Santa Fe: «Los monoblocks se caen día a día y es un peligro para los vecinos”
Así se manifestaron desde la vecinal Juana Azurduy de barrio Acería. Además, en diciembre se paró la obra del centro de salud y la vecinal se quedó sin sede. Piden una intervención para todo el sector.
El barrio Acería está ubicado al noroeste de la ciudad, surgió hace casi tres décadas y se caracteriza por su complejo habitacional de 22 monoblocks. Hoy por la falta de mantenimiento se nota el paso del tiempo: se comenzó a caer la mampostería, las escaleras están en algunas torres flojas y en otras desprendidas y hasta se ven rajaduras y grietas; a eso hay que sumarle la falta de trabajos en las calles y de limpieza en general de todo el sector, ubicado entre Loyola y Juventud del Norte.
Allí también había un centro de salud obsoleto e imposibilitado de poder prestar el servicio correctamente. Luego de un pedido incesante por parte de los vecinos, se logró finalmente que se comenzara a construir uno nuevo. Eso fue a mediados de abril del año pasado. Todo marchaba bien, hasta que a fines de 2011 la empresa que ganó la licitación cerró las puertas y se fue sin terminar la obra. Desde entonces, los vecinos no sólo vieron desmoronarse sus ilusiones sino que tampoco pueden seguir usando la vieja dependencia sanitaria.
“Quiero contar una historia que no está en la historia. En barrio Acería se hicieron muchas cosas, con el sacrificio de mucha gente y logramos tener una institución y teniéndola hoy no la podemos utilizar. Es un entidad madre porque a través de ella se pueden canalizar todos los problemas del barrio”, así comenzó el relato con cierta nostalgia Catalina Frías, la secretaria de las comisión directiva de la Asociación Vecinal Juana Azurduy.
Y es que estas palabras tienen que ver con que el nuevo centro de salud está ubicado al lado de la vecinal, en un terreno que la institución cedió para su construcción, pero la obra ocupó más de lo debido y ahora está a un paso de desaparecer. “Hoy no la podemos utilizar porque en abril del año pasado se comenzó el centro de salud y desde ese momento nos fueron quitando espacio y nos cortaron parte de nuestra institución y lo peor es que dejaron todo sin terminar. Fue un atropello, un abuso por parte de la empresa. En diciembre nos enteramos que la firma quebró, a nosotros no nos comunicaron nada, nos cerraron todas las puertas y se fueron. Nos quedamos sin vecinal, pero sobre todo sin un centro de salud para nuestros vecinos”, manifestó Frías a Diario UNO.
En ese sentido, la vecinalista contó que se hicieron todas las denuncias correspondientes porque además se llevaron todos los materiales y elementos de la construcción y les enviaron notas a los distintos funcionarios provinciales sobre la suspensión de la obra. “Le comunicamos al gobernador, a los ministros de Obras Públicas, de Salud, a la Dipaes, pero hasta ahora no tuvimos respuestas. El que sí nos recibió y le agradecemos mucho es el vicegobernador Jorge Henn, quien se comprometió a darnos una respuesta e intermediar por nosotros. Esperamos que así sea”, dijo.
Al mismo tiempo agregó: “Necesitamos que nos terminen el centro de salud porque la gente anda deambulando por otros barrios para ser atendida con lo que eso significa, no sólo tener que estar de prestado en otro lugar sino además tener que entender que los otros centros de salud también están abarrotados de gente. Y en enero, además del intenso calor, se le sumó la falta de médicos por el receso y fue un verdadero caos”.
Cabe recordar que cuando comenzó la nueva construcción el viejo centro de salud dejó de funcionar. Para los vecinos era factible porque los trabajos iban a demandar solo seis meses, es decir que en octubre iban a estar inaugurados. Pero hoy, no sólo la empresa se fue en diciembre y se llevó todo, sino que además está parado en un 60 por ciento de su edificación. La vecinal que estaba al lado no puede seguir cumpliendo su función. Entonces las reuniones se siguen haciendo pero en la casa de Catalina Frías, son cada 15 días, en Matheu 6.150, monoblok 3, departamento 42.
La vecinalista contó además que esta semana recibió un llamado de las nuevas autoridades del Nodo de Salud, donde les pidieron paciencia y les aseguraron que en pocos días visitarán el barrio para conocer la realidad y ver qué pueden hacer. “Creemos que esto no da para más, demasiada paciencia tuvimos en todo este tiempo, con todo lo que nos sacaron, con lo que los vecinos están pasando, es mucho. Pedimos soluciones urgentes”, destacó Frías.
La realidad del barrio
Por otro lado, la secretaria de la vecinal se refirió al estado de deterioro por el que atraviesan los monobloks y por los cuales reclamaron innumerables veces y tras idas y vueltas y algunas promesas y proyectos, la situación continúa igual. En ese sentido, Catalina Frías recordó que en julio del año pasado, antes de las elecciones internas en la provincia, fueron recibidos por la directora de Vivienda y Urbanismo, Alicia Pino, quien se comprometió llevar a cabo un relevamiento en la zona, pero les anticipó que iba a ser “un plan de muchos años y que era mucha la inversión que se tenía que hacer”. Pero no sólo no se llevó a cabo sino que nunca tuvieron otra respuesta.
En noviembre de 2011, un grupo de vecinos comenzó a reunirse, sobre todo los afectados por esta situación y entre otras cosas pidieron una audiencia. La reunión se concretó el pasado 9 de febrero. “Alicia Pino les contó que se pensaba armar cooperativas, les pidió a los vecinos que lleven a cabo un trabajo de ayuda mutua para tener sus nuevas viviendas. El tema es que hay gente que vive en el barrio hace 25 años y otros que sólo están hace meses. Entonces me parece que tendrían que separar y ver los distintos casos. En definitiva nosotros queremos saber si ya está la plata, si hay un proyecto concreto y cuándo comenzarán”, detalló la vecina del barrio Acería.
En el complejo hay 364 departamentos y allí viven más de dos mil vecinos y los problemas son –según cuentan ellos mismos y se puede ver con el simple hecho de ir al barrio–desprendimiento de mampostería, los hierros están oxidados y en algunos casos rotos, en varios llueve más adentro que afuera, hay problemas de cloacas, no hay agua potable, es decir “una desidia total”. En la torre 6, por ejemplo, el tanque de agua está apuntalado y lo cargan hasta la mitad por miedo a llenarlo y que se desprenda.
El desborde de las cloacas invade las calles que además son de tierra. Algunas ya son intransitables como Roca desde las vías hasta Viñas, que tiene una gran laguna de desechos y con los yuyos altos a sus costados. “No existe esa calle”, dijo Frías.
En ese sentido, la vecinalista contó que le enviaron una nota al intendente José Corral para pedirle que se acerque hasta el barrio y vea las condiciones en las que se encuentra. “Necesitamos que nos vengan a hacer obras, limpieza, desmalezamiento, ver qué se puede hacer con las cloacas. Nuestro barrio está en el olvido. No sabemos qué van a hacer los nuevos funcionarios, pero les tenemos confianza y esperamos que nos den una respuesta”, concluyó Frías. (Uno Santa Fe)
*Imagen utilizada en forma ilustrativa