Murió esta madrugada uno de los dos primos baleados ayer frente a un búnker de drogas
El ataque fue ayer a la tarde en Garibaldi y Rodríguez y hoy falleció el chico de 15 años. Su primo de 20 sigue grave. Vecinos lo vinculan a la existencia del quiosco, la policía no tiene hipótesis.
Dos primos de 15 y 20 años fueron atacados a balazos ayer a la tarde en la esquina de Garibaldi y Rodríguez y esta madrugada a las 2.30, el menor de ellos, Wilson Benavídez murió a causa de las heridas recibidas. En tanto el otro joven se encontraba internado en estado desesperante en el Hospital de Emergencias. El sangriento episodio conmocionó a los vecinos de la zona, habida cuenta de que este año se habían perpetrado tres homicidios en ese cruce de calles y cinco si se suman un par de cuadras más.
La violencia en el lugar se atribuye a la intermitente existencia de un quiosco de venta drogas que al parecer ayer no funcionaba. En ese contexto, y más allá de que hasta anoche la policía no dio a conocer mucha información sobre lo ocurrido, es difícil no vincular al ataque criminal con ese búnker: es que las víctimas, que se desplazaban en una moto, cayeron malheridas a centímetros de la construcción.
Tiros. La calle Rodríguez, a la altura de Garibaldi, es un pasaje peatonal de tierra bordeado de casas precarias. En una de las esquinas, una casa combina puertas enrejadas con ventanas tapialadas y pequeños huecos característicos de los búnker de drogas. La construcción está bordeada por una pequeña pared de ladrillos sin terminar, que apenas supera la altura de un zócalo.
Allí, contra una de las paredes del búnker, cayeron baleados Wilson Benavídez, de 15 años, y su primo José Gázquez, de 20. Según la policía, circulaban en una moto cuando alguien les disparó. Entonces, el más chico recibió un balazo en la cabeza y otro en la espalda, mientras que Gázquez sufrió dos impactos en el pecho. Sus familiares señalaron que los jóvenes habían ido a cargar nafta para la moto en una estación de servicios ubicada por Ovidio Lagos.
Esta madrugada falleció el menor y su familiar de 20 años seguía internado en el Heca en estado crítico y pronóstico reservado. Aún no habían pasado dos horas del hecho cuando sus familiares se enteraron de que difícilmente superen las heridas sufridas, algo que se confirmó en las primeras horas de hoy miércoles con Wilson Benavídez, de 15 años.
Respecto del hecho, ningún vecino dijo haber visto lo ocurrido. Si bien una versión indicaba que el tirador iba en bicicleta, eso no fue confirmado por la policía. Aunque algunos dijeron haber escuchado varios disparos, tampoco se estableció si hubo más de un tirador o si hubo intercambio de disparos.
En el lugar del hecho, según fuentes policiales, no se levantaron vainas servidas, lo cual indica la posibilidad de que les hayan tirado con un revólver. «Sólo sabemos que las víctimas iban en una moto, no sabemos nada de los agresores», sostuvo un uniformado en el lugar. Y describió al vecindario como «hostil» para con ellos, dando a entender que sería difícil obtener información.
Guachos cayendo. «¿Por qué los matan? Porque acá matan. Y todos los días tenemos que ver cómo los guachos van cayendo». Si bien prefirió no identificarse ni ser fotografiada, la vecina que habló con este diario dijo que iba a hablar porque estaba «con los huevos llenos de tener miedo». Madre y abuela de niños pequeños, contó que cuando escuchó la balacera estaba saliendo de su casa ubicada a media cuadra de la esquina y se encontró con «dos pibes tirados desangrándose».
Otros vecinos la rodearon y empezaron a hablar de la violencia que afrontan día a día. «La policía sabe que se vende droga ahí», señaló un hombre hacia el búnker que «cierran, abren, lo vuelven a cerrar. Los policías son cómplices y los jueces y políticos miran para otro lado, siempre pasa lo mismo», sentenció.
«Cuando se vayan estos —dijo una joven en alusión a la policía que aún trabajaba en el lugar— van a volver y van a seguir vendiendo droga. Todos los meses tenemos un muerto acá, ¿qué se piensan que son? Hay criaturas acá. A nosotros no nos cuida nadie».
