Rosario, anfitriona de las artes del mundo
Pocos rosarinos olvidan que hace siete años, durante el Congreso de la Lengua, el Negro Fontanarrosa se rió de los eruditos y cosechó miles de carcajadas con su desopilante disertación en defensa a las malas palabras. Anoche, cinco de sus colegas y amigos de la vida lo homenajearon desde el mismo escenario del teatro El Círculo en el marco del primer Festival Internacional de las Artes de Rosario (Fila 2011) que hasta el domingo próximo se realiza en la ciudad con la presencia de personalidades del espectáculo y las artes, del país y el exterior (ver aparte).
Simulando la mesa de un bar, pero tomando café de verdad, se cansaron de contar anécdotas del Negro su editor y titular de Ediciones de la Flor, Daniel Divinsky; el escritor colombiano Daniel Samper Pizano; el integrante de Les Luthiers, Daniel Rabinovich; el dibujante y humorista Miguel Repiso popularmente conocido como Rep; y el escritor Juan Sasturain.
Advirtieron que hablarían del Negro como amigo, dibujante y escritor, y rompieron el hielo con una frase de Fontanarrosa a la que definieron como su Evangelio. «Puto el que lea esto», se leyó en un cartel que apoyaron en las patas de la mesa y explicaron que el Negro decía que toda obra de arte debía tener estampada una frase de ese estilo para «atraer» al público. Al menos anoche la estrategia surtió efecto. También la catarata de historias sobre Fontanarrosa que poco importa ya si son ciertas o no, pero seducen por cómo las transmiten los buenos cuentistas.
«El Negro era un negado a la música. No tenía oreja, no?», Preguntó Samper Pizano. A lo que Rabinovich respondió: «Tenía dos pero ninguna para la música».
Divinsky, quien editó la obra de Fontanarrosa por más de 40 años, dijo que hablar del Negro en Rosario era como exportar naranjas a Paraguay, sin embargo se animó. «Era un escritor «raro» porque se llevaba bien con su editor», confesó antes de leer un texto de puño y letra de Fontanarrosa.
Sasturain, quien dijo haberlo conocido y admirado desde 1979, recordó una definición fontanarroseana de la amistad. «Amigo es aquel que comparte códigos. O sea, viene un amigo y te dice que vio una película iraní buenísima y uno lo puede mirar y sin problemas decirle: «No me empieces a romper las pelotas»». El autor opinó sin miedo a quedarse corto que Fontanarrosa «era el mejor: gran humorista, gran dibujante y gran narrador», pero agregó que no fue reconocido por los literatos por cometer el «error de hacer reír».
Rep habló de él desde su dibujo. Y de cómo comentaban los rasgos de tal o cual artista plástico en una producción. «Esa cara se parece a la de un Castagnino o un Alonso», contó que alguna vez deslizaron en una charla, si bien remarcó que el Negro «no era pretencioso» y no hablaba de plástica porque no era seguidor de ese tipo de arte, sino amante de la historieta. «Le gustaba dibujar manos como a Pratt», aseguró antes de poner en discusión si era modesto o se hacía.
«Era un escondedor: decía que no leía, se jactaba de que no conocía el campo y escribía Inodoro», apuntó Rabinovich. Y, según acordaron varios, sus relatos con buen tono gauchesco eran resultado de su consumo de glosa campera. La discusión que terminó con una acotación de Divinsky: «Era fiaca, decía que se dedicó a Inodoro porque para dibujar La Pampa bastaba una línea». El comentario fue aplaudido por la platea.
Previo al café de amigos que mucho tenía de las reuniones a las que asistió por años el Negro Fontanarrosa en el bar El Cairo, presentaron el Fila 2011 la presidenta de la Fundación Puerto de la Música, Gabriela Mahy, y el intendente Miguel Lifschitz. Palabras más, palabras menos, ambos echaron mano a la fama de cuna de artistas de esta ciudad.
Abajo, desde la platea, escuchaba un público variado. Desde la intendenta electa Mónica Fein y funcionarios provinciales y municipales, pasando por la escritora local y tal vez más conocida, Angélica Gorodischer, hasta un artista de la talla de Leo Masliah quien, fiel a su estilo tímido y apocado, se mezcló entre propios y extraños como uno más. (La Capital)