Marcos Cleri, la «piedra en el zapato» del peronismo local

La del domingo fue una noche de festejos para el peronismo rosarino y más especificamente para el kirchnerismo, corriente que encabeza actualmente dicho movimiento en la Argentina. Pero detrás de la inmensa alegría que florecía primaveralmente en los corazones militantes, se escondía una inagotable puja interna que viene desencadenándose desde el momento en el que quedaron conformadas las listas de diputados nacionales santafesinos del Frente Para la Victoria.

Se trata de un cierto resquemor de algunos sectores del kirchnerismo regional y más precisamente local contra el joven legislador electo de Barrio Belgrano y Responsable de La Cámpora Región Centro y Provincia de Santa Fe, Marcos Cleri. De corta edad para lo acostumbrado en las lides pollíticas (sólo 29 años), Cleri se ha ganado a los empujones un lugar en el jerárquico y militarista Partido Justicialista. Esto molesta -y mucho-  a los jerarcas peronistas de antaño enquistados en la conducción provincial del PJ, que se niegan a presenciar un recambio generacional en las estructuras partidarias.

Candidato a concejal por la ciudad de Rosario en 2009, en esa experiencia patriótica -dada la mayúscula batalla- ,Cleri comprendió que nada en la política iba a ser color de rosa; y menos aún en un espacio naturalmente resistente a los cambios como el justicialismo. Poco le importó; la adrenalina y la llama interna de la juventud le bastaron para vencer a la gripe aviar (había utilizado la mayor parte de los recursos disponibles para promocionar su imagen con cartelería y pasacalles ad hoc antes de la interrupción de las actividades públicas causada por la temida enfermedad) y alzarse con casi 5000 avales ciudadanos. En esa hazaña recibió el apoyo nacional de Juan Cabandié, nieto recuperado por las Abuelas de Plaza de Mayo y militante por los Derechos Humanos, que cursa un mandato como diputado en la Ciudad Autómoma de Buenos Aires.

Luego, Cleri confió en abrir una filial de La Cámpora en Rosario cuando nadie daba un centavo por la naciente agrupación, hoy pieza indispensable en el esquema del gobierno comandado por Cristina Fernández de Kirchner. Este arrojo a la hora de enfrentar el destino fue muy bien visto por la primera mandataria, que no dudó en llamarlo cuando sonó el clarín del armado de listas para competir en las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias del mes de agosto. Allí, los candidatos a diputados nacionales por el Frente Para la Victoria sacaron una excelente cantidad de votos que les permitió llegar relajados a las elecciones del día domingo.

Ayer, justamente, Marcos Cleri había organizado un festejo de importantes dimensiones en el Club Nueva Era, ubicado en las inmediaciones de las Cuatro Plazas, su Barrio Belgrano natal. La Cámpora, de forma anticipada, realizó una amplia convocatoria para que todos los sectores que responden a la conducción nacional de la presidenta reelecta se dirijan a ese sitio a escuchar las palabras de los principales referentes de la corriente y festejar conforme la ocasión, como en circunstancia de las internas.

En el club de Mendoza y Provincias Unidas, alumbrado un 17 de octubre al igual que el peronismo, integraron el panel de oradores además de Cleri, Omar Perotti, María Eugenia Bielsa, Silvia Simoncini y Agustín Rossi. El «Chivo» -por compromiso-, se sentó a un costado de la mesa contando los minutos para ir a celebrar con los suyos en el característico Monumento a la Bandera. En las cercanías del Río Paraná lo esperaban el Movimiento Evita, el Movimiento Martín Fierro y un sinnúmero de agrupaciones tributarias englobadas bajo el irrecordable nombre «Movimiento Santafesino por la Justicia Social». Se trató de un boicot liso y llano a la figura de Cleri proveniente de quienes nunca quedaron satisfechos con la lista final de precandidatos a diputados. En ella, para sorpresa de muchos, no estaban los nombres de Alejandro Rossi y Gustavo Marconato, sino los del reutemista Perotti, el intransigente Oscar «Cachi» Martínez y Marcos Cleri, un nóvel referente local; inmerecedor de ese premio para la dirigencia de siempre.

De este modo, de los celulares de los organizadores de la acción contra el flamante legislador partían incesantes mensajes hacia la desconcertada militancia (que no entendía que estaba sucediendo), llamándola a asistir, terminada la fiscalización de los comicios, al Monumento a la Bandera, sin paso previo por el bunker oficial.

Este acontecimiento, es un indicio que el odio y el resentimiento contra cualquier posibilidad de cambio que anida en las almas de los «caudillos» justicialistas santafesinos no ha logrado impedir que se opere una transformación -imperceptible para algunos- en las estructuras del PJ; el viejo y conocido, pero poco aplicado «trasvasamiento generacional». Nóveles dirigentes con diferentes formaciones y trayectorias personales están tomando la posta frente a la mirada atónita de los celosos guardianes de los puestos de mando, algo parecido a lo que ocurrió en los hoy tan recordados años setenta; década en la que una generación de jovenes políticos decidieron disputarle el poder a las anquilosadas estatuas de la conducción. Marcos Cleri forma parte de una nueva camada de políticos que aplican a rajatabla el adagio peronista «mejor que decir es hacer», y tiene cuatro años para demostrarlo desde su banca de diputado nacional.