La mano dura y negra de un presidente reelecto
Cuestiones relacionadas con la seguridad externa de Estados Unidos, entre las que se destacan la guerra civil de Siria, la continuidad del conflicto armado en Afganistán, el conflicto iranio-Israelí y el estancamiento de las relaciones norteamericanas con Irán por el programa nuclear de este último Estado, son sólo algunas de las que deberá enfrentar con mano dura el reelecto presidente de Estados Unidos Barak Obama.
Jim Margolis, -asesor del reelecto ocupante de la Casa Blanca en la campaña obtenida-, socio de GMBH, la agencia que oportunamente trabajó con Bill Clinton en su primera lucha electoral por la presidencia y representante del mayor número de senadores demócratas que ningún otro consultor en Estados Unidos, habría recomendado entablar diálogos directos con el gobierno iraní.
Los esfuerzos de Margolis tienen el objetivo de evitar un ataque militar israelí contra las plantas nucleares de Irán, donde el líder de ese país, el ayatollah Ali Khameini aún no dio la orden de detener las centrífugas de uranio, motivo por el cual el Estado de Israel amenaza avanzar militarmente con consecuencias casi incontrolables. Frenar la agresión de los contendores será, sin duda, la prioridad número uno del presidente reelecto.
El drama sirio
Obama también deberá considerar junto al subjefe de la CIA –debido a que el titular debió renunciar por engañar a su esposa con una espía norteamericana– el incremento de víctimas humanas por la violencia en Siria.
El presidente negro se resiste a las sugerencias del Pentágono de entregarle armamento a los rebeldes sirios por cuestiones estratégicas. No debemos olvidar sus promesas antes de las elecciones de terminar con las guerras en Medio Oriente y “armar a las fuerzas antigubernamentales en Siria implicaría ser acusado políticamente de iniciar una guerra”, según las declaraciones de Martín Indyk, ex embajador estadounidense ante Israel.
El propio Indyk también admitió que “si no interviene de alguna forma, existe un alta probabilidad que Siria se sumerja en un caos aún mayor al existente”.
La guerra sectaria que se produciría podría llegar a implicar a los territorios de El Líbano, Barhein y Arabia Saudita. Y no nos olvidemos de Pakistán, una potencia nuclear considerada por la CIA como “inestable” -Estado sobre el que ya hemos realizado en comentarios anteriores acotaciones precisas- debido a que su relación con Washington se ha deteriorado.
El dilema afgano
Como si todo lo apuntado no fuera suficiente, el reelecto mandatario tendrá que monitorear una salida “ordenada” de Afganistán, donde cualquier error de envergadura sobre el terreno de operaciones militar puede llegar a arrojar al país nuevamente al caos y a la agresión islámica descontrolada de la que –en principio- parece estar saliendo a fuerza de promesas de hacer las valijas.
No olvidemos que Obama tendrá en su nueva gestión que seguir teniendo un diálogo meduloso con el presiente ruso Vladimir Putin, quien no es considerado precisamente como un enemigo moderado. De postre, debe enfrentar a la cúpula del gobierno chino, ensuciada por un escándalo internacional que en su momento detallaremos meticulosamente y que excede este trabajo periodístico.
Trámites inconclusos
La gestión cumplida dejó en el camino asuntos irresueltos, esfuerzos frustrados que en los próximos cuatro años regresarán para pedir cuentas. En este rango de conflictos se encuentran los acuerdos de paz entre Israel y Palestina. El primer ministro israelí Benjamín Netayahu no le va a hacer el camino fácil ya que a principios del 2013 debe enfrentar un acto eleccionario como representante de un gobierno de derecha. Los asesores de Obama, seguramente, le recomendarán esperar el resultado del acto electivo interno para moverse diplomáticamente en consecuencia.
No debemos olvidar que en la próxima gestión gubernamental, Obama deberá mostrar, además, una fuerte presencia militar desde el Mar Amarillo hasta el Mar de China, aunque para ello tendrá que acordar como zigzaguea con los políticos de su país para hacer real su poderío ya que el Congreso le recordará los recortes presupuestarios impuestos al Pentágono.
Obama en retrospectiva
Cuando los analistas políticos y los historiadores avancen en retrospectiva sobre las gestiones del presidente negro considerarán, presumiblemente, el mundo integrado en que debió conducir sus gestiones mientras se enfrentaba a la amenaza de fuerzas no estatales como Al Qaeda, a las políticas económicas de gobiernos de Asia y Latinomérica, mientras su seguridad y la de sus protegidos estaba sujeta a los caprichos de un gobierno manejado por un clérigo o de gobernantes interesados en consolidar con un descaro increíble, fortunas personales que llegaron a miles de millones.