Argentina y su anormalidad obstinada
La ruptura a cielo abierto de Juntos por el Cambio deja una posibilidad: la de una etapa de realineamientos positivos.
En estos días de política caliente, alguien definió que Argentina “transita una anormalidad obstinada”. Los resultados electorales del pasado domingo produjeron un sismo esperado. Desde esta misma columna hace tiempo señalamos que las coaliciones que supimos conocer, desaparecerían. Su vida flaqueó (hoy la opositora, mañana la oficialista), porque no fueron conformadas con la arquitectura de lo por hacer; sino, congregadas por la ansiedad en acumular poder. Cree esta cronista que luego del lunes/martes negros políticamente opositor, estallaron las acciones del PRO y de la UCR. Aunque esta última ganó. Hoy el radicalismo puede pararse sobre sus fortalezas y dedicarse a construir el líder que no tiene. El PRO vuelve a su estado primario: el territorio de CABA y tal vez, algún gobernador.
La ruptura a cielo abierto de Juntos por el Cambio deja una posibilidad: la de una etapa de realineamientos positivos. Federico Storani le dijo a Infobae: “Veo una opción a futuro de una nueva integración con partidos políticos consolidados, con historia. Nunca más con expresiones coyunturales”. También Storani cree que “cualquier posible acuerdo programático debe darse luego del 19 de noviembre”. También se manifestó sobre este tema Ernesto Sanz, quien desde el martes temprano militó la neutralidad institucional de los partidos, no de sus votantes.
Una consideración sobre Patricia Bullrich, dirigente que hasta el domingo tenía una historia política respetable. Luego del portazo de la mano de Mauricio Macri a JxC hacia el libertario, quedó su trayectoria diluida a un meme de Milei, el de un león abrazando a un patito. Triste.
En Macri se da aquel teorema no escrito: “no me alcanza para ganar, pero me sobra para que no ganes”. Viene luego de su derrota en el 2019 protagonizándolo con éxito. Patricia Bullrich el martes por la mañana leyó una proclama con diversos puntos de un supuesto condicionamiento a Javier Milei, que horas después el libertario desmintió frente a la ex candidata presidencial. Bullrich no lo contradijo. Es más aseguró (Milei) que el 90% de sus propuestas son compartidas por Macri-Bullrich. No aclaró si en el continente minoritario del 10% restante estaba la venta de órganos de niños, los vouchers educativos, la eliminación del CONICET etc.
Milei es un candidato disruptivo que debió buscar afuera lo que no tiene adentro. Como se conoció ayer al mediodía, el gastronómico Luis Barrionuevo lo abandonó. Era quien tenía de cara al ballotage, la responsabilidad de fiscalizarle la provincia de Buenos Aires. Barrionuevo, que conoce y mucho de la política, rápidamente advirtió que “Bullrich y Milei, pasaron a ser dos títeres de Macri. Yo no estoy dispuesto a trabajar para Macri”. El dirigente lee con claridad que de ganar el libertario, Macri se convertiría en el presidente de hecho.
Veamos el continente del ganador de las generales: Sergio Massa. Así como inicialmente Milei interpretó el sentir de la población, atravesada por el hastío, la bronca y los sucesivos etcéteras, Massa supo interpretar el miedo que el libertario en estado puro –tal vez por sentirse triunfador- generó, y puso calma y cierta seguridad ante ese terreno cenagoso. Massa ha vestido distintos trajes políticos, incluso el kirchnerista. El domingo a la noche pareció vestir el propio. Esto no lo exime de su pasado ni de su hoy (integrante al igual que Cristina Kichner del gobierno de Alberto Fernández), pero ganar el 19 de noviembre lo habilita y sin chances de queja alguna, a ser absolutamente él. Tiene -de triunfar- piedras en sus zapatos. La más molesta está en la provincia que le permitió ganar. Buenos Aires. Hoy más que nunca territorio de CFK a través de Kicillof.
Cristina Fernández de Kirchner tiene asegurado el territorio bonaerense. Mauricio Macri tiene asegurado el territorio de CABA. Además, el poder de daño de ambos sigue intacto.
¿Qué necesitaría Massa de ser electo, para equilibrar su poder con el de CFK? Ganar el ballotage acercándose en votos lo más posible al 55%. Recordar que en el 2003 ante la deserción de Carlos Menem al ballotage, Néstor Kirchner debió esperar legitimarse en el 2005 para engrosar su poder.
Otras de las incógnitas que genera Massa cuando habla de unidad nacional, es si virará después del 19 hacia propuestas programáticas -léase políticas de Estado- a analizar con los partidos políticos, o como hizo Macri, poner en el Ejecutivo algún dirigente de otro signo político.
La vice gobernadora electa de Santa Fe Gisela Scaglia, dirigente del PRO, sobre los barquinazos de estos días manifestó: “No nos sentimos propietarios junto con Maximiliano Pullaro de los votos del pueblo de Santa Fe*.