Golpearon y maniataron a familia de country de Ibarlucea para robarle

Los ladrones actuaron profesionalmente y tenían información detallada de sus víctimas, a quienes llamaban por sus nombres. Actuaron con mucha violencia en dos de los chalets. El predio está sobre la ruta 34, en jurisdicción de Ibarlucea, y posee unas 200 casas.

«Cuando se estaban yendo uno me dijo: «Te voy a dejar un regalito». Me apoyo un almohadón en la espalda y cuando sentí el peso de la pistola me dije «ahora voy a conocer lo que es morirse»». Ayer a la mañana, ocho horas después de que su casa en el country del club Logaritmo fuera robada, a Enrique Giménez no le bajaban las pulsaciones. Cerca de las 4 el hombre y su familia se toparon con tres asaltantes armados, y a cara descubierta en el interior de su vivienda. «Me dijeron: «Quedate tranquilo porque nosotros no somos violadores. Somos ladrones y tenemos hijos igual que vos»», rememoró Giménez, quien es abogado y tiene 51 años. Los delincuentes sabían vida y obra de la familia que hace diez años vive en el barrio. Los llamaban por sus nombres, sabían de sus profesiones y también que tenían un hijo discapacitado. No contentos con ese robo, los maleantes también asaltaron una casa lindera con la misma mecánica.

«Doctor Giménez, no nos haga perder tiempo que todavía tenemos que reventar tres casas más», le dijeron al abogado que reside en el sector este del country Logaritmo, en el kilómetro 4 de la ruta nacional 34, jurisdicción de Ibarlucea.

LADRONES PROFESIONALES

«Era un grupo perfectamente organizado, con un jefe que hablaba con buen léxico y daba órdenes concretas. Muy profesional. Nos maniataron con pañuelos de seda y corbatas que había en la casa y tuvieron destreza, porque no es fácil atar a personas que no quieren que las amarren», indicó Giménez.

Según contó el abogado, «se llevaron mil dólares que guardaba por si venían a robarme, porque ya nadie tiene dinero en su casa; unos mil pesos que nos sacaron a mi hija y a mí; y todas las joyas y alhajas. Eso me da mucha pena porque yo a mi esposa todos los aniversarios le regalé un anillo de oro», recordó el hombre que lucía moretones en su cara, su cabeza y un fuerte golpe en la espalda que le propinaron con el mango de un hacha. Antes de entrar a la casa del abogado, los ladrones robaron en la vivienda contigua, pero allí los vecinos se excusaron de hablar con la prensa.

«Buen día. ¿A quien vienen a ver?» Tras la respuesta del cronista, los empleados de seguridad instalados en la garita de ingreso del barrio cerrado de unas 40 hectáreas y 170 viviendas, registraron los datos e indicaron el recorrido para llegar a la casa de los Giménez por poceadas calles de ripio que bordean cuatro canchas de rugby.

INTELIGENCIA PREVIA

Enrique Giménez recordó el golpe a la perfección. Dijo que comenzó a las 4 de la mañana, cuando los ladrones ingresaron forzando una puerta ventana y que cuando escuchó ruidos ya los tenía adentro. Con uno de los tipos se trenzó a golpes de puño hasta que sintió el frío metal del caño de la pistola en su sien. Para entonces, los maleantes habían encerrado a los perros —un ovejero alemán lazarillo del hijo discapacitado y un golden— en la cocina.

«Hace ocho meses que les hacemos inteligencia», le dijo a Giménez uno de los ladrones mientras lo llamaba a todos por sus nombres de pila. A la pareja la maniataron y la separaron de ambientes, lo que hizo que el abogado se desesperara al escuchar el llanto de su esposa. Eso le valió una buena paliza al hombre. En medio del atraco llegaron a la casa una de las hijas del matrimonio y su novio, quienes pasaron a engrosar el grupo de víctimas. «No nos hagas perder del tiempo. Ya robamos al lado y tenemos que reventar tres casas más», le dijo el locuaz ladrón a Giménez.

IRREGULARIDADES

«Acá hay varios problemas. Uno de ellos es que hace diez años, cuando eramos 20 familias, un guardia de seguridad a caballo estaba bien. Pero ahora no alcanza. La policía no patrulla regularmente el interior del barrio porque es cerrado; pero cuando se consulta en la Comuna te dicen que es un barrio abierto y que las calles son públicas. Después hay una serie de problemas judicializados con el club. Acá alguien se tiene que hacer responsable porque los vecinos denunciamos las irregularidades para evitar cosas como estas. En las calles no hay luz, por ejemplo», dijo indignado el abogado. «Y también hay que ver la responsabilidad de la Fiscalía de Estado, que permite con las modificaciones que hace a las ordenanzas que este tipo de barrios se manejen como si fueran un principado», agregó.

«En la casa de al lado, en la que vive un matrimonio mayor que estaba con su nietito de 5 años que vino de Rafaela, les hicieron lo mismo. Sabían sus nombres, de qué trabaja el hombre, y los ataron a los tres. Ahí estuvieron cerca de 40 minutos y en mi casa unos 20. En los dos casos igual: sólo querían dinero en efectivo y joyas», relató Giménez, quien quedó sumamente impresionado por el nivel de detalle que tenían los maleantes. «Sabían el grado de discapacidad de mi hijo. Y en un momento me dijeron. «Lo que pasa es que vos cagaste a uno que es muy grande y ese te entregó». Y yo nunca cagué a nadie. Vos ves mi casa y yo soy un laburante que se hizo la casa como pudo y que en un momento pudo comprar en cuotas, terrenos linderos. Pero mis ingresos no son superiores a los tuyos», le dijo al cronista.

Fuente: Notiexpress / portales locales