En una noche dramática, Maravilla Martínez le arrebató el título mundial a Chávez Jr.
En Las Vegas, venció al mexicano por puntos, en fallo unánime, y logró el cinturón de los medianos de la CMB; el argentino dominó siempre, pero cayó en el último round.
LAS VEGAS.- Sólo no había completado uno de sus vaticinios: una definición por la vía rápida. En los demás, Sergio Maravilla Martínez cumplía con todo. Con sus anuncios de un dominio incontestable sobre Julio César Chávez Jr., con sus antecedentes deslumbrantes. Pero la guapeza del mexicano, cuando todo parecía resuelto, volvió dramática la historia en ese último round tremendo. Cayó Maravilla, pero se levantó. La pelea consumió sus últimos segundos en un nivel de dramatismo asfixiante. Y aguantó el argentino hasta un final que lo consagró por puntos en fallo unánime y le otorgó el título mediano del CMB -una tarjeta dio 117-110, y las dos restantes, 118-109-, en un colmado y admirado Thomas & Mack Center.
Maravilla buscó asumir la iniciativa ante un Chávez de actitud tensa. La clara diferencia de envergadura física en favor del mexicano no afectaba la postura suficiente del argentino, propenso a bajar la guardia con ese estilo provocador pero también estratégico, porque invitaba al rival a atacar y abrir huecos en su defensa.
Un par de primeros rounds bastante parejos precedieron al primer capítulo en el que el quilmeño mostró buena parte de su mejor repertorio. En el tercero, por momentos, Martínez desplegó un excelente menú de combinaciones variadas, golpes abiertos por afuera y ganchos internos que hicieron blanco en la cara y el cuerpo de Chávez.
La incipiente supremacía del argentino se consolidó en el asalto siguiente, ya con Maravilla suelto y profundizando la búsqueda de los planos altos de Chávez. El mexicano, que mostraba un par de cortes en el rostro, entendió que debía proponer algo más y entró en un boxeo más corto, que le permitió conectar un par de buenos golpes, pero el round terminó con una fenomenal izquierda de Maravilla.
El paso de los rounds y la sensación de que las tarjetas no lo favorecían empujaron al mexicano a un avance tan sostenido como desorganizado, que empezó a ofrecerle blancos más visibles a Maravilla. El argentinopegaba en cantidad y calidad muy superiores y la cara de Chávez lo reflejaba. El combate parecía una exhibición de Maravilla, que por momentos pegaba a voluntad. La nariz de Chávez también sangraba; a pura vergüenza el mexicano encontraba fuerzas para alguna reacción, esporádica pero peligrosa. Un pequeño corte en la ceja izquierda del argentino también daba muestra de esa pegada.
El dominio del argentino era claro sobre un rival aguantador, pero casi extenuado. Era un final a pura vibración. Maravilla, veloz, superior, por momentos lujoso. Y de pronto, Chávez sacó la casta mexicana con una combinación terrible que derribó a Martínez. Cuando nadie lo esperaba, irrumpió la incertidumbre. El argentino aguantó con lo que le quedaba. Llegó al final, puro amor propio. «Para mí esto significa volver a creer en el boxeo», dijo, ya consagrado. La barra argentina dejaba escuchar su desahogo, su saludo a un campeón que puso todo lo que tenía.