Newell’s sale a escena frente a Boca con el debut de Alfredo Berti en el banco
Será un estreno múltiple para Newell’s. Desde cualquier lugar desde donde se lo mire no será un debut que pasará inadvertido para el hincha rojinegro.
Será un estreno múltiple para Newell’s. Desde cualquier lugar desde donde se lo mire no será un debut que pasará inadvertido para el hincha rojinegro. Demasiadas imágenes se amontonaron en los últimos meses para que el partido de hoy ante Boca en la Bombonera tenga apenas la fuerza de la postergada primera fecha del torneo Inicial. Newell’s le dice hola a un campeonato en el que ya no tendrá a Gerardo Martino, el padre del equipo que se consagró campeón hace menos de dos meses. En este ínterin también se saludaron con pañuelos al aire los goles de Ignacio Scocco y seguramente se extrañará con una cuota de melancolía la seguridad competitiva que se llevó Santiago Vergini. Newell’s saldrá a revalidar su título monitoreado por otro comando. Se abre un nuevo ciclo en el que Alfredo Berti tratará de pisar por las huellas que dejó el camino de Martino. El Loco comenzará a transitar solito, sin mirar continuamente hacia atrás y encontrar a cada paso la sombra del Tata.
Fue elegido para ser el capitán del barco de la era del posmartinismo. Por eso al principio se moverá en un contexto de tolerancia muy alta. Sabe que cada partido que dirija será un examen. Que cada determinación que tome, el murmullo popular y el ojo de la crítica lo estudiarán de arriba a abajo. Le harán saber que salió del cascarón de las divisiones inferiores del club para conducir a un equipo que ya aprobó todas las materias futbolísticas. La comparación con el proceso anterior surgirá como un acto mecánico. Este ciclo deberá nutrirse de tiempo y partidos, un tesoro del que pocos disponen en el fútbol argentino.
De lo que sí debe estar agradecido Berti es de haber recibido una formación de reconocidos fundamentos colectivos. El sentido común indica que su incidencia no debería ir más allá de realizar algún retoque de ocasión o de ubicar algunas piezas que lleven su sello sin resentir una estructura que hace rato que tiene una identidad definida. Habrá que ver si con su mensaje es capaz de mantener la ambición y la vena competitiva del equipo que dio la vuelta olímpica. Por lo pronto es saludable que haya dado señales de estacionarse con una formación base que a hacer girar los nombres más allá de las ventas de Scocco y Vergini, y de la sorpresiva ida de Urruti. También mostró tacto para no apurar los tiempos de recuperación de David Trezeguet y Damián Manso, dos de las caras nuevas del plantel. Tampoco en este tiempo de preparación se dejó tentar por arrebatos propios de su inexperiencia.
Y eso que Newell’s sufrirá esta noche las deserciones de Heinze y Cáceres por lesión, y las ausencias de Maxi Rodríguez y el peruano Cruzado por haber sido citados a sus respectivas selecciones. Justamente si se repara en la imagen del equipo que se consagró campeón del torneo Final y que perdió por penales las semifinales de la Libertadores ante Atlético Mineiro sólo seis jugadores saltarán a escena: Guzmán, Casco, Pérez, Bernardi, Mateo y Figueroa. Cualquiera que se detenga en esa foto podría tentarse en señalar que Newell’s sufrió un desmantelamiento de su plantel estelar. Eso sería caer en una falsa impresión. La realidad es que en Newell’s se inaugura un ciclo dentro de un proyecto integral que tiene a Berti como el continuador del momento glorioso que nació con Martino.
Entre la ida de Scocco y la llegada de Trezeguet
No hubo renovación masiva del plantel campeón. Tampoco se pudo evitar la venta de dos jugadores vitales en el andamiaje de la formación rojinegra que maravilló a propios y extraños de la mano de Martino. Además del Tata (técnico de Barcelona), durante el receso se fueron Scocco a Inter de Porto Alegre y Santiago Vergini a Estudiantes. En el rubro incorporaciones, Newell’s sacudió el mercado de pases con la llegada de David Trezeguet, repatrió a Damián Manso y sumó al defensor Franco Lazzaroni, de Defensa y Justicia. También regresó de un préstamo el paraguayo Víctor Aquino.
(La capital)