«¿Y sabés por qué no lo tumban? Porque vienen todas las madrugadas a buscar la droga, eso hacen los policías», bramó otra mujer, mientras un muchacho a quien un mes atrás le mataron a un primo en la misma esquina proponía: «Vamos a tirar abajo esa porquería, loco».
Cansada. Reacios a hablar sobre el violento episodio que había ocurrido 40 minutos antes, los vecinos no abundaron en detalles sobre los chicos baleados. «No son del barrio, pero a uno lo conozco», dijo una mujer que desestimó que estuvieran vinculados con el narcotráfico.
Lo que no dejaron de vincular con el narcotráfico es la fatal violencia que asuela el barrio. «Eso que llaman ajuste de cuentas está manejado por dealers (vendedores de droga) de cada lado que mandan a chicos a matarse entre ellos. Y estos chicos no tienen salida laboral ni contención. Son chicos que necesitan afecto, son chicos que necesitan laburo, son chicos que necesitan, necesitan y necesitan. Y nunca les dan nada», bramó la vecina «cansada de tener miedo».
«Soy una pobre pelotuda que labura —continuó, sin poder contener el llanto— y todos los días tengo que ver cómo los guachos de acá se van cayendo. Todos los días salgo de mi casa y me encuentro un pendejo de 9 o 10 años fumando un porro en la esquina. Y acá nadie habla. Bueno, me cansé de tener miedo, si me quieren boletear que lo hagan. Yo ya hice lo mío. Basta, no podemos estar más como estamos».
Cinco muertes en la zona desde marzo
Las quejas de los vecinos de la humilde barriada de Garibaldi y Rodríguez tienen sus por qué. En lo que va de 2013 en esa zona ya hubo tres homicidios y un pibe baleado además de los dos adolescentes atacados ayer.
La madrugada del 14 de septiembre Adrián Oscar Ledesma, de 35 años, fue asesinado con un balazo en la nuca. Vivía en la villa de Flammarion al 4900 y nunca se supo qué hacía en el lugar donde cayó sin vida junto a su bicicleta y sus pertenencias. La policía descartó la hipótesis del robo y apostó a una venganza.
El 4 de agosto a la tarde, Ezequiel Spretz circulaba con su novia en una moto por Doctor Riva y Rodríguez. Entonces dos de sus primos, “Chino” y “Bebe”, lo interceptaron por viejas disputas y le dispararon ocho balazos. Para los investigadores se trató de un problema intrafamiliar.
Con venganza. Raúl Héctor “Caracú” Navarro tenía 32 años y un abultado prontuario. La noche del sábado 18 de mayo se encontraba en lRodríguez y Garibaldi cuando lo mataron de varios balazos disparados por dos jóvenes que pasaron en una moto. La motivación del hecho, los nombres implicados y las características de la ejecución instalaron la presunción de que se trató de una venganza desatada por un homicidio ocurrido a tres cuadras de allí en febrero: el de Sergio Alberto Pared, de 50 años, baleado desde un auto frente a su granja de Doctor Riva y Callao.
Dos días después del crimen de Navarro, desde dos motos dispararon contra una vivienda de cortada Madre María y Presidente Quintana donde viven familiares de “Caracú”. Entonces su sobrino de 9 años fue alcanzado por una bala y debió ser internado fuera de peligro. Por el ataque fueron detenidos dos hijos de Pared: “Piquito”, de 19 años, y Brenda, de 20.
Finalmente, el 10 de marzo Leonardo Fabio Espinoza, de 23 años, fue asesinado a tiros en una casa de Garibaldi al 2500 donde vivía su novia. Aquel día al menos tres jóvenes llegaron hasta la vivienda en una moto y empezaron a golpearlo a él y a su cuñado. En su momento se indicó que el problema era pasional, pero al parecer le achacaban a la víctima haberle robado a la hermana de uno de los agresores. Después de la pelea hubo tiros y Espinoza fue alcanzado por una bala en medio del pecho. Por ese homicidio fue procesado Alexis Ariel Balmaceda, de 22 años y conocido como Gordo Ale.
(La Capital)