«Hice desaparecer los restos de los asesinados para no provocar protestas dentro y fuera del país»
El genocida Jorge Rafael Videla reconoció por primera vez desde 1976 los crímenes de lesa humanidad cometidos por la última dictadura militar.
Durante una entrevista, admitió que el gobierno de facto que lideró junto a Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti mató a «siete mil u ocho mil personas» que estaban secuestradas en los centros de detención clandestinos. Cabe destacar que la cifra que menciona es considerablemente menor a la expuesta por los organismos defensores de los Derechos Humanos, como las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, y reconocida por la sociedad argentina, que asciende a 30.000.
Además, Videla confesó que hizo desaparecer los restos de los asesinados «para no provocar protestas dentro y fuera del país». Y agregó: «Cada desaparición puede ser entendida ciertamente como el enmascaramiento, el disimulo, de una muerte».
Las fuertes declaraciones son parte de un reportaje que el periodista Ceferino Reato le realizó durante 20 horas al ex dictador en octubre de 2011 y marzo de 2012 en la celda número 5 de la prisión federal de Campo de Mayo. La confesión aparecerá en el libro Disposición Final, que saldrá a la venta próximamente.
«No había otra solución; estábamos de acuerdo en que era el precio a pagar para ganar la guerra contra la subversión y necesitábamos que no fuera evidente para que la sociedad no se diera cuenta. Había que eliminar a un conjunto grande de personas que no podían ser llevadas a la justicia ni tampoco fusiladas», señaló Videla al detallar el «método» utilizado durante el terrorismo de Estado.
Durante la entrevista, el condenado a prisión perpetua también confiesa que hizo desaparecer cuerpos de asesinados en tiroteos, como el del jefe del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), Mario Santucho. «Era una persona que generaba expectativas; la aparición de ese cuerpo iba a dar lugar a homenajes, a celebraciones. Era una figura que había que opacar», lanzó.
Acerca del destino de los cadáveres, negó que haya registros detallados. «Podría haber listas parciales, pero desprolijas», aseguró.
Con el cinismo que lo caracteriza, el genocida finalizó: «Dios sabe lo que hace, por qué lo hace y para qué lo hace. Yo acepto la voluntad de Dios. Creo que Dios nunca me soltó la mano». (Info News)