Central venció a Defensa y Justicia
Central ganó. A partir de allí podrán tejerse un sinfín de especulaciones, de análisis y también conjeturas, pero es lo que necesitaba. Podrá hacerse referencia a si lo hizo jugando bien o metiendo más que apostando al juego asociado. Lo que no puede ni debe dejarse afuera del sentido analítico, aún en caliente, es que sacó adelante un partido que se le presentó adverso (lo dio vuelta y venció 2-1 en su debut en cancha de Defensa y Justicia). Y aquí sí vale la afirmación: lo hizo echando por tierra ese karma que lo acompañó a sol y sombra en el torneo pasado. “Antes este tipo de partido se perdía”, se le escuchó decir a algún jugador, en coincidencia con algunos dirigentes.
Retrotraerse unos meses en el tiempo puede ayudar a entender el significado de los tres puntos logrados ayer. En el último campeonato Central llegó a sumar la misma cantidad de puntos recién en la quinta fecha, luego de tres empates. No sirve como una proyección contundente, pero ayuda a alimentar el ego.
La cabeza de este nuevo Central dio algunos indicios importantes, en contraposición con lo futbolístico, que dejó muchos aspectos por corregir.
Una llamativa liviandad en cuanto a la convicción y una endeble propuesta futbolística fueron los grandes problemas canallas ayer en su debut. Porque en medio de algunos sofocones en las barbas de Broun, todos de pelota parada (el primero terminó en gol de Piriz Alves), el único argumento que mostró Central fue también por la vía aérea, en la que Lequi estuvo tres veces a punto de convertir. De elaboración poco y nada.
Por eso el enojo y la reprimenda de Pizzi en el vestuario (ver página 4). Un lavado de cabeza que tocó las fibras emotivas y futbolísticas y que se tradujo en la aparición de un equipo más aplomado, capaz de sobreponerse a la adversidad.
El camino lo allanó la guapeada de Mozzo (uno de los puntos más altos) y la definición de Castillejos (51’). Pero el real sustento vino después. Es que a partir de ese momento el equipo no se conformó con el empate, no escatimó esfuerzos y, sobre todo, tuvo una lectura inteligente de cómo debía plantear los largos minutos que quedaban por delante.
Los ingresos de Carrizo y Medina, sobre todo el del chaqueño, le permitieron jugar más con la explosión del contraataque. De hecho el segundo tanto fue una jugada de manual de cómo salir rápido y lastimar. La triangulación entre Ricky Gómez, Carrizo y Medina terminó con el ex Colón empujándola prácticamente en la línea de sentencia.
La precariedad de un limitado Defensa y Justicia jugó un rol clave, pero eso no fue problema de Central, que si bien se parapetó correctamente y no entregó espacios, además de generar otras dos chances muy claras (en los pies de Castillejos a los 83’ y la otra a los 90’ con Carrizo), lo más importante ya lo había hecho. Ese traspaso de responsabilidades había sido ni más ni menos que el gran mérito.
El fútbol es fútbol en cualquier divisional, pero sabiendo que la cabeza tiene su cuota de injerencia. Y ayer Central logró eso: dar un paso adelante desde lo emocional. Esos viejos vicios de liviandad futbolística supo contrarrestarlos con una mente más avanzada.(La Capital)