Se realizó un acto de repudio contra la discriminación a Fabricio Simeoni

Fabricio Simeoni, el escritor que sufrió una acto discriminatorio en un restaurante de Pichincha, realizó un acto en bulevar Oroño para concientizar sobre la problemática que atraviesan los discapacitados.

Sólo un hombre generoso como Fabricio Simeoni puede transformar una dolorosa situación de discriminación como la que le tocó vivir en un mensaje positivo hacia la sociedad. El escritor y poeta aceptó las disculpas «sinceras» del dueño del Club de la Milanesa (Alvear y Jujuy), donde el martes a la noche fue forzado a retirarse porque su silla de ruedas molestaba. Desechó rápidamente la idea de un escrache al local y en su lugar apeló a la «resistencia poética» en pleno bulevar Oroño. La idea era reflexionar acerca de los diarios padecimientos que viven, como él, las personas con discapacidad.

Un atmósfera positiva, buen clima, los comensales de los bares de Jujuy y Oroño desprevenidos, y cientos de corredores. En ese contexto comenzó a asomar el tupido grupo de amigos de Fabricio, sobre las 19.15, que ayer se apoderó del emblemático cantero del bulevar.

En ese lugar, y no en la vereda del comercio donde fue discriminado, el escritor decidió realizar un acto simbólico con lectura de poemas y breves palabras sobre el momento que atravesó. Fue claro y ofreció un mensaje abarcativo acerca de la problemática que atraviesan miles de discapacitados en toda la ciudad, imposibilitados de acceder a necesidades básicas, como ir a un baño, viajar en transporte público, o presenciar un recital.

«Yo no levanté la bandera de nada, vengo a leer poesías como un acto prolífico contra la discriminación. Marcos Quaranta (por el dueño del local) me pidió disculpas sinceras y para mi esto ya tuvo un cierre», le dijo el escritor a LaCapital minutos antes de quedar envuelto por un nutrido grupo de amigos que se arrimó al lugar.

De entrada Fabricio le puso sentido al austero acto. «Esto trasciende los límites de lo personal. Esta causa dejó de ser mía en el preciso momento en el que Marcos me pidió disculpas». Y dejó varios conceptos, cargados de «sentido común», frase que utilizó varias veces.

Para darle una vuelta al incidente y transformarlo en un acto positivo, el poeta dijo que «a veces hay materializaciones de las cosas que socialmente se ensanchan por el poco sentido común. Abundan los moralistas, pero a la moral sólo la sostiene el sentido común», puntualizó.

Agradeció y se mostró emocionado por el apoyo de la gente y pidió sostener «la pedagogía de la presencia, como decía Freyre. El hecho de estar acá. Además está bueno porque es el lugar donde viven los pororeros. Voy a venir a vender helados», se despachó con humor tras pedir que cada uno de los presentes «se aplauda a si mismo» por haberse llegado hasta allí.

«No voy a negar mi dolor ni sufrimiento, pero tampoco vengo acá a ponerme en víctima. Vengo porque me siento con ganas, todavía tengo fuerzas para que este detalle que sucedió nos sirva como atisbo de una impronta que genere algo en el otro, y que uno se quiera sentir el otro. De otra manera no tendría sentido»

Antes de leer su primer poema «Voltaje», enumeró algunos de los padecimientos de las personas con discapacidad. «Alguna vez quise entrar a orinar a un baño, no pude y lo tuve que hacer en la peatonal. Los baños de bares conocidos son utilizados como depósitos, donde la silla tiene que quedar afuera, es paradójico y hasta injusto. Tampoco veo dispacapacitados en los recitales. Vengo a hablar desde el chabón que tiene ganas de hacer algo, no desde la víctima», resumió Fabricio.

«Amigos»

Muchos amigos de Fabricio se arrimaron ayer para apoyar su inciativa. Además de Silvia Troccoli, titular de la Subsecretaría de Inclusión para Personas con Discapacidad, se pudo ver a los músicos Fabián Gallardo, a los integrantes de la banda Cielo Razzo, con su líder Pablo Pino, entre otros referentes culturales y de organizaciones sociales. (La Capital)

Foto: Cortesía Juan Pablo Robledo