La incontinencia de muchos espíritus
No hay nada escrito sobre el tema, pero se supone que un asesor debe ser más inteligente que el asesorado. Sin embargo, el gurú espiritual del Jefe de Gobierno porteño está protagonizando un pequeño conflicto en la India, su país de origen. Quizá pueda provocar sorpresa que Macri necesite un gurú para orientar algo tan lejano a él como su espíritu, pero así es. Sri Ravi Shankar visitará la CABA para brindar un seminario espiritual y una meditación masiva en Palermo, actividades de las que participará el alcalde con aspiraciones a más. Tal para cual, el iluminado indio declaró durante una ceremonia que las escuelas públicas son un caldo de cultivo de la violencia y el terrorismo. Y por si esto fuera poco, recomendó al gobierno de la India no seguir sosteniendo la educación pública y que las universidades financiadas por el Estado deberían ser entregadas a organismos privados. Para eso, Macri no necesita demasiada inspiración. El desmantelamiento de la escuela pública y la concepción del semillero peligroso parece ser una constante en su inexistente espíritu. Pese a todo, el gurú podrá iluminar con su palabra privatizadora y persecutoria a los desorientados individuos con los dineros del Estado porteño.
Mientras tanto, pasan cosas importantes en el verdadero país. Aunque muchos afirman que falta mucho tiempo para las elecciones presidenciales –y efectivamente es así- algunos ya están operando para acceder al podio de los candidatos. Afiches callejeros con la leyenda Scioli 2015 o encuentros de Macri con dirigentes de algunos pasos más allá del obelisco así lo demuestran. Y los medios, desaforados y enloquecidos, ya están protestando ante los rumores de una reforma constitucional que “eternice” a Cristina. De uno y otro lado hay mucha ansiedad. Porque los rumores existen y se palpa un ambiente de reforma.
El próximo documento de Carta Abierta, el grupo de intelectuales que apoya a este modelo, presentará una serie de argumentos en ese sentido. Ricardo Forster, uno de sus exponentes, aclaró que no habrá una mención explícita a la cláusula electoral, porque no hubo consenso para su inclusión. “Sí hacemos una defensa sobre los modos como en América latina se construyen los liderazgos”, aseguró el filósofo, en clara alusión a figuras como Lula da Silva, Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales. “El sábado en la Biblioteca se leyó un borrador –relató Carlos Girotti, otro de los integrantes- en donde con buen criterio se sugería que la cuestión de la proyección de la Presidenta, de su liderazgo, es un desafío”. El debate sobre una nueva constitución está creciendo ante la necesidad de incluir muchas de las transformaciones que se han realizado en estos años, para que no sean borradas de un plumazo por algún nostálgico de los noventa. “Estamos en un debate en curso –agregó Girotti- y en ese debate el acuerdo unánime de la asamblea es sobre la necesidad de impulsar la reforma de la Constitución. De hecho, Carta Abierta integra el Movimiento por una Nueva Constitución Emancipadora”.
Pero con este tema, los medios de comunicación y muchos políticos de la comparsa apelan a uno de los mecanismos de exclusión descriptos por Michel Foucault en “El orden del discurso”: el tabú. Desde las columnas periodísticas alertan con miedo supersticioso ante la simple mención de una reforma de la Carta Magna. Con tono serio y esclarecido advierten sobre las consecuencias de dar un paso en ese sentido. Inimaginables castigos divinos se desatarán sobre nuestras testas con sólo pensar en algo así. No es que este ignoto profesor de provincias piense que haya que cambiar de constitución como de camiseta, pero un país nuevo necesita algo nuevo que lo organice. Que establezca la imposibilidad de volver al país que fuimos y que tanto mal nos ha hecho. Que impida que el país se entregue como para regalo. Que instituya un compromiso en serio de los representantes con los representados, pero con todos, no sólo con algunos. Que la búsqueda de la equidad sea un mandato ineludible para todo gobierno. Que sea inconstitucional la defensa de los intereses corporativos, a costa del empobrecimiento de las mayorías. Claro, por eso meten miedo desde las propaladoras de estiércol, porque una nueva constitución puede convertirse en la plataforma para el país que ellos no quieren.
Todavía estamos desenredando el siniestro mecanismo de saqueo pergeñado por el neoliberalismo. Tratados, convenios, acuerdos y contratos perjudiciales para los intereses del país saltan a cada paso. Uno de los primeros que se ha dejado sin efecto es el firmado con España a mediados de los noventa, que exime a los españoles, accionistas o socios de una empresa localizada en Argentina de pagar el impuesto a los bienes personales correspondiente a esa participación. Muchas grandes compañías radicaron su administración en Madrid –sin moverse del país- para evadir el pago de tributos locales. El Grupo Techint, Petrobras, McCain, Nextel, Acindar, Quilmes y Monsanto son algunas de las empresas que explotaron este recurso y fueron detectadas por la AFIP. También el Gobierno Nacional dio de baja convenios tributarios con Chile y Suiza que permitían diferentes estrategias para no rendir sus obligaciones fiscales en Argentina. La tabacalera Massalin Particulares, Molinos Río de la Plata, firma del Grupo Pérez Companc, directivos y accionistas de Aluar, Banco Patagonia, Banco Macro y Arcor y las principales mineras y cerealeras del país aprovechaban estos convenios para diferentes estrategias de evasión. Mudanza de empresas, triangulación de exportaciones, compra de bonos y muchas otras trapisondas para no contribuir con el territorio que les da enormes ganancias.
Porque han ganado mucho. La han levantado en pala, como expresó varias veces La Presidenta. El índice Merval creció un 254 por ciento durante su gobierno, las mejores ganancias que han tenido las empresas que cotizan en la Bolsa porteña. Y no sólo eso. Un informe elaborado por Pablo Manzanelli, de FLACSO, revela que durante el período 1993-2001 el índice de rentabilidad sobre el capital fijo alcanzó el 24,8 por ciento, mientras que entre 2003 y 2010 ascendió al 37,2 por ciento. Esto indica que han ganado más que durante la perversa convertibilidad a la que tanto quieren volver algunos personeros de la oscuridad. Y a pesar de esto, se niegan a contribuir y a renunciar a una porción mínima de sus ganancias para alcanzar la tan ansiada redistribución del ingreso. Además, especulan con los precios y no dudan en apropiarse hasta de las ínfimas sumas que se consiguen a través de las discusiones paritarias. Por si esto fuera poco, lloran a moco tendido ante las cámaras de televisión ante la leve amenaza de perder una moneda.
Todavía queda una injusta matriz distributiva heredada de la dictadura y de los nefastos noventa que es necesario revertir. Discusiones pendientes como una reforma tributaria que logre una progresión contributiva, para que paguen más los que más ganan o severos castigos para los que insisten en el sendero egoísta de la evasión. Claro que todavía falta mucho para alcanzar el país con el que muchos soñamos; que quedan muchos excluidos y persisten las amenazas de los angurrientos. Muchas batallas quedan pendientes, como la de una reforma constitucional que siente las bases para la construcción de una Argentina –por primera vez y en serio- diferente. Vale la pena el desafío, por supuesto.