Balean vivienda de mujer que denunció un bunker
A pesar de contar con custodia, atacaron, una vez más, la casa de Adriana Abaca en barrio Godoy. Salió a buscar ayuda y pudo escuchar el zumbido de las balas. En 2012 denunció un búnker de drogas de la zona y desde entonces vive un infierno. Asegura que los Cantero aún operan en la zona.
Los Abaca no tienen paz. Desde que Adriana, que vive en Calle 1711 y Colombres con su familia, denunció en 2012 un búnker de drogas del barrio y a un soldadito que amenazó a uno de sus hijos a punta de pistola, su vida se convirtió en un infierno. El kiosco está vinculado a la banda narco Los Monos que –según aseguró– aún opera en la zona. En noviembre le balearon la fachada de su casa y esta madrugada volvieron a hacer lo mismo e incluso esperaron a encontrarla en la calle para apuntarle en la cara. Su nueva denuncia quedó asentada en la comisaría 32ª.
En diálogo con Radiópolis, el programa que conduce Roberto Caferra por Radio 2, Adriana contó el nuevo capítulo de su historia. A la 1.30 de la mañana de este jueves, a poco de recibir la triste noticia del fallecimiento de un familiar y mientras hablaba de ello con su hijo y nuera, escuchó dos detonaciones en la calle, a metros de su puerta de entrada. Cuando se asomó a la ventana identificó a los gatilleros, no eran otros que los que hace tiempo la acosan a ella y a su familia.
Sin pensarlo dos veces, corrió los 50 metros que la separaban de su custodio, apostado en la esquina de Colombres. Pero en ese momento las balas le zumbaron prácticamente al oído. Al verla ganar la calle, las mismas personas, montadas arriba de una moto, apuntaron directamente contra ella y efectuaron otros dos disparos. Ninguno la hirió.
“Al principio pensé que era otra amenaza, después me di cuenta que atentaban contra mi vida”, recordó consultada por Rosario3.com.
Desde su primera denuncia en 2012 –que disparó una serie de allanamientos, entre los que se desactivó una sede de operaciones de los Cantero en Larralde al 2800– el fiscal Juan Patricio Murray había ordenado dos turnos de guardia en su domicilio.
Sin embargo, Adriana nunca se sintió segura. En esta ocasión, cuando le contó a su custodio lo sucedido, el oficial admitió que había descartado el ataque porque pensó que se trataban de tiros al aire.
No es la primera vez que la guardia deja hacer. El año pasado, mientras sus nietos miraban televisión con sus tíos en el living de su casa, una lluvia de balas impactó contra la fachada.
En aquel entonces, encontraron seis proyectiles, uno de ellos en el colchón donde los niños miraban, tirados en el suelo, una película con sus tíos.
Pese a los reclamos, Adriana no encuentra garantías. Está desesperada, teme por su vida y por la de sus seres queridos.
(Rosario3)