Detienen a «Panadero» Ochoa por los asesinatos de «Pimpi» y «Quemadito»
Barrabravas y violencia. El juez le adjudica ser ideólogo de esos casos y de otros dos intentos de homicidio. Le decomisaron dos armas y 110 mil pesos.
Una serie de graves hechos de violencia ligados a la barra brava de Newell’s Old Boys quedaron unificados bajo una misma cabeza con la detención del actual líder de la hinchada, Diego Panadero Ochoa. El referente rojinegro está acusado de ser el ideólogo de dos cruentos ataques a ex laderos suyos y de dos homicidios resonantes: el de su antecesor en el paravalanchas, Roberto Pimpi Caminos, ultimado a balazos en marzo de 2010, y el de Maximiliano Quemadito Rodríguez, asesinado en febrero pasado en Corrientes y Pellegrini. Ochoa quedó preso en el cuartel de la Tropa de Operaciones Especiales (TOE) a la espera de ser indagado por el juez de Instrucción Javier Beltramone, quien le imputará haber encargado a sicarios esas descargas de plomo.
La detención realizada ayer por efectivos de la TOE revela un lineamiento deslizado meses atrás por el juez cuando resolvió la causa por el crimen de Quemadito Rodríguez: supone que detrás de esos casos ligados entre sí se adivina el accionar de bandas mafiosas organizadas.
En las cuatro causas judiciales que reclaman a Ochoa, ahora unificadas en un mismo juzgado, su rol estuvo bajo sospecha desde los primeros momentos aunque nunca fue implicado formalmente. Según fuentes judiciales, en los últimos tres meses se recolectaron nuevas pruebas y, además, fueron baleadas las casas de dos testigos, lo que justificó y apuró su detención.
Allanamientos. La detención de Ochoa estuvo acompañada de dos allanamientos: uno en su casa de Pueyrredón al 3700, donde se secuestraron dos pistolas calibres 40 y 22 registradas a su nombre, 110 mil pesos en efectivo, una computadora y entradas para el Coloso del Parque. Otra requisa con resultado negativo se realizó en la sede de Newell’s.
En el marco de la misma investigación, el juez Beltramone ordenó la detención de otros dos hombres (uno de ellos apodado Manzana) que no fueron localizados en sus viviendas y anoche permanecían prófugos. El abogado de ambos, Hernán Tasada, anunció que hoy presentará un escrito para «ofrecer su presentación» ante el tribunal.
La medida en la casa de Ochoa arrancó a las 6.30 de la mañana y recién siete horas más tarde, a las 13.20, el Panadero fue retirado frente a las cámaras de televisión, esposado y con la cabeza cubierta. El último paso del jefe de la barra de Newell’s por Tribunales había sido en mayo pasado, cuando prestó declaración informativa (implica una sospecha leve) por el crimen de Quemadito.
Crímenes. Rodríguez fue asesinado el 5 de febrero pasado cuando caminaba con su novia por Pellegrini y Corrientes. Se ayudaba con muletas porque una semana antes lo habían atacado a tiros. Pasadas las 18.30, un balazo calibre 9 milímetros le perforó la cabeza desde atrás. Murió en el acto. Los agresores huyeron en una moto.
Por el crimen alevoso fueron procesados Héctor David Porteño Rodríguez, considerado una persona de «extrema confianza» de Ochoa, y Sergio Federico Chuno Acosta. El padre y la hermana de Quemadito declararon que esos hombres fueron mencionados como los atacantes por la novia de la víctima a minutos del crimen.
En ese sentido, en mayo Ochoa tuvo que dar explicaciones por un mensaje de texto interceptado tres días después del crimen. Entonces consultó con un abogado por la situación de «David», quien se presume sería Porteño. Ochoa respondió que todo era un «malentendido» y que el David al que él se refería en el texto era David P., un conocido a quien le habían allanado la casa.
¿Que cambió en estos tres meses para que la situación del Panadero se agravara? Según fuentes de la causa, tras el procesamiento de Chuno y Porteño se acopió prueba que engrosó cuatro cuerpos del expediente, entre las que figuran escuchas y una última declaración que diez días atrás brindó Sergio Quemado Rodríguez, el padre de Quemadito, a la sazón preso por el triple crimen de Villa Moreno.
En base a esa nueva evidencia, cuyo contenido fue reservado por el secreto de sumario, Ochoa fue implicado como instigador o autor intelectual del crimen de Quemadito, el que se sospecha habría encargado a cambio de dinero. No es el único cargo que afronta: el elemento más sorpresivo de su detención es que también le imputan la autoría intelectual del crimen de Pimpi, un caso por el que ya se dictaron condenas en un juicio oral (ver aparte).
También lo implican en dos tentativas de homicidio. Si bien no se confirmó oficialmente, se trata del ataque a tiros contra el barrabrava Matías Pera, ocho meses después del crimen de Pimpi; y la balacera que dejó con muletas a Quemadito nueve días antes de su muerte. A partir de estas acusaciones queda claro que la investigación trata de definir el mapa de una gran familia desintegrada violentamente.
La rutpura. El punto álgido de ese quiebre sucedió la noche del 4 de septiembre de 2010 en el Coloso del Parque cuando Ochoa fue bajado a trompadas del paravalanchas por quienes hasta ese día fueron de su confianza y querían copar la conducción. Entre ellos, Quemadito, su padre, Matías Pera y Luis Pollo Bassi. Ese incidente fue seguido de una saga de balaceras con esos mismos nombres en el rol de víctimas.
El 21 de noviembre de 2010, frente a la plaza de pasaje Isola y Maestros Santafesinos, en el sudeste de la ciudad, Matías Pera recibió cinco tiros. Por el ataque fue procesado en 2011 un joven de 23 años de sobrenombre Cachorra . A ese muchacho apuntó el mismo Pera, quien desde el hospital dijo que fue atacado por su rivalidad con Panadero y le asignó al líder leproso la planificación del hecho.
Otro ataque por el que deberá responder Ochoa ocurrió el 27 de enero pasado, cuando Quemadito fue herido de bala en las piernas frente a la casa de su novia, en Coronel Arnold al 3200. Por eso empezó a usar las muletas que llevaba nueve días más tarde, cuando lo mataron.
Al investigar esa muerte, Beltramone señaló que el hecho estuvo ligado al «narcotráfico, el lavado de dinero y una disputa jamás finalizada sobre un supuesto liderazgo o control de la barra brava de Newell’s». En esa investigación la figura de Ochoa se perfiló desde el comienzo, cuando familiares de la víctima señalaron que «gente ligada a Panadero pagó dinero en efectivo para que lo asesinaran» en venganza por el incidente en que fue bajado del paravalanchas. Una acusación que ahora cobró peso y se plasmó en la detención del líder leproso.
(La Capital)