La Generación Dorada se quedó con el Preolímpico
La Generación Dorada entregó otro capítulo a su interminable y conmovedora película. Este plantel, que juega con el corazón, con el espíritu amateur que lo caracteriza, volvió a gritar campeón. Este equipo, que consiguió la medalla de oro, en Atenas 2004, y la de bronce, en Pekín 2008, sigue haciendo historia. Superó a Brasil por 80 a 75 y se quedó con el Preolímpico de Mar del Plata. La fiesta fue completa: el equipo de Julio Lamas consiguió el pasaje a Londres y, además, dio la vuelta ante su gente. Luis Scola fue elegido como el mejor jugador del torneo.
Tuvo que sufrir hasta el final, pero no falló. Este equipo emociona. Festejaba Andrés Nocioni, con el tobillo inflamado como el tamaño de un pomelo, pero con el orgullo de haber formado parte del equipo y de haber dejado todo. También Manu Ginóbili, una mega estrella del básquetbol mundial, que se concentró como si fuera el último torneo de su carrera. Fabricio Oberto gritaba con la gente. Él, que estuvo inactivo varios meses por una intervención cardíaca, festejaba como un chico de diez años, saltando y abrazado con sus compañeros.
Un dato no es menor en este partido: los jugadores de Brasil alargaron el festejo por la clasificación a Londres, tras vencer a República Dominicana en semifinales, hasta las 5 del domingo. No descansaron bien. Y Argentina, que se concentró y preparó como todos los días, pareció sacar provecho de esa situación, por lo menos en los primeros minutos. Lo desbordó, le hizo daño. Se puso agresivo en la defensa. En el ataque, tuvo a un Luis Scola intratable. Terminó el primer cuarto con una amplia ventaja, de 21 a 9.
Pero Brasil reaccionó y achicó las diferencias. Argentina se relajó casi todo el segundo cuarto hasta que, en los últimos tres minutos, volvió a aparecer Luis Scola. Cerca de la zona pintada, a unos cuatro o cinco metros del aro, el jugador de Houston Rockets no falló casi nunca, a lo largo de todo el torneo. Con una ráfaga del equipo de Lamas volvió a sacar diferencias, y terminó el segundo cuarto con una ventaja de 37 a 25.
En el tercer cuarto, todo fue más luchado. Brasil decidió volcar su juego al aspecto físico y a la fricción y consiguió cambiar la marcha de las cosas. Se descontroló el partido y Argentina se desorientó. Se cargó de faltas y varios jugadores (Ginóbili, Jasen, Delfino y Scola) quedaron condicionados. Hasta ese momento la diferencia de faltas era abismal: 17 argentinas contra 9 de Brasil. El tercer período finalizó 50 a 48, un resulado apretado, lleno de incógnitas que prometía un final lleno de dramatismo.
En la cuarta parte, Brasil llegó a sacar una diferencia de seis puntos. En ese momento, el más crítico del partido, cuando iba 56 a 50, volvió a aparecer Luis Scola. Levantó al estadio y al equipo luego de conseguir un doble con falta incluida que lo dejó en el piso, pero con el grito a flor de piel y el puño apretado. Terminó como goleador del partido, con 32 puntos, y también del Preolímpico. Fue, sin dudas, la gran figura del torneo. Pero todó quedo parejo y fue golpe por golpe. Pesaba Tiago Splitter en Brasil, pero aparecía una vez más Scola y hasta el Yacaré Kammerichs, uno de los símbolos del sacrificio, el sentido colectivo y el corazón de este equipo. Una bomba de Pablo Prigioni, con un tremendo triple, puso las cosas 67 a 62.
La Generación Dorada del básquet argentino clasificó por tercera vez consecutiva a los Juegos Olímpicos (sexta vez en la historia del básquet argentino), y se aseguró la participación en Londres para el año próximo, donde Ginóbili, Scola, Oberto y compañía tratarán de colgarse otra medalla. El campeonato fue también un premio para Julio Lamas, que tomó la posta de Sergio Hernández, que logró ser respetado por los jugadores y consiguió que su equipo mantuviera la línea de juego colectivo que lo caracterizaba.
Esta camada única, que empezó a forjarse en la década del ´90, lleva 18 años rodando juntos. Y claro, desde hace rato, es una de las mejores versiones del deporte argentino en toda su historia. Hubo cambios lógicos con el correr de los años, y jugadores que se fueron sumando para darle aire y renovación al seleccionado, pero la base es la misma.
El equipo del argentino Rubén Magnano se clasificó a los Juegos luego de 16 años, y nadie daba mucho cuando tres NBA se bajaron del torneo. Pero Brasil fue de menor a mayor hasta quedar invicto en la segunda fase y luego vencer a Dominicana en la semifinal.
Gritó campeón, una vez más. De a poco, los jugadores y el público que siguió el camino de este equipo, sienten la nostalgia por sentir que no queda mucho en el camino. En Londres, será otra oportunidad para hacer historia. No tienen mucho para demostrar. Este equipo dejó todo y serán por muchos años el gran orgullo del deporte argentino. (TN)