Siria, el infierno a la vuelta de la esquina
Un total de 610.000 hombres entre efectivos en operaciones directas y reservistas desencan, por estas horas, un infierno imprevisible sobre cada metro cuadrado de las calles de la ciudad de Aleppo, en Siria por orden del dictador Bashar al Assad.
Al momento de escribirse estas líneas, se confirma una masacre sin sentido que quien esto escribe adelantaba en un material periodístico ya editado en Cuna de la Noticia, esto es el ingreso a sangre y fuego, casa por casa, de efectivos del Ejército, con la orden de matar todo lo que se mueva, ya sean militares o civiles.
Para la invasión, Assad movilizó 220.000 hombres del Ejército, 30.000 de la Aviación, 40.000 de la Defensa Aérea y 5.000 efectivos de la Marina. Tuvo la delicadeza de dejar en la periferia de Aleppo, para que nadie salga vivo, a 315.000 reservistas y 108.000 paramilitares.
Al Ejército se le dio la orden de ingresar con cientos de tanques, de un total de 3.440 que posee Assad, a los que agregó blindados de combate soviéticos, que sólo son algunos de los 4.950 que le vendieron los rusos.
Pero eso no es todo. Los resistentes también se las tienen que ver con misiles tierra-tierra –Siria poseía 850, antes de iniciar el ataque- y con aviones de combate, cuyos pilotos disparan fundamentalmente a la población civil indefensa que no logró fugar de la ciudad en las últimas horas.
Assad piensa que con las fuerzas militares aludidas no es suficiente y por ello ya dispuso que los 70 helicópteros artillados que posee, también ataquen la ciudad hasta que no quede piedra sobre piedra.
Los hombres, mujeres y niños desarmados, en medio de ese pandemonium que es de hecho una guerra civil, como pueden, tratan de refugiarse en escuelas e iglesias, lo que no es a estas alturas, una garantía de sobrevivencia.
Mujeres –nos dicen- corren como enloquecidas por las calles con sus hijos heridos gravemente por la metralla o exánimes.
El objetivo inflexible del gobierno sirio es el de hacer desaparecer de la faz de la tierra a la resistencia y a la población de Aleppo para que sirva de ejemplo al orbe, mientras que las Naciones Unidas no actúan en consuno para detener la masacre, quizás porque sus intereses políticos y económicos son más importantes que la agonía de un pueblo que sólo desea la libertad.