Marcha de la bronca: Fuerte reclamo de justicia por víctimas de homicidios en Rosario
La convocatoria contó con la presencia de familiares de víctimas de otros crímenes ocurridos en los últimos tiempos en Rosario. Allegados a Jairo Trasante marcharon desde el bar donde había ido cuando lo mataron hasta la sede de la Gobernación.
A un mes del asesinato de Jairo Trasante, el adolescente de 17 años baleado a la salida del bar céntrico Chiringo, sus familiares, amigos, militantes sociales y allegados a otras víctimas de homicidios le imprimieron ruido y color a la postal de un feriado lluvioso, en una nutrida marcha que partió desde el local de Dorrego al 1400 hasta la sede de Gobernación en reclamo de Justicia. El joven era hermano de uno de los militantes asesinados en el triple crimen de Villa Moreno y su nombre, ayer, se plegó a esa lista: «Jairo, Jere, Mono y Patom, ¡Presentes!», corearon los manifestantes a lo largo del recorrido.
El acto al cumplirse un mes del crimen de Jairo Trasante arrancó a las 10, bajo la lluvia, frente al local de Dorrego 1047 adonde el chico había ido a bailar el 2 de febrero pasado. Allí se inició una pelea que se trasladó a la vereda y de la que él se alejó con un amigo en moto, pero fueron perseguidos por un Renault Sandero desde el que les dispararon. La semana pasada fue detenido un empleado municipal de Pérez, de 30 años, ligado al vehículo que fue secuestrado en un taller de chapa y pintura. El detenido se abstuvo de declarar ante el juez de Instrucción Juan Andrés Donnola.
«La persona detenida se negó a declarar, creemos que tiene cosas para decir. Si bien la causa está en secreto de sumario, por comentarios creemos que es quien manejaba el vehículo. Estamos expectantes por la detención del responsable de la muerte de mi hijo y de los cómplices que tengan algo que ver con este tema», dijo en una pausa del acto el pastor evangélico Eduardo Trasante, padre de Jairo y «Jere», quien la semana pasada recibió la noticia de que la causa por el triple crimen finalmente se ventilará en un juicio oral (ver aparte).
«La idea es hacer ruido y presencia para que la gente conozca lo que pasó ahí. Muchas veces estos movimientos son catalogados como de desocupados, villeros, negros y tantos otros comentarios que descalifican. Somos gentes de laburo, estudiantes secundarios y universitarios, organizaciones sociales y víctimas de otras causas», describió Trasante durante la caminata, ya enterado de que no sería posible mantener una audiencia con el gobernador Antonio Bonfatti, como esperaba.
Punto de partida. Bajo la lluvia, rodeado de carteles de colores al cielo con reclamos por una Rosario menos violenta, Trasante habló por megáfono ante el grupo que se concentró a las puertas de Chiringo, en una cuadra despoblada y con negocios cerrados. El local estaba escudado por una decena de policías que se amurallaron en el frente, mientras personal de Tránsito municipal cortaba la circulación en las esquina de Dorrego y San Luis.
Esa cerrada custodia fue considerada llamativa por los manifestantes: «No somos gente peligrosa. Creo que hay cosas que se esconden detrás de las puertas de Chiringo», dijo Trasante en el lugar, que quedó marcado por las consignas «Jairo presente» y «Justicia por Jairo», escritas con aerosol en las persianas bajas de la cuadra. Pasadas las 11 comenzaron a marchar por San Juan hasta Moreno y desde allí bajaron hasta la sede de Gobernación, frente a una plaza San Martín húmeda y desierta. «Jairo siempre presente en el corazón de tus amigos», «Reaccionemos y dejemos de sufrir por gente inocente», se leía en los carteles, también con alusiones religiosas y menciones al repunte de homicidios dolosos en la ciudad: «Basta de crímenes» rezaba un letrero empuñado con energía por un nene de unos 6 años.
Una vez que la multitud se desplegó sobre el asfalto de Santa Fe al 1900, la batucada se acalló y se hizo un minuto de silencio por el muchacho fallecido, seguido por un cerrado aplauso.
En común. En el acto confluyeron otras víctimas, de otros puntos de la ciudad, afectados por una problemática común. Estuvieron presentes los familiares de Melani Navarro, la nena de 5 años asesinada en enero pasado de un disparo en la cabeza al quedar en medio de un tiroteo entre bandas en Flammarión al 4900.
También aportaron presencia los allegados a Iván Romano, un joven de 20 años baleado en agosto pasado en la noche de su cumpleaños frente a un quiosco de Fisherton Norte. Y desde una columna del edificio —con menos custodia policial que el bar— pareció sumarse al acto la inscripción «Justicia por Merce», pintada en una marcha previa por el crimen de la militante social Mercedes Delgado, alcanzada por balas que no eran para ella en las calles de Ludueña.
Los manifestantes plegaron el nombre de Jairo a la lista de las víctimas del triple crimen que conmocionó a la ciudad el 1º de enero de 2012, cuando los tres militantes del Movimiento 26 de Junio se convirtieron en blanco de disparos que no eran para ellos en una canchita de fútbol de villa Moreno, donde el padre de Jairo y Jere despliega su tarea pastoral. Así, el grito de «Jairo, Jere, Mono y Patom. ¡Presentes ahora y siempre!» retumbó varias veces durante el acto que se reiterará este jueves, a las 10, a las puertas de los Tribunales provinciales.
(La Capital)