Algunos ganan, muchos pierden

Temor. Temor a desprendernos de lo que tanto esfuerzo nos costó conseguir. Temor del trabajador. Temor del rico a ver violado su orgullo de clase. Temor del pobre a que otro más pobre que él -que escogió el camino más simple-, movido por la envidia le arrebate su existencia. Temor del policía llano, que luego de actuar contra el maleante debe toparse con el susodicho al momento de hacer las compras en el supermercado chino del barrio, porque la Justicia (¿justa?), lo dejó libre, o se fugó del sitio donde deben estar los ladrones: la cárcel -no la calle-, por más que cierto progresismo cool de tez blanca crea que es el modo de emparejar las desigualdades sociales promovidas por el sistema capitalista.

Claro, es fácil proyectar un mundo idílico autoconstruido cuando se vive en el centro de la ciudad y se va solamente al territorio (si es que se va) una o dos veces a la semana para llevar a cabo alguna actividad social y liberar la insoportable culpa (¿placer morboso?) de tener más que otros, pero a la vez disfrutar de las posesiones y los gustos de un pasar burgués.

El temor es un negocio, un emprendimiento lucrativo que tiene ganadores y perdedores. No cabe duda que los segundos superan ampliamente a los primeros, y como siempre se encuentran en los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Porque, en todo caso, si la inseguridad afectara solamente a las clases pudientes, hasta podría considerarse como un mecanismo natural de nivelación de las injusticias sancionadas por la economía.
Pero nada tiene para ganar el “gil laburante” objeto de burlas y de ataques de adolescentes amanecidos en alcohol y cocaína cada jornada al salir a trabajar. Nada tiene para ganar el párvulo de las zonas humildes de la ciudad que por ser aplicado en el estudio es cuestionado en su virilidad por pequeños malhechores en potencia.

 

La droga, la maldita droga

El comercio de estupefacientes es una de las actividades que más se ha expandido en el último tiempo. Consecuencia del corrimiento del estado como actor dedicado a la contención social de los sectores vulnerables, muchos jóvenes pertenecientes al grupo de los Ni-Ni (ni trabajan, ni estudian) eligen este “rubro” como medio de vida. A falta de una verdadera -no sólo teórica- igualdad de oportunidades que integre a las personas aptas para trabajar al mercado laboral, el “cuentapropismo delictivo» asociado al tráfico de drogas se plantea como una opción atractiva. Autos y motos de importante valor y hermosas mujeres, sueños de una infancia perdida entre los sollozos de una madre golpeada por un padre de familia ausente que ahoga su decepción en alcohol, y las responsabilidades precoces de una hermana que cuenta diecisiete años y tres crios en su haber. El pasaje en tren de alta velocidad hacia los placeres humanos y la sensación de poder, sale muy barato, regalado.

Producción de elixires químicos – robos – consumo, y nuevamente producción de elixires químicos – robos – consumo. Ese es el círculo virtuoso de esta economía informal que maneja en Rosario decenas de miles de pesos. Para los que no participan de ella y deben convivir en los barrios populosos con sus «asalariados», es una lotería macabra en la que en cualquier instante se sortea un alma inocente. Un calvario espeluznante que los lleva a odiar con visceral impulso a sus pares de clase, con los que comparten la exclusión en esta injusta sociedad.

Porque, en definidas cuentas, todos son legionarios azarosos de los ejércitos de la ira, peleando por su estadia en este mundo en una guerra de pobres contra pobres. Sólo ubicándonos en esa situación de anomia e inacción estatal puede entenderse esa frase cada vez más escuchada en la calle: “Qué se maten entre ellos”. Entendible, aunque racionalmente injustificable. ¿Quién gana esta guerra?: Nadie, todos pierden.

 

Estadísticas, sólo estadísticas

«Nene de 9 años baleado al quedar en medio de un tiroteo entre bandas”; “Asesinaron de tres disparos a un hombre con pedido de captura”; “Persiguen y matan de un tiro a un adolescente en La Tablada”; “Pelea en Empalme dejó un muerto y un herido”; Tres personas fueron acribilladas a balazos en zona sur». Estos son algunos de los titulares de los diarios de los últimos días en nuestra ciudad. Todos, incluso el último, en el que quedó comprobado que no hubo «ajuste de cuentas», sino, para ser ilustrativos, el “remitente” se equivocó de “destinatario”, obedecen a la misma lógica. El lugar del hecho y el origen social de los partícipes de los mismos, indica que en el futuro próximo serán números destinados a engrosar el porcentaje de los caídos por el delito y la droga. No se trata de humanos, sino de números.

Esas estadísticas, serán mencionadas por los medios de comunicación cuando se trate el tema “inseguridad”. Esas estadísticas, formarán parte del encendido discurso de un candidato que quiere cosechar muchos votos en la jornada eleccionaria. Esas estadísticas les servirán a los analistas para comparar los índices provinciales con los de la nación y con los de otros países latinoamericanos para ver si vamos mejor o peor. Esas estadísticas serán el túnel hacia el empleo de muchos trabajadores y psicólogos sociales que de revertirse este alarmante cuadro, seguramente vagarían desocupados. Estadísticas, sólo estadísticas, no hay humanidad en ellas; sólo fría constatación de errores gubernamentales acumulados.

 

Complicidad y futuro

Mafias enquistadas en la policia que deshonran la institución; políticos vocingleros expertos en retórica crítica, pero ignaros en el arte de lo concreto (algunos con «narices blancas»); fronteras argentinas campeonas de la laxitud…Camino sin retorno a la cartelización. Tema de Piluso de Fito Páez podría ambientarse en tierras mexicanas. Cerca…Sinaloa siempre estuvo cerca…

 

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Antonio Abbatemarco

Director de Cuna de la Noticia

4 comentarios sobre “Algunos ganan, muchos pierden

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    el 6 enero, 2012 a las 12:16
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    Excelente análisis estimado Antonio.

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    el 6 enero, 2012 a las 14:44
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    Bien Antonio, Bien !!!!!!!!!!!

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    el 6 enero, 2012 a las 16:20
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    Muy buen artículo Antonio! En estos tiempos las cosas «…están dificiles, están dificiles y los muchachos (del gobierno provincial socialdemócrata, responsables de la «inseguridad-garantista») se hacen los giles…».

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    el 13 enero, 2012 a las 13:19
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    Antoñio estas re loco, no te falto ningùn cliche

Comentarios cerrados.