La NASA prepara nuevas misiones a Venus para 2026
La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), responsable del programa espacial civil estadounidense, anunció dos nuevas misiones a Venus para el 2026.
Es el segundo planeta del sistema solar en orden de distancia desde el Sol, y es el sexto en cuanto a tamaño, con un diámetro que alcanza los 12,104 km.
Las misiones a Venus han sido limitadas en el tiempo y como fruto de las investigaciones realizadas, se ha establecido que es similar a nuestro planeta en términos de masa, tamaño y composición con un aditamento: su densa atmósfera de carbono eleva la temperatura de su superficie a un nivel “infernal”.
El administrador de la NASA, Bill Nelson, indicó que, para profundizar el conocimiento de Venus, la NASA enviará las misiones Davinci y Veritas, a los fines de determinar con precisión las razones por las cuales el planeta a investigar se convirtió en un infierno. El astrofísico Daniel Marín puntualizó que «Aunque ahora es un infierno, quizás en el pasado no lo fue», y seguidamente explicó: «hay teorías que dicen que Venus fue habitable hasta hace solo mil millones de años». Luego recalcó: «Si eso es verdad, significa que Venus fue habitable durante mucho más tiempo que Marte y es un planeta más grande, es decir, que quizás pudo surgir vida en Venus», lo que podría implicar que «durante la mayor parte de la historia del Sistema Solar pudo haber dos planetas habitables, la Tierra y Venus». Esta es una de las razones que explican este interés renovado en el planeta vecino y que también podría explicar por qué la NASA pondrá en marcha las misiones Davinci y Veritas.
Misiones independientes
Las misiones que nos ocupan son independientes, pero, además, complementarias, ya que una estudiará la atmósfera y la restante la topografía, a los fines de tener una visión global planetaria.
El objetivo de Davinci es el de establecer el origen de la densa atmósfera existente, como evolucionó en el tiempo y en qué difiere de las atmósferas de la Tierra y Marte, a la vez que tratará de revelar su historia volcánica, y la historia de su agua, que es indicio de habitabilidad. Las mediciones que se obtengan “servirán como un aporte fundamental para reconstruir la historia de Venus”, explicitó Marín.
El científico dejó claro que “es más interesante analizar el perfil de la atmósfera que sólo la superficie” porque existen otros elementos como “los isótopos de gases nobles, los de oxígeno, de nitrógeno y de otros elementos para reconstruir la historia de Venus”.
Veritas
Veritas utilizará, según puntualizó la NASA, un complejo y novedoso sistema de radar para crear mapas 3D mientras orbita alrededor del planeta. También usará «un espectrómetro de infrarrojo para averiguar de qué está hecha la superficie», explicó Bill Nelson.
Este nuevo mapa en alta resolución será de gran utilidad para la comunidad científica, según señaló Marín, «ya que desde los años 80 no se hacía ningún mapa de la superficie».
Marín, por su parte, también dio cuenta de que “estas dos misiones se engloban bajo los programas Discovery, el tipo de misión de la NASA más «asequible». Los otros dos tipos son las ‘New Frontiers’ y las misiones ‘flagship’, de mayor envergadura y, por consecuente, más elevado presupuesto. Las Discovery suelen tener una dotación presupuestaria de unos 450 a 500 millones de dólares y, se llevan a cabo a propuesta de un grupo de investigadores y con el beneplácito de la agencia espacial estadounidense. En esta ocasión, la NASA ha escogido las propuestas de Veritas y Davinci , que competían con otras dos misiones espaciales, «una para estudiar Ío, la luna de Júpiter, y la otra para explorar Tritón, la mayor luna de Neptuno», subrayó el divulgador. Es esta una elección que explica el interés creciente sobre los entresijos que guarda esta tierra ‘gemela’ a la nuestra que es Venus.
¿Podría ir a Venus una misión tripulada