Cristina, tomada por la historia
La presidenta habló y pucha si lo hizo. Habló con la autoridad del contenido politizado. Contenido -no verdad-, para quitarnos el peso de ver quien se hace con la verdad, con ese mito de la superioridad moral. Cristina no habló por la verdad, Cristina estaba tomada por la historia.
Habló, dijo algo, hizo, no leyó líneas muertas de signos, no le dio tono a un conjunto de palabras, fue una movilización de un contenido vivo, expresó con la máxima claridad este tramo politico, social e histórico que estamos viviendo. Necesitaban oírla, necesitábamos oírla, los que querían y los que no. Necesitábamos oírla no por la verdad, por esa fábula de la superioridad moral que conlleva la verdad, sino por el contenido, por la forma de poner en juego un contenido, porque es quien mejor la hace, ubica a los de acá y a los de allá.
Su discurso es visceral, sin hacer juicio de valor. No se pronuncia y se desprende y se va con la ventolina; permanece en su cuerpo, guste o no, está encarnado en ella, en su investidura, es la presidenta de la Nación, está en la cresta del poder, en la máxima tensión y eso se nota en ella. Está entregada, no al golf, ni a los viajes por Europa, a la historia.
Cristina habló, dijo y su decir fue más que un discurso, fue hasta más que el contenido, su decir, su forma de decir expresan el tramo de sentido que se está incrustando en la historia. Si uno transcribiera su discurso en una hoja podríamos eternizar el contenido en oraciones y párrafos, pero no sería más que tener en varias hojas un cúmulo de datos, conceptos e indicadores políticos que podría escribir un analista o pensador político. Ahora bien, su decir, ¡Si pudiéramos identificar su decir! es la acción de incrustar en la historia un tramo de sentido, un contenido concreto; su decir es una acción politica.
Cristina estaba tomada por la historia, en ese escenario, parada allí estaba hablando, estaba diciendo algo. Quitemos el sonido, veámosla sin sonido por 10 minutos, observemos que es un cuerpo que está gesticulando una tensión, una emoción, una sensación, está interpelando a esa historia que la puso ahí. La historia la tomó por completa y ella con su discurso toma a la historia y la interpela. Ella está ahí, es la presidenta, está en un acto patrio, está diciendo algo y no otra cosa, podría decir otras cosas. Sin embargo dice eso, es algo que ella eligió decir y lo hace de una forma determinada.
Cristina no es un sujeto particular, ni un sujeto “puro” porque está en la cúspide del poder de nuestro país y está atravesada por una red de intereses en tensión: es parte de una trama de poder que es trasnacional en el espacio, e histórico en el tiempo. Ahora bien, a la altura de los grandes protagonistas de nuestra historia que hicieron por los intereses de las mayorías y los intereses nacionales; ella desde ese lugar, propone un proyecto que no está sometido a la trama mayor, ella está sintetizando de la mejor forma posible a la mayoría del pueblo, recuperando sus valores y abriendo un nuevo camino.
Es una lucha, ella esta tomada por el poder y el poder puede tomarnos hasta expulsar nuestra subjetividad, hasta vaciarnos y tomarnos por completos. Ese poder devoró a muchos, pero otros, hicieron del poder un instrumento de resistencia, de liberación, lo hicieron creando un lugar para que el pueblo participe. Néstor se plantó, Cristina se planta, como Yrigoyen, como Perón y dentro de las posibilidades propone un proceso de transformación, dispara un discurso cargado de contenido, de intereses, de valor, de sentimiento. Cristina está condicionada, no nos da la Liberación Nacional, nos da tiempo y lugar para que nos organicemos en torno a ella. Ella es una Estadista.
Humo… puro humo. No quiero ser agresivo con esto. Pero la nota me pareció cero contenido y mucho maquillaje.