Una multitud marchó por el esclarecimiento de la «Masacre de Rosario»

Más de mil quinientas personas marcharon ayer acompañando a los familiares de Jeremías Trasante, Adrián Rodríguez y Claudio Suárez, los tres jóvenes militantes que la madrugada del primer día del año fueron acribillados a balazos con una metralleta FMK3 en una canchita de fútbol de Dorrego y Presidente Quintana en medio de una venganza de la cual ellos no eran destinatarios. «Pedimos justicia no sólo para nuestros hijos, sino para todos los chicos que viven en los barrios más humildes de la ciudad», dijo Eduardo Trasante, padre de una de las víctimas, en la puerta de los Tribunales y después de reunirse con el juez de Instrucción Juan José Pazos, a cargo de la investigación.

Desde temprano fueron llegando a la puerta de Tribunales grupos embanderados en el Movimiento Darío Santillán, la Agrupación 26 de Junio, la Corriente Clasista y Combativa, la Juventud Kirchnerista, La Cámpora y Proyecto Sur, entre otros. Pero sobre todo, se congregaron amigos, allegados y vecinos que llegaron desde el humilde barrio en el que vivían y hallaron la muerte los chicos asesinados.

A esa hora los familiares de Jere, Mono y Patom estaban reunidos con el juez Pazos. Al despacho del magistrado subieron Stella Maris Gómez, madre de Suárez; Eduardo Trasante, padre de Jeremías; e Ignacio Rodríguez, padre de Adrián.

Tranquilos. Al salir de la reunión, Trasante ofició como una suerte de vocero. Entonces dijo que «el juez tiene la cosa bastante encaminada. Hubo unos veinte allanamientos y ya se sabe quiénes fueron los asesinos. Nos vamos tranquilos porque nos encontramos con gente trabajando. Nosotros tenemos mucha bronca, pero la Justicia está operando, hay testigos de lo ocurrido y el juez dijo que se está a un paso de la resolución».

Para los familiares, «la sensación es que ésto no tendría que haber pasado». «Había cosas que se sabían y esto se podría haber evitado», aseguraron antes de encabezar la nutrida marcha que desandó las cuadras que separan Tribunales y la sede local de la Gobernación, donde los esperaba el gobernador Antonio Bonfatti junto a parte de su gabinete.

La marcha no estuvo excenta de politización. Funcionarios, concejales, diputados y asesores de la oposición provincial además de representantes de distintos gremios se hicieron ver en el lugar. Ante eso, los familiares de las víctimas agradecieron «el apoyo de todos» y dijeron que «si esto hace que a nivel nacional haya una movida, mejor».

A las 11 la gente empezó a caminar hacia la Gobernación. La bronca los había sacado de sus barrios alejados, de ese continente de patios y baldíos, de pasillos hartos de sol. Caminaron en silencio. De vez en cuando se adelantaba alguno y estampaba con stencil las caras de los pibes asesinados en las paredes de los edificios del bulevar Oroño.

«Don, ¿no tiene una moneda?», le tiraron dos chiquitos descalzos y con viejas camisetas de River a un vecino que miraba el paso de los inocentes. En tanto, los militantes escribían sobre el asfalto consignas de esperanza: «Ni un pibe menos»; «Patóm, Jere y Mono, siempre presentes»; «Con los pibes no». Tristes mensajes en paredes.

El reclamo. Al llegar a Córdoba la multitud tomó hacia la plaza San Martín, a 40 cuadras de la canchita en que mataron a los tres muchachos, en otro mundo. La marcha la encabezaban los padres de los chicos asesinados, quienes portaban una bandera en que se leía «Mientras sigamos luchando ustedes estarán presentes». Lita, la madre de Mono, apretaba sus puños sobre la pancarta y lloró las 10 cuadras que llevó la marcha.

En la plaza los esperaba un escenario pagado entre las agrupaciones y cuatro micrófonos. Sólo usaron uno. No son gente de muchas palabras. «Reclamamos por justicia, por nuestros hijos y por todos. Vamos a ir hasta el fondo, le pese a quien le pese y le toque a quien le toque», dijo Eduardo Trasante, este pastor evangélico que soñó lo mejor para su hijo y la muerte se lo arrebató por estar en el lugar equivocado a la hora menos pensada. Fiel a su condición, el hombre remató sus palabras con una cita bíblica: «Cuando los justos gobiernan hay paz, cuando gobiernan los impíos hay grande males. La justicia de Dios seguramente apurará a la justicia de los hombres».

Después, los padres de los tres chicos agradecieron y pidieron lo mismo: Justicia. Entonces, casi de acuerdo, lloraron sin quererlo frente a la multitud.

Luego hablaron los amigos de los chicos, los referentes del Movimiento 26 de Junio. «Se nos hizo difícil aclarar que nuestros compañeros eran gente sana, que no estaban comprometidos con drogas ni delincuencia. Este caso se hizo público y no fue un ajuste de cuentas. Los pibes están presentes y no están muertos. Viven por la vida misma», dijo Pedro.

Cuando el reloj marcaba el mediodía, los familiares de Jere, Mono y Patom cruzaron calle Santa Fe e ingresaron a la Gobernación. Había llegado la hora de escuchar lo que la provincia tenía que decir.

Nacionalización

Distintas organizaciones de base se movilizaron en todo el país para reclamar justicia por el triple crimen de villa Moreno. La más destacada se dio en Capital Federal, donde hubo una marcha desde el Obelisco hasta la Casa de la Provincia de Santa Fe. También hubo movilizaciones en Mar del Plata, Salta y Neuquén. (Claudio Berón/La Capital)