El valor agregado de la economía es la certidumbre

El monto que recaudaría el Gobierno subiendo las retenciones al campo es de aproximadamente USD 400 millones, demasiado poco para frenar el ingreso de divisas que tanto necesita el país. Además, en provincias claves como Córdoba y Santa Fe, desincentiva la inversión y la industrialización.

Ante el cierre del registro de exportaciones de harina y aceite de soja, el gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, no disimuló su descontento ante la inminencia de la suba de retenciones. Entiende que no hay ecuanimidad, que tampoco hay un ámbito de discusión. Que las decisiones llegan encriptadas. “Así como critiqué esta medida en el gobierno del ex presidente Macri, lo hago ahora. No da resultado. Y además en este contexto bélico debiéramos ser más creativos que nunca, impulsando el mayor programa de producción de trigo de nuestra historia, alentando a los productores a sembrar”, expresó el gobernador santafesino. Lo planteado va en consonancia con lo expresado ayer por el primer ministro italiano Mario Draghi: “Si el conflicto continúa, se agrava o aun finalizando, la preocupación no es sólo en lo energético, sino en encontrar suministros alternativos a los rusos en materias primas, en particular en lo relativo al sector agroalimentario, una de las respuestas que naturalmente debemos dar es importar de otros países: Estados Unidos, Canadá, Argentina”.

Lo cierto es que el campo siempre está de turno. Si las naftas suben, los alimentos también. No hay correlato ni en los bancos, ni en el petróleo, ni en la minería, a la hora de repartir esfuerzos. Allegados al ministro Julián Domínguez justificaron lo que vendrá como “la forma menos dolorosa para evitar la suba de retenciones a los productores”.

Ante el incremento del diferencial de dos puntos a las retenciones a la industria para constituir un fideicomiso y abaratar el precio del pan, Jorge Chemes, titular del CRA le dijo a este medio: “Si a la industria le sacan algo automáticamente se transfiere al precio de pizarra, es decir, lo terminan pagando los productores, El gobierno lo negará como ha pasado a lo largo de la historia, pero lo terminamos pagando nosotros. Tal como sucede con el fideicomiso al trigo, que también es una retención encubierta”.

En definitiva, el monto que recaudaría el Gobierno con esta medida es de aproximadamente USD 400 millones, sobre USD 34 mil millones. Demasiado poco para frenar el ingreso de divisas que tanto necesita el país. Y además en provincias claves como Córdoba y Santa Fe, desincentiva la inversión, la industrialización y, por ende, el valor agregado.

Consultado el diputado Alejandro “Topo” Rodríguez, ex ministro de Agricultura de Buenos Aires, dijo: “Son conservadores. Discursean sobre el agregado de valor en el campo, pero con sus políticas alientan la reprimarización. Así lo hicieron con la última Ley de Biocombustibles, lo harán también con harina y aceite de soja. Hablan de industrializar la ruralidad y la desindustrializan”.

Tras la media sanción del acuerdo con el FMI en Diputados, donde el miércoles pasado por la mañana el presidente Alberto Fernández marchaba al rechazo del mismo y al incumplimiento con el FMI, logró con gran cantidad de votos de su sector más los de la oposición, el número mágico para fortalecerse: 202. Este número es clave para la aprobación esta semana en el Senado de la Nación. La Cámpora, militando el “no” junto a la Vicepresidenta (se conocen casos concretos de diputados llamados por CFK para que voten negativamente), logró incidir sobre el 25% del oficialismo, que traducido al interior del peronismo puede representar un 20% de votantes.

Esta cronista conversó con muchos actores que conocen de años a CFK y Alberto Fernández. Es probable que nadie abandone el Gobierno. Es probable que los divorciados sigan viviendo bajo el mismo techo de la coalición. El gran tema para el presidente Fernández, para que su Gobierno no implosione luego del acuerdo con el FMI, es poner en marcha la economía y estabilizarla.

Esta cronista entiende que medidas como las anunciadas son una jugada a dos bandas. Hacia el FMI que ve con buenos ojos un aumento de retenciones. Y en una semana clave, hacia el cristinismo, en respuesta a la pregunta que la vicepresidenta formula para que se escuche: ¿quién paga el ajuste? En su concepción la respuesta es “el campo y los poderosos”.

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María Herminia Grande

Periodista. Analista política