Apresan a dos policías por la fuga de Jefatura de sicario de Los Monos
Una evasión increíble. Prestaban servicios en la División Judicial cuando el miércoles 15 se escapó Juan Domingo Ramírez, quien estaba a su cuidado.
La convicción de que un hombre acusado como sicario de la banda de Los Monos se fugó de la Jefatura de la Unidad Regional II la semana pasada por contar con ayuda de su custodia desencadenó ayer tres decisiones: el cambio de juzgado de la causa, el allanamiento a las oficinas de la División Judicial donde se encontraba el preso y la detención de los dos policías que estaban allí para vigilarlo y que ahora quedaron imputados de haber recibido un soborno para facilitar la fuga.
Juan Domingo Ramírez, un hombre de 39 años que estuvo siete meses con pedido de captura judicial por su presunto vínculo con Los Monos, escapó a nueve horas de ser detenido. Varios elementos afianzaron la idea de que pudo hacerlo porque quienes lo cuidaban le permitieron irse.
Uno de esos elementos fue la declaración de un comerciante de una ciudad vecina a Rosario quien reveló que la mujer de Ramírez pasó a visitarlo dos horas después de la detención y le imploró que le prestara dinero. Finalmente, a las 6.40 del miércoles 15 Ramírez «se soltó» de las esposas que lo ataban al barrote de una escalera en la División Judicial y escapó de la sede de la policía de Rosario sin que nadie lo detectara.
Facilitamiento. La fuerte presunción de que la colaboración de la custodia gravitó en el escape implicó que el fiscal Enrique Paz pidiera que el caso se caratulara como facilitamiento doloso de evasión en concurso real con cohecho. Eso hizo que el trámite pasara del juzgado correccional a cargo de Héctor Núñez Cartelle, que investigaba la fuga como producto de una negligencia, al juzgado de Instrucción que encabeza Patricia Bilotta. La magistrada requirió ayer allanar las oficinas de la División Judicial, de lo que se encargaron agentes de la Tropa de Operaciones Especiales (TOE) y de la Dirección Provincial de Asuntos Internos.
Finalmente Bilotta ordenó la detención de los dos policías asignados a la custodia de Ramírez bajo la sospecha de que al menos uno de ellos pudo haber recibido un soborno económico para dejarlo ir. Los detenidos son el sargento Rubén Z. y la oficial de guardia Luciana O.
Estos dos policías habían prestado declaración informativa a dos días de la fuga. Rubén Z. dijo que la evasión se produjo en un momento en que la oficial de guardia se dirigió al baño. En ese momento, dijo el sargento, Ramírez se liberó de las esposas, le asestó una trompada y escapó al exterior. Al fiscal Paz le había llamado la atención que al producirse la evasión nadie hubiera lanzado ni escuchado gritos de advertencia. Por eso pidió que se secuestren los celulares de los policías que se encontraban frente a la División Judicial esa mañana.
La valoración jurídica del hecho que hizo el fiscal es que el preso no pudo haberse ido de la manera en que refirió el custodio al hacer su descargo y que alguien debió darse cuenta de la evasión. Por ello pidió agravar la carátula del caso y las detenciones. La oficial se hizo presente en forma espontánea en los Tribunales al saber que la requerían y el sargento se presentó por la tarde en la Jefatura.
Con captura. Juan Domingo Ramírez tenía captura judicial recomendada por el homicidio de Luciano Cáceres, un chico de 16 años al que mataron de un tiro en la cara frente a un búnker de drogas de la zona sur de la ciudad el 28 de abril del año pasado, y por ser considerado abastecedor de drogas y administrador del dinero de los quioscos de estupefacientes para la familia Cantero, quienes lideran la banda de Los Monos.
El martes 14 a la noche el joven fue capturado en la casa de su padre, en Roma 675 bis del Barrio de la Carne. Los policías que lo atraparon eran cinco y lo llevaron a la sede de la División Judicial para que a la mañana siguiente fuera derivado al lugar de encierro que decidiera el juez. Pero a las nueve horas el muchacho «se fue».
Por decisión de la Justicia una pericia de Gendarmería Nacional determinará si fallaron las esposas. «Al colocarle las esposas a un preso se verifica que los grillos queden firmes. Eso se hizo y así fue. Es muy raro que las esposas hayan quedado tiradas. Cuando una persona esposada escapa en general se suelta de una muñeca y se lleva las esposas colgando de la otra. No fallan las dos a la vez», confió a este diario una fuente policial a horas de la sugestiva huida.
La División Judicial, dependencia que trabaja bajo la órbita de la Justicia y desde el principio en la llamada causa de Los Monos, ya había quedado implicada en una controvertida situación hace veinte días, a raíz de la demora de tres de sus empleados en el country bonaerense donde vivía el asesinado Luis Medina sin conocimiento en Tribunales, lo que le valió la recriminación explícita de la jueza Alejandra Rodenas. (La Capital)