Asesinan de un tiro en la cara a un chico de 16 años dentro de una casa
Cruento final para la desamparada vida de un joven menor de edad en Chacabuco al 3700. Luciano Cáceres recibió un tiro desde corta distancia. Lo habían amenazado, según dijo un adolescente de 14 que vivía con él.
Luciano Gabriel Cáceres tenía 16 años y era lo que se conoce como un chico de la calle, es decir, un adolescente apenas escolarizado y sin contención social ni familiar. Antes de ayer cuando amanecía un certero balazo que le dispararon a corta distancia en la cara, dentro de una casa del barrio La Tablada, terminó con su vida. Hasta anoche los investigadores no habían determinado la motivación del trágico ataque, pero manejaban la teoría de un acto de venganza. Según testimonios del acta preventiva el chico fallecido había recibido amenazas de muerte de una persona que todavía no fue identificada.
La vida de Luciano estuvo signada por las desventuras. Luego de la muerte de la madre, vivió algunos meses con el padre pero al hombre, según una fuente policial, el chico «se le fue de las manos». Dejó entonces la casa paterna y se hospedó en la vivienda de una abuela. En ese tiempo cometió algunos robos y fue derivado al Instituto de Recuperación del Adolescente. Cuando recuperó la libertad quedó en una situación de desamparo. Comenzó a andar por la calle con un rumbo incierto hasta que conoció a G. R., el adolescente de 14 años con el que vivía desde hacía un año en una casa de material y techo de chapa situada en Chacabuco al 3700.
Refugio y final. En esa propiedad también vive la madre de G. R., una mujer que vende ropa que compra en «La Salada», la conocida feria de indumentaria en Lomas de Zamora. Ella no estaba en el momento de la ejecución. A las 6.40 de ayer el chico de 14 años recibió un mensaje de texto de su primo. «Abrime la puerta que no tengo llave», le pidió el primo. G. R. recorrió por un pasillo los treinta metros que lo separaban del ingreso a la propiedad y le franqueó el paso. «El chico explicó que se quedó charlando con el primo y en ese momento escuchó ruidos en el techo de chapa. Como sintió miedo esperó unos quince minutos y después entró a la casa», consignó un oficial de la comisaría 16ª a cargo de la investigación del caso.
Al hacerlo distinguió el cuerpo sin vida de Luciano. El adolescente estaba tirado en una cama de dos plazas, inmóvil y con el rostro ensangrentado. Un balazo le había atravesado la cara y perforado la nariz.
El televisor. Una silla corrida de su lugar en el comedor y la desaparición de un televisor de 42 pulgadas sugerían la posibilidad de que el crimen podría haber sido el desenlace de un robo, pero a los pesquisas esto no les parece verosímil. «¿Cómo hizo el autor o los autores para llevarse un televisor de ese tamaño por los techos de la casa?», se preguntó un jefe policial.
La vivienda de Chacabuco al 3700 tiene unos 40 metros de fondo. En la parte delantera vive una tía de G. R. La mujer se estremeció cuando el sobrino le anunció llorando la muerte de Luciano. «Salí corriendo para ver lo que había pasado. El chico estaba tirado ensangrentado entre la cama y el sillón. Todo estaba revuelto y faltaba el televisor. Antes de que lo mataran, el pibe estaba jugando a la play station con mi sobrino», explicó a LaCapital.
La mujer comentó que no conocía las circunstancias que rodearon al violento suceso. «No tengo idea de lo qué paso. Al padre (de Luciano) no lo conozco y de él no sé casi nada», dijo, aunque señaló que el chico fallecido no trabajaba ni estudiaba. Otro detalle que llamó la atención de los investigadores policiales es que G.R. no percibió el sonido de disparos. El mismo relató brindó su tía. «No escuché tiros», dijo la mujer.
Tras el suceso, el adolescente quedó demorado en la comisaría 16ª de Ayacucho al 3300. En esa seccional brindó su versión del episodio. En rigor, el chico no está señalado por ningún delito. Pasado el mediodía de ayer, las autoridades de esa dependencia policial esperaban que la madre fuera a buscarlo. «Todavía no pudimos localizarla», afirmó el vocero consultado.
Los efectivos de la comisaría 16ª y de la sección Homicidios no hallaron vainas servidas en la escena del crimen, pero presumen que al chico fallecido lo mataron con un revólver calibre 22 largo. (Eduardo Caniglia / La Capital)