Día de la Memoria, el mensaje suena muy desmemoriado. Un fondo de Presidenta con una leyenda superpuesta: «¿qué hiciste por los derechos humanos últimamente?» y debajo, como una lista de súper, «51 muertos en Once, persecución a los Qom, apoyo a la represión venezolana, Milani». Difícil responder a tanta bajeza sin caer más bajo. Las pericias sobre la tragedia de Once indican que todo funcionaba bien menos el conductor, por lo que los 51 muertos no formaron parte de la voluntad del Estado. En cambio, en 2001, 39 personas murieron por decisión de Fernando De la Rúa, un histórico radical, vale aclarar. Si hay algún problema con algún grupo perteneciente a los Qom, la responsabilidad es de la policía de Formosa o de Chaco y no del Gobierno Nacional; basta recordar que en esas comunidades, el oficialismo recibió más del 60 por ciento de los votos. En su discurso inaugural de este año, CFK aclaró que no apoyaba al presidente Nicolás Maduro sino a la convivencia democrática en Venezuela, algo muy diferente de apuntalar una represión. Represión extraña, que ha causado más muertes en las filas del chavismo en manos de los golpistas. Y el nombramiento de Milani está en suspenso, a la espera de la decisión de la Justicia. Además de amnésicos, los autores de la pegatina están desinformados.
Entonces, ¿de qué están hablando los muchachos radicales? ¿Qué clase de crítica –es un decir- están practicando con esos afiches? Si bien los Derechos Humanos no son patrimonio exclusivo del kirchnerismo, en estos once años tomaron una dimensión diferente, tanto los relacionados con delitos de Lesa Humanidad como los más elementales. Apenas asumió Néstor Kirchner, se derogaron las llamadas leyes del perdón, aprobadas durante el gobierno de Alfonsín y se anularon los indultos impuestos por el Infame Riojano. Pero también dejó un símbolo para la posteridad: los cuadros descolgados. Y como nunca se impulsaron los juicios para que los genocidas terminen sus vidas en una cárcel común. Si la justicia no fuera tan lenta –o timorata- muchos civiles estarían compartiendo celda con sus servidores de uniforme.
Respecto de los otros derechos, los básicos -el alimento, la vivienda, la educación, la salud- en estos años ha habido un avance enorme para que muchos argentinos puedan vivir con dignidad. ¿O acaso son tan chiquitos los purretes radicales que no recuerdan que De la Rúa dejó a más de la mitad de la población por debajo de la línea de pobreza? ¿O no les contaron que ese mandatario se escapó en helicóptero después de haber dejado a nuestro país en una situación económica y social catastrófica, la peor crisis de la historia?
Más Memoria en construcción
En noviembre del año pasado, el Ministro de Defensa, Agustín Rossi anunció el hallazgo de más de 11 mil actas de la dictadura en un sótano del Edificio Cóndor, sede de la Fuerza Aérea. Esa documentación servirá como prueba irrefutable para demostrar la complicidad civil en esos nefastos hechos que todavía necesitamos construir. O, con mayor precisión, más que la complicidad, la instigación. Porque el Golpe de Estado de 1976 no fue la decisión de un grupete de alocados militares inspirados por una alucinada visión para salvar a la Patria, sino el primer paso de un plan para instalar un modelo económico para beneficiar a unos pocos. Los excluidos debían ser sometidos o exterminados.
Después de tan importante anuncio, Rossi encargó a un equipo técnico la sistematización, clasificación, restauración y digitalización de ese material. Aunque el trabajo tenía un plazo de seis meses, cuatro meses después ya está listo para ser consultado por quien lo necesite. Para el que no sepa hacer números, lo que estaba pensado para concretar en seis meses, se hizo en cuatro. Para los autores del afiche de la desmemoria, en un tiempo menor al que se había prometido. ¿No es eso un compromiso con la recuperación de la Memoria y, por tanto, con los Derechos Humanos? ¿No debería estar esto incluido en ese ‘últimamente’ que reza el cartelito de los jóvenes radicales?
Por si estos muchachos tan desorientados como sus dirigentes no recuerdan, el 24 de marzo se ha convertido en feriado por sugerencia de los Organismos de DDHH y por iniciativa del kirchnerismo. Gracias a esta decisión, el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia permanece en rojo en el calendario para que ningún personaje sombrío lo quiera condenar al olvido. Porque todavía hay muchos que insisten en echar tierra sobre este asunto, por más que sorprenda. Esos hipócritas y criticones quieren que viudas, madres, hijos, abuelas permanezcan llorando en el rincón más olvidado de una casa y no marchando en la Plaza, con la enorme alegría de construir futuro. Esos adoradores del pasado quieren que la ESMA sea un cementerio y no un espacio en el que se construye Vida. Mientras sigan existiendo personajes así, el Día de la Memoria debe permanecer como feriado, no sólo como un espacio de reflexión, que necesita soledad y silencio, sino como una jornada de lucha colectiva. Y si hay lágrimas, que sean de emoción y no de tristeza. Emoción y alegría por la convicción de que ese golpe ha sido el último.
¿Qué buscan con ese afiche, más que dar por tierra con una construcción de años? ¿Qué plan tienen para construir el país si eso es lo único que pueden aportar? ¿Qué idea de unidad quieren sugerir con los nombres de fantasía que buscan para sus alianzas si lo único que proponen es la disolución? ¿Son realmente jóvenes los que elaboraron ese cartelito o son los vejetes de siempre con maquillaje que, más que radicales, son sumamente conservadores?
Aunque vayan a la Plaza, con esas ideas quedarán en soledad, mascullando la impotencia de no poder dirigir a un colectivo porque no comprenden lo que es eso. Podrán ser muchedumbre, pero no pueblo, mientras no vislumbren que –con esas tonterías- forman parte de ese Círculo Rojo que tanto daño nos ha hecho. Y si no forman parte, al menos son funcionales a sus intenciones de volver a apoderarse del destino del país. Más allá de la libertad de expresión, ese afiche no debería siquiera haberse pensado. Cada vez están más lejos del futuro porque a cada paso retroceden.