Día de indignación global
Masivas marchas en varias ciudades de España, contra los políticos y el poder financiero y bancario, también tuvieron eco en distintas urbes de Europa, América y Asia. En Roma hubo graves disturbios.
La convocatoria planetaria de los “indignados” en más de 900 ciudades de unos 80 países tuvo eco masivo en varias urbes de Europa, Estados Unidos, Asia, Latinoamérica y hasta de Sudáfrica. Bajo el lema “Unidos por un cambio global” las protestas contra los políticos y el poder financiero y bancario fueron pacificas en la mayor parte del mundo, salvo en Roma, donde hubo disturbios. En Nueva York hubo una veintena de detenidos.
En España, cientos de miles de personas participaron en las marchas convocadas en 80 ciudades y localidades del país. Los españoles salieron a las calles para reclamar contra los políticos, los mercados financieros, la banca, los recortes sociales o la precariedad en el empleo.
La protesta más importante tuvo lugar en Madrid, donde una multitud recorrió el kilómetro que separa la plaza de Cibeles y la emblemática Puerta del Sol, donde hace cinco meses se inició el movimiento de indignados del 15-M.
En Barcelona, unas 60 mil personas, según fuentes del Ayuntamiento y la Policía local, y unas 250 mil, según la organización, participaron en la manifestación que partió de la Plaza Cataluña, con una pancarta en la que se podía leer: “De la indignación a la acción. Nuestras vidas o sus beneficios”.
En Alemania, unas 40 mil personas, según cálculos del movimiento antiglobalización Attac, participaron en manifestaciones por todo el país, con las mayores concentraciones ante la sede del Banco Central Europeo en Fráncfort y ante la Cancillería.
La marcha berlinesa discurrió pacíficamente, aunque hubo amagos de tumultos a la altura de la sede del Parlamento al pretender unos 200 jóvenes que se habían desprendido del gran grupo irrumpir en el edificio, donde un fuerte contingente policial acordonó la zona.
En Atenas centenares de “indignados” griegos se concentraron en la plaza Sintagma, símbolo de las protestas contra la política de recortes que aplica el gobierno para intentar evitar la bancarrota.
En Bruselas, varios miles se manifestaron por el centro de la ciudad y se concentraron ante las principales instituciones de la Unión Europea, llevando pancartas con críticas a la respuesta europea a la crisis financiera, al sistema capitalista y en favor de la movilización ciudadana.
En Londres, la concentración tuvo lugar frente a la catedral de San Pablo, en el centro financiero al no poder acceder, como tenían previsto, a la zona donde se ubica la Bolsa de Valores, debido a un fuerte cordón policial.
Durante la hora de los discursos en Londres hizo una breve aparición Julian Assange, responsable de WikiLeaks, que publicó miles de cables diplomáticos confidenciales, quien dio ánimos a los manifestantes.
En Nueva York, más de 3 mil “indignados” del movimiento denominado A Ocupar Wall Street marcharon hacia las emblemáticas esquinas del Times Square de Manhattan “contra el neoliberalismo creado en los últimos 30 años por el 1 por ciento” más poderoso. Hubo algunas refriegas con la Policía y se registraron más de 20 detenidos.
En Portugal también se manifestaron decenas de miles en varios puntos del país en respuesta a la convocatoria lanzada en 82 países por el llamado movimiento de los “indignados”.
La jornada de protesta amaneció primero en Oceanía y Asia, donde la participación fue muy desigual con países donde se prohíbe o restringe las concentraciones en lugares públicos, como Singapur o China, mientras que en Australia o Nueva Zelanda destacaron las manifestaciones festivas.
Un centenar de japoneses exigió en Tokio la interrupción inmediata de las centrales nucleares, responsables de la crisis aún abierta tras la catástrofe del 11 de marzo en la nación asiática.
En la ciudad sudafricana de Johannesburgo, unas 50 personas alzaron pancartas con reclamos de justicia social frente a la más importante Bolsa de África.
En Argentina, en Buenos Aires también se registraron movilizaciones en apoyo de los “indignados”. (El Ciudadano)