Kohan: «La política de DDHH del gobierno, profundiza las divisiones entre los argentinos»
Alberto Kohan político y geólogo argentino, fue ministro de Salud y Acción Social y dos veces secretario general de la Presidencia durante la presidencia de Carlos Menem. Figura identificada en el imaginario de la sociedad con las políticas implementadas en nuestro país en los años noventa, en una entrevista realizada por el diario La Capital de Rosario, cuestionó profundamente la política en materia de Derechos Humanos puesta en práctica por el gobierno de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Alberto Kohan fue el hombre fuerte del gabinete de Carlos Menem en los diez años que duró su gobierno. Fue en un primer tramo el secretario general de la Presidencia, tuvo un breve paso por el Ministerio de Salud y Acción Social y volvió, para el segundo mandato del riojano, en 1995, a su cargo original. «Uno nunca deja de hacer política. Vine a Rosario a visitar a unos amigos, de la vida y la política», dice el ex funcionario que nació hace 67 años en la vecina localidad de San Lorenzo apenas se topa con LaCapital y accede a la entrevista.
Kohan aún carga con algunas secuelas del accidente que tuvo en 2004, cuando un arma de caza, una 454 Cassul, se descolgó de la pared accidentalmente y el disparo le arrancó casi media pierna izquierda. Estuvo cuatro meses internado y pudo recuperar buena parte de su pierna con un método ruso para estirar el propio hueso. «Como todo lo ruso, es doloroso pero efectivo», dice entre sonrisas. Luego se acomoda en la silla, se tira levemente para atrás y dice: «Dale, hablemos algo de política».
—Usted integró un gobierno que tomó como base de su política la privatización de las empresas del Estado y el actual gobierno está tomando el camino inverso. ¿Qué evaluación hace de esto?
—Son momentos determinados. Cuando nosotros privatizamos, no andaba ningún servicio en la Argentina. Parece que fue hace mucho tiempo, pero pocos se acuerdan de que no había luz, teléfono, gas. A través de las privatizaciones se mejoraron esos servicios. Hay decisiones que tomó este gobierno que en el fondo son buenas, pero son malas las formas. En un momento donde el barril de crudo vale 100 dólares, donde la cuestión energética es importante y donde el país ha pagado mucha plata, no es mala la idea de estatizar YPF. Creo que la forma ha sido mala, porque nos han dejado frente al mundo como un país que no respeta la seguridad jurídica, las reglas de juego.
—¿Y cómo se debió haber hecho?
—Manejado distinto. Se podría haber demostrado que Repsol no cumplía. Si me la explicaran mejor, no vería mal la estatización de YPF. Por otro lado, Aerolíneas Argentinas, que está estatizada, nos cuesta dos millones de dólares por día, pero eso es otra discusión. De la misma manera que hay privatizaciones que han funcionado bien, hay estatizaciones que pueden funcionar muy mal.
—¿Sigue teniendo trato con Menem?
—Sí, lo veo cada tanto.
—El ex presidente es ahora prácticamente un aliado del gobierno en el Senado.
—No, ahí hay un error. La imagen que se da de Menem es una y la realidad es otra. En el conflicto con el campo, estaba enfermo, se levantó de la cama, fue al Senado y votó en contra de la 125. No vi que los medios reflejaran la firmeza de esa decisión. Fue el único senador que votó en contra de la reforma del estatuto del peón rural. Y después bueno, él voto las cosas que cree que hay que votar. Todos apoyamos la designación de Marcó Del Pont como presidenta del Banco Central porque creemos que tiene las condiciones para serlo. Lo que pasa es que sólo le computan los votos a favor del gobierno.
—¿No votó a favor también de la estatización de YPF?
—No, en esa sesión Menem no estuvo.
—Usted que ha tratado con Néstor Kirchner cuando era gobernador de Santa Cruz. ¿Qué diferencias o similitudes observa con Cristina?
—No haría esa comparación. Creo que los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner ha tenido un momento especial en la historia del mundo, que es el precio de los alimentos. Nosotros, cuando llegamos al gobierno, había 19 millones de toneladas de cosecha y el precio no valía nada. Así y todo, esta cosecha récord no fue porque llovió mucho sino porque se hicieron los puertos privados en la década del noventa. Es decir, se crearon las bases en los noventas para que pasara esto. Nosotros tuvimos que tomar decisiones que tenían que ver con el funcionamiento de la Argentina, y este gobierno también tomará las decisiones que crea adecuadas. No me gusta juzgar a los gobiernos mientras están sino cuando se han ido.
—¿Pero en trazos generales le gusta este gobierno?
—Tengo críticas puntuales respecto de la crispación. Creo se han profundizado las diferencias entre los argentinos. Se subsidió a mucha gente, o el hecho de que haya millones de planes de jefe de familia. Por ahí no es malo, pero si a la gente no se le enseña a trabajar vamos a necesitar otra generación más para que pueda aprender la cultura del trabajo.
—Este gobierno también siguió el camino inverso en derechos humanos: mientras que Menem indultó, el kirchnerismo promovió los juicios por delitos de lesa humanidad…
—Cuando tomamos la decisión del indulto no fue fácil, porque había que perdonar incluso a aquellos a los que habíamos combatido. Pero no sólo se indultaron a los militares, sino también a sectores de la guerrilla. Y gracias a eso también se tomaron decisiones políticas, como la del 3 de diciembre de 1990, que fue reprimir el último golpe militar que hubo en la Argentina y condenar a su cabecilla, Mohamed Alí Seineldín, a cadena perpetua. En nuestra época, en este caso como en otros, fijamos reglas de juego. Esta política de derechos humanos, que sólo apunta a juzgar a un sector, creo que lo que hace es profundizar las divisiones entre los argentinos.
—¿Cómo observa la lucha que se da en el PJ por la sucesión del poder en 2015?
—Nosotros nunca creímos en la re-reelección, por más que uno lo tuvo que decir para mantener el poder hasta el final. Pero hoy es distinto el tema. Los mismos que aquella vez se oponían, hoy la quieren. Eso es un error. Un presidente lo tiene que ser por dos períodos, si es reelegido, como fue el caso de Menem y ahora el de la actual presidenta, y después, como sucede en muchos países, no tendrían que tener nunca más un cargo ejecutivo.
—¿Cree que el kirchnerismo expresa cabalmente al peronismo o es una variante más?
—El peronismo es un movimiento que ha tenido representación en los distintos momentos históricos del país. Nadie puede negar que la presidenta sacó el 54 por ciento de los votos y hay una gran cantidad de justicialistas que la han acompañado. No se puede poner un peronómetro.
—¿Le llama la atención que la presidenta invoque más a Evita que al propio Perón?
—Eso parece, pero será una cuestión de género. No es malo que haga eso, sobre todo con una figura como la de Eva Perón.
—¿Y la reivindicación a Héctor Cámpora?
—Bueno, no era muy bueno el recuerdo que Perón tenía sobre Cámpora, pero son cosas que ya pasaron. Además, esos tres meses del gobierno de Cámpora pasaron a muy alta velocidad. Todos queríamos a Perón de presidente.
—¿Qué siente haber integrado un gobierno que es denostado por mucha gente?
—Por ciertos sectores, no por todos. Más denostado que en el 2000 o 2001…, y sin embargo les ganamos a todos la elección en el 2003. Una cosa es la opinión pública, y otra distinta la opinión publicada. Yo me siento en condiciones de defender el balance de lo que hemos hecho, que creo que fue muy bueno.
—¿No coloca nada en el debe?
—Hay cosas que hoy haría distinto, pero no me gusta hablar con el diario del lunes. (La Capital)