¡Presente, mi General!
La palabra lealtad, no cotiza en bolsa… La lealtad, tampoco. Lamentable.
Añoro épocas en que dar la palabra, era firmar un documento. Añoro los compañeros esos, que casi no quedan, y se jugaban en serio.
Añoro los sueños colectivos. La convicción que supieron legarme. Ese saber que para estar mejor, todos debemos estarlo.
Añoro la Patria de los únicos privilegiados, en la que supieron criarme, aunque ya no era.
Añoro tus manos, alzándose desde el balcón hacia la plaza.
Tus manos, serruchadas, cercenadas, por la sinarquía internacional. Tus manos de padre de todos… Tus manos, que no pueden reemplazar las mías.
Supe, a edad muy temprana, que solo muere aquel que es olvidado.
General, no has muerto, porque tus soldados seguimos de pié, defendiendo cada una de tus conquistas. Mis manos, no alcanzan, pero somos miles… ¡millones de manos!
¡No habrá serruchos suficientes!
No podrán cortar de la historia, al gran hombre que marcó nuestro destino.
Nunca podrán, porque tus únicos privilegiados, hoy, somos tus manos.
Porque no nos olvidamos, del IAPI y del Estatuto del Peón de Campo; la Constitución de 1949; los complejos hidroeléctricos; los abuelos con sus derechos elevados a rango constitucional; el Banco Central, los Ferrocarriles y la Administración de Puertos, arrancada a los ingleses; las cárceles despobladas, el pleno empleo… ¡La dignidad, General… la dignidad!
Mi General, cito a nuestra Jefa Espiritual, y le digo: “Soy peronista por conciencia nacional, por procedencia popular, por convicción personal”… Somos la llama de cada 17 de octubre, de cada 17 de noviembre. Los que mojados en llanto, lo acompañamos ese fatídico 1° de julio, en el que el cielo no tuvo vergüenza, y lloró, al lado de sus grasitas, sus descamisados.
Somos los que apoyamos a sus tres gobiernos hasta el último aliento, los que solo respiramos para reivindicarlos.
Somos su ejército, de soldados agradecidos y convencidos.
Somos, los que le decimos: ¡Gracias, mi General! ¡Gracias, General del Pueblo, Compañero en Jefe!
¡Nos veremos, mi General, en la próxima barricada que levante el pueblo!
Mis manos, son sus manos, aunque no alcance, sobra, porque somos millones…