Oxígeno para la militancia

Tras más de ocho años de un proceso político excepcional tenemos un gran problema a resolver, un problema filosófico se podría decir, ¡»pragmáticos»! a no enojarse con el término, para ser más precisos, me refiero a una cuestión de matriz. Este texto debe seguir escribiéndose por todos los que nos pensamos dentro de este proceso-proyecto político, que no por desconocimiento y por diversos motivos tenemos ciertas diferencias con lo que podría denominarse «la construcción de sentido hegemónica en los espacios militantes» de la ciudad. Nadie puede constreñir a sus propias medidas el devenir de este momento político, más bien, sólo la voluntad del pueblo puede conducir a que la patria eche raíces; sólo una matriz política deleznable puede incubar el conjuro contra este proceso de cambio.

Otra forma de militancia es posible y necesaria. Para garantizar la continuidad del proceso político no debemos permitir que nadie se sienta dueño ni conductor a la fuerza, hay un pueblo que resistió, resiste y fundamentalmente, resistirá. En su complejidad es el principal protagonista de esta historia que siente latir en su inconsciente colectivo el pulso del peronismo y ruega que no incube los males del pasado.

Se está instalando nuevamente y en buena hora una hermosa idea: la del militante. A grandes rasgos el militante es un ser humano de un nivel superior al del simple individuo que vive en la singularidad de la vida ordinaria que dicta el sistema. Hay un momento en que uno deja de ser un hombre común para pasar a ser un militante. La pregunta sería: ¿Cuáles son en nuestros días los factores que definen a un militante?

Aclaraciones

Partamos de la base de que en todos los espacios hay disputa y hay diferentes expresiones, en este caso, de “cuál es la razón de ser de la militancia”. Vamos a encontrar diferentes posturas y aristas, pero con lo que seguro vamos a chocarnos es con una expresión hegemónica, es decir dominante. Quienes creemos que el problema es de la matriz productora y no de argumentos estancos, entendemos que lo dominante es el producto de esa matriz que utiliza y estanca los conceptos y los debates y es contra esa posición dominante que direcciono este proyectil y no contra “la militancia”, para no generar malos entendidos.

Todo aquél que sea sincero y honesto sabe que hoy es un valor políticamente productivo ser “rosquero”, esta es una gran zoncera que se ha instalado desde el poder con cierto humor, hasta como un valor positivo. Este perfil es mucho más útil para el ejercicio y beneficio de la intacta matriz reproductora y recicladora del poder. El minucioso y crítico militante que exige tantas explicaciones es puesto en el lugar de dubitativo y tibio, tratando de acercarlo casi a un desvalor. Una triste zoncera, que esperamos gustosos que no sea síntoma de algún cáncer que incube la estructura política formal, que hay que nutrir y oxigenar.

Pienso en la mayoría de los trabajadores, de los distintos colectivos que los componen, en el empleado de la fábrica de bicicletas de Ovidio Lagos al 4300 donde trabajan varios amigos, en el playero de la estación donde hace rato cargué combustible, en los obreros, oficiales y ayudantes, que cruzo todos los días en las obras de construcción (que los hay contratados en blanco y en negro oscuro), en los maestros que conocí, a los trabajadores de la hielera de al lado de casa,  en los empleados públicos, en los repartidores, choferes y cajeros de supermercados, en los cuentapropistas, en los explotados de siempre que conozco, en gente cercana, que palpo a diario, en sujetos reales, en los que no tienen ahorros, en quienes si mañana quedaran sin trabajo la pobreza entera los espera en la ochava mas cercana, a los administrativos y a los administrados, a los desocupados y subocupados, a los excluidos, a quienes no tienen bibliotecas y no leyeron ni Arregui ni Borges, a quienes todavía andan en carros a caballo, a los que galoparon sobre el incierto rumbo de los noventa cosechando miserias e indignidades, a los que sintieron perder su decencia, su vergüenza, a los que tuvieron que inventar comidas y explicaciones cuando no llegaban a poner el puchero sobre la mesa, a quienes todavía hoy guardan en lo más profundo de su alma y de sus entrañas el peor ahogo que se le pueda dar a un hombre, la asfixia de la pobreza, de la miseria que los lleva a hurgar en iglesias, católicas y evangelistas, en trabajos indignos y changas por chirolas, porque la miseria casi nunca, o mejor dicho nunca, los lleva a hurgar en los conventos de la sabiduría, ni en Arístóteles ni en Marx, ni a militar en la mesita de la facu, ni al revisionismo, más que el revisionismo de la ética y la moral de quienes condujeron y conducen los caminos de la patria. Estos son, no militantes políticos, sino militantes de la historia, materia de la patria, elementos vivos de las convicciones, de la fuerza del trabajo y de la esperanza que aguardan algún día no sólo sobrevivir, sino recuperar lo que les corresponde; son los sujetos políticos por excelencia.

De la estética al contenido político

«Me veo en la foto, dedos en V, soy un militante. Hasta la victoria, como Guevara, dedos en V, que marcan hacia fuera que soy peronista, o algo más que eso, un revolucionario que como bien nos enseñan en las escuelas políticas con artilugios discursivos, dicen sin decir, dicen que no dicen pero yo se que quieren decir, entre líneas, dejar de ser peronistas, de ese peronismo religioso, para ser un partido de vanguardia, tan conceptual y claro, tan científico…no tan pagano y vulgar…no importa esto, dedos en V, con esto marco algo, algo sagrado, lo siento, como el puño en alto de los republicanos, como que… como que estoy pensando un mundo mejor. Creo que lo hago, quiero un mundo más justo, tengo tiempo para pensarlo, hay otros que también lo quieren y no levantan el dedo en V, serán de menor convicción, porque yo las tengo de acero y lo demuestro, trabajo duro para ello en la facultad, dejo mi vida en esto que es colectivo, no soy como aquel simple hombre que piensa en su familia solamente, explotado y alienado (esta palabra la aprendí en la cátedra de política) y lo único que hace es pensar en su familia, yo milito por las familia de todos y para que la de el esté mejor y pueda estar acá como yo, levantando los dedos en v con esta convicción, yo tengo convicciones para darle, las tengo todas ordenadas para que el no tenga que andar ordenándolas, tengo cursos de formación política para que el sepa que es la política, como es la historia, como viene la mano, para que el pueda salir de ese mundo pequeño y pueda ver que hay un pueblo, que hay un pueblo luchando, nosotros, los que estamos acá representamos al pueblo, el está subyugado por la dominación, yo no, nosotros no, somos la liberación, nosotros sabemos como hacerlo y lo vamos a hacer cueste lo que cueste, patria o muerte!”

Fuerte. Hay una estética de la militancia muy marcada en el último tiempo, un estereotipo de militante, es decir, se instala la idea del militante como un modelo ideal de ser humano exento de la «dominación» de nadie, el sistema sólo domina a los demás, a ellos no. En este ideal quedan fuera muchos, la mayoría. Dicen que no, dicen que todos participan, dicen que todos pueden hacerlo y deben, dicen, dicen, pero lo cierto es que muy pocos de los que nombramos al principio duran en las organizaciones políticas. Los últimos que nombramos quedan y dicen, dicen y quedan, se reciclan, los profesionales, eruditos, intelectuales y funcionarios, sobre todo, los “rosqueros” ¿Cual es el motivo?

Existen muchos mecanismos de integración-exclusión, como en todos las esferas sociales y en el ámbito político estos son aun más duros, porque ponen en juego valores humanos, hay herencias identitarias, de conocimiento, de vocación, de historia, que hacen difícil la integración. Hay distintos temperamentos, distinta relajación, distinta seguridad, que como en todo, ponen en situación de integradores y de integrados a unos y otros.

Podemos estar de acuerdo que hay individuos desinteresados y sujetos de cambio, lo que se debe poner en discusión es ¿Qué es lo que hace que alguien sea un sujeto de cambio? ¿El hecho de participar en una estructura política alcanza? Ser conciente de que se es un militante orgánico no tendría que alcanzar sino obligar a reflexionar.

El militante político está obligado a ser un sujeto de autoconciencia permanente

El sujeto de cambio en política no es quien esboza y reproduce clichés y eslóganes, sino quien es autocrítico de su condicionamiento en la medida que sabe que lo determinante no es la posición ideológica como pronunciamiento discursivo, sino los puestos y funciones que desempeñan en relación a la estructura objetiva de poder en la cual se está inscripto, tanto él como los dirigentes, desde donde se ejercen y reproducen prácticas de poder. En definitiva, son las decisiones que se toman en la cúpula de la organización las que determinan “para que y hacia donde” se milita, no el objeto de deseo del discurso. Ser autocrítico es ser conciente que hay una voluntad que se desprende de la trama de poder real que condiciona nuestra vocación, reconocer que somos tomado por un trama superior y sólo somos “sujetos politicos” en la medida que reconocemos esto y actuamos en consecuencia.

¿Es este sujeto que se autodefine militante más transformador que el trabajador desinteresado en los conceptos políticos? ¿Qué lugar se le deja al sometimiento cotidiano de quienes no tienen otra opción? ¿El de seres de inferior calidad revolucionaria? ¿Quien puede decir que es más transformador, tener que aguantar la compleja situación de explotación diaria o pronunciar discursos sintetizadores?

El problema está en que la expresión hegemónica del militante político que vemos en los distintos espacios dejan traslucir todo esto. Ojala podamos decir que vemos que el “suejto militante” es un integrador de los sectores populares, pero tenemos que ser pesimistas en esto y reconocer que prima la lógica de partido de vanguardia con un «sujeto discursivo» que se siente sintetizador de las luchas de los trabajadores. El funcionamiento cúpula-base.

Esto se trasluce en sus discursos, es decir, contestando a las preguntas anteriores, el sentido que decanta es que es el militante quien tiene el saber político transformador y puede señalar quien es un sujeto de patria y quien no. En política, en el arte, en la vida cotidiana el podría con ciertos conceptos marcar un línea, apropiarse y atribuirse dichos valores, restituir y condenar otros. Esto no estaría mal, así funcionamos los hombres y sobre todo los sujetos políticos, el problema radica en la matriz de este pensamiento y sobre todo en su direccionamiento. Lo grave de esto es que se minimiza el lugar en donde está el contenido, es decir, creer que el contenido se encuentra en su sistema de pensamiento, creer que la ideología es una cuestión de conceptos, creer que el contenido está en los dirigentes y formadores que están por arriba y allá lejos, creer que hay que ir con una serie de conceptos a enmarcar al pueblo y su distintas expresiones.

El discurso, el proyectil que delata la orientación de la acción militante

La militancia es un vector, que tiene una magnitud corpórea y que comprende un objeto con quien entabla un vínculo, es un “segmento orientado”, el vector es la expresión de una fuerza/acción orientada que existe entre dos puntos, el campo militante puede verse de la misma forma. Hoy tenemos una militancia orientada de arriba hacia abajo. Se toman decisiones, luego se comunican y argumentan. El militante político debes destronar esta lógica.

¿Qué direcciona a la acción de un colectivo humano? Las convicciones. ¿Son las convicciones un conjunto de argumentos estancos? Para nada. Lejos de eso, las convicciones persiguen la transformación concreta de la realidad, que sería en términos políticos crear las correlaciones de fuerzas necesarias para investir a la fuerza antagónica, para persuadir posibles aliados, para consolidar núcleos sólidos de convicciones. Por lo tanto, lo que debemos indagar es la matriz desde la cual se interpela al pueblo, una matriz que por la acción conservadora del poder siempre tenderá a permanecer estanca. Quienes minimizan la importancia de los discursos que construye una sociedad en los distintos dispositivos políticos es igual de ingenuo que un idealista inmaculado, o un vivo.

El discurso es un proyectil disparado por un vector. Quien desconoce la naturaleza y el efecto material del discurso desconoce la posibilidad del oprimido de transformar el contexto que lo oprime. Es posible transformar la realidad desde una acción colectiva y sólo en la construcción del sentido es posible pensarse como colectivo político, de ahí la vital importancia de la militancia en el aporte a la construccion del sentido del relato y de la voluntad del pueblo en los procesos políticos.

La convicción es el argumento que garantiza la liberación de determinado colectivo, que promete una realidad mas amable, que lucha contra esos vectores opresores del poder de la acumulación capitalista, la convicción es un argumento que nos convence que la transformación es necesaria y posible. Las convicciones y expectativas de un sector determinado por una matriz identitaria y cultural establecen un marco de expresión político, lo contrario, que un expresión política intente encuadrar a un colectivo social es una farsa. Por lo tanto la única forma de pensar la militancia es en su dirección de abajo hacia arriba.

Si sitúan lo político en el acto intelectual de poner categorías y eslóganes a determinadas interacciones políticas el problema no sería grave si el vector-militante estaría orientado de abajo hacia arriba, serían quienes exijan y oxigenen la construcción de argumentos. Los argumentos, no nos olvidemos, no son los que circulan en el plano de la filantropía política, que hablan de la liberación y el poder popular, los argumentos son aquellos que sostiene las decisiones tomadas. Es decir que serían el conjunto de explicaciones de las decisiones tomadas, no el fin último que se dice perseguir. En este desfasaje, del argumento discursivo y las decisiones tomadas, se evidencia la matriz política hegemónica.

¿Es el colectivo militante quien confecciona su propio discurso? ¿Cabría la posibilidad de pensar que los argumentos que sostenemos con intransigencia los jóvenes militantes son confeccionados por la cúpula de la organización política?¿Podríamos negar que existen mecanismos de exclusión, segregación y selección de determinados perfiles políticos? ¿Podríamos pensar que tienen características en común, casi mimetizadas y acordes a cierta estética? ¿Estaríamos locos si dijéramos que el 90 por ciento de quienes llegan a lugares importantes en las orgánicas son de parecidos status sociales? ¿Estaríamos locos si dijéramos que hay una militancia que necesita oxigenarse con un poco más de pueblo para que deje de ser un lugar de reproducción y reciclaje de valores e intereses de un status determinado?

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Sebastián Sánchez

Periodista. Integrante del Foro Periodístico Rodolfo Walsh

6 comentarios sobre “Oxígeno para la militancia

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    el 12 febrero, 2012 a las 11:58
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    estas resentido sebita!!!!!!!!!!!!!!! podes dormir a la noche? ajajajjajajjaj!!!!!!!!!!! no tenes idea de nada!!!!!!!

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    el 12 febrero, 2012 a las 12:09
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    HABLÁS SEBA PORQUE QUEDASTE AFUERA DE TODO. SIN NINGÚN FUNDAMENTO, SÓLO EL PROPORCIONADO POR EL ODIO INTERNO.

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    el 13 febrero, 2012 a las 1:19
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    Sebastian, creo que no erras en nada. Entiendo y comparto lo que decís con una gran claridad. Fundamentos te sobran hermano, lo que pasa que esto no es distinto a las otras actividades humanas y tenes de todo, los años me enseñaron a tomarme con mayor tranquilidad estas cosas….a los monitos del circo tirales bananas! Tenes una gran precisión para describir algo que sentimos mucho, y noe s de ahora esto, ojalá la tengas para seguir y construir con mucha buena gente que milita por vocación….un gran abrazo.

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    el 13 febrero, 2012 a las 12:05
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    excelente articulo…. hace tan bien discutir sobre lo que hacemos todos los días, no solo sobre conyunturas concretas en donde es fundamental posicionarse sino también en esta cuestión de «matriz», muy interesante y muy acertado… «la ideología no es un pronunciamiento discursivo» claro que no lo es… no te detengas en esto y como dice Pblo, hay que construir y proponer otras cosas, aunque sea muy dificil, porque lo que hace la diferencia es el «recurso» económico…un gusto y hasta pronto.

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    el 13 febrero, 2012 a las 14:40
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    aplausos para alguien que se anima adecir algo intereante, hacen todos la planchita,no existe la autocritica, hay una soberbia increibe, hay que bajar varios cambios y hacer algo, es todo una pantomima vacía, para negociar mas arriba…el rosquero, sabes cuanta razon tenes? creo que ni vos sabes la razón que tenes con todo lo que decis ahí arriba, seguro que esto lo ponen en el plano de la «filosofía» como decis en una parte, pero esa filosofia es desde la que nacen todas las practicas, seguramente muchos pibes piensan estas cosas y se sienten representados por este texto. adelante compañero y gracias por etiquetarme. pato

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    el 17 febrero, 2012 a las 12:03
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    muy bueno compañeros hay que ser optimistas y pensar que los espacios políticos van a hidratarse cada vez mas……….

Comentarios cerrados.