El análisis de redes sociales para combatir al terrorismo

En estos tiempos en que medios de comunicación, a nivel mundial, titulan diariamente con materiales periodísticos relacionados con tareas de espionaje a partir de la intercepción de comunicaciones, poco se dice del Análisis de Redes Sociales (SNA).

Es considerado un medio eficaz para predecir e impedir ataques terroristas y se utiliza para fijar su atención en las relaciones entre personas, grupos considerados sospechosos, organizaciones e incluso entidades que procesan información.

El SNA provee representaciones visuales de las relaciones en red y mediante cálculos matemáticos produce análisis sociológico.

Los espías expertos en redes, a partir de lo que califican como “nodo” o información importante, determinan su grado, que es el número de conexiones directas que posee.

También precisan la intermediación, esto es el número de caminos que conectan pares de nodos que cruzan a través de información considerada vital.

Luego determinan la influencia, que es una medida para generar eslabones con otros nodos que son considerados destacados.

Por último, se mide la cercanía que es la característica por la cual un “actor” se liga con otros.

Así puede precisarse que una entidad, con alto índice de grado presenta un alto grado de actividad, mientras que si, además, presenta similar grado de intermediación, es muy probable que tenga un prominente nivel de gestión.

Todo se desenvuelve en el marco de lo que puede ser considerada la gran familia sistémica, encargada de la red de vigilancia mundial en la que Estados Unidos y sus aliados interceptan llamadas telefónicas privadas y mensajes electrónicos de ciudadanos y gobiernos a nivel planetario.

Con este tipo de espionaje Estados Unidos, Inglaterra, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, intentan combatir grupos como el de Al Qaeda, un organización fundamentalista en la que se funden una filosofía que pretende mirar hacia el pasado y la tecnología que tiene destino de futuro. A esos elementos se le acopla una estructura organizativa elusiva y viriforme.

Esas escuchas permitieron desentrañar el ritmo: escuchas, silencio, ataque. Nos referimos a la resultante de un pacto nacido entre los países citados que componen la red y que aún hoy no ha sido reconocido. Quienes seguimos la información internacional la conocemos como UKUSA.

Esa red recoge decenas de miles de millones de llamados telefónicos, correos electrónicos, faxes y télex –en el caso de países con menor tecnología- y los distribuye a los países que componen la red, que vale apuntarlo- está por encima de cualquier otro vínculo de lealtad o afiliación.

Hay muchos países –como Argentina- que tienen leyes que prohíben espiar a sus ciudadanos, pero no prohíben que sus aliados espíen a esos mismos ciudadanos. Así, Estados Unidos -sólo por poner un ejemplo- puede pedir de cuando en cuando que Inglaterra vigile a ciudadanos norteamericanos, en el entendimiento de que si encuentran algún dato interesante, se lo pase sin problemas.

Espiar se ha convertido en una acción muy refinada, en la que están en juego estaciones de escucha que inhalan conversaciones recogidas por intermedio de satélites y de torres de microondas, satélites espías que navegan a cientos de kilómetros de altura y que captan frecuencias de radio en tierra, así como silenciosos virus de Internet que se aferran a las autopistas informativas.

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Ricardo Marconi

Licenciado en Periodismo. Posgrado en Comunicación Política. rimar9900@hotmail.com