A 38 años del asesinato de Rucci: «Al que le quepa el sayo…»

A las 12.11 del 25 de septiembre de 1973, cuando el dirigente Montonero conocido como “Pelado Carlos” (Roberto Perdía) dio la orden de tirar, Rucci acababa de salir del domicilio de calle Avellaneda 2953 del barrio de Flores. El “Pelado Carlos” y “Lino” (Juan Julio Roqué) dieron inicio a la ejecución.

El atentado comenzó cuando el gremialista cruzaba la vereda rumbo al Torino. José Rucci fue alcanzado inmediatamente por una lluvia de balas, -una de ellas abriría una profunda herida en su cuello-, además de numerosos impactos en todo su cuerpo. También fueron alcanzados por las balas su chofer, »Tito» Núñez, y Ramón Rocha, otro de los custodios.

El General lloró por primera vez en público y dijo: “Me cortaron las patas…” Luego de su muerte, el propio Perón decretó 39 días de duelo nacional. El viejo líder se quedaba sin uno de sus hombres más valiosos, y los obreros nos quedábamos con un mártir más y una ausencia enorme, irremplazable.

Muchos de estos asesinos han sido funcionarios protegidos de Menem, de la misma manera que destacados miembros del ERP fueron integrantes del gobierno Raúl Alfonsín, y hoy están otra vez ostentando el poder, clamando por los derechos humanos, rasgándose las vestiduras por los compañeros desaparecidos. Pero nada dicen de sus crímenes, parece que los Derechos Humanaos son solo para cierto tipo de humanos, y los trabajadores no entran en esa categoría.

El mensaje que José Ignacio Rucci en nombre del Movimiento Obrero Organizado, iba a leer el 25 de septiembre en canal 13 de televisión; entre otras cosas decía:

“Ahora el fragor de las luchas ha pasado a convertirse en historia. La realidad de nuestros días es la unión, el trabajo y la paz. Por primera vez en 18 largos y sacrificados años se ha expresado sin limitación alguna, con absoluta soberanía, la voluntad popular

…La reconstrucción de la Patria es una tarea común para todos los argentinos, sin sectarismos ni exclusiones. La liberación será el destino común que habremos sabido conquistar, con patriotismo, sin egoísmos, abiertos mentalmente a una sociedad nueva, para una vida más justa, para un mundo mejor”.

Nunca llegó a pronunciar estas palabras… Con la muerte de Rucci, el baño de sangre sería inevitable.

El 1 de Mayo de 1974, el General pronuncia, dolido y enojado, uno de sus discursos más recordados, aunque sólo desde lo anecdótico. Todos recuerdan los calificativos de “Estúpidos e imberbes”, pero pocos, tal vez por conveniencia, se acuerdan de todo lo que Perón dijo: “…estos infiltrados que trabajan adentro, y que traidoramente son más peligrosos que los que trabajan desde afuera, sin contar que la mayoría de ellos son mercenarios al servicio del dinero extranjero.” Montoneros reiniciaba así, el asesinato de peronistas comenzando por sus jefes ideológicos, con el bombardeo de Plaza de Mayo. Y tronó el escarmiento. Lástima que murieron los inocentes que sí eran peronistas, enviados a la muerte, cómo vacas al matadero, entregados por sus dirigentes, los mismos que hoy vivitos y cobrando están llegando a una vejez sin sobresaltos económicos gracias al Estado Nacional que los premia con la privatización de los Derechos Humanos; diputaciones; senadurías y cuanto curro esté dando vuelta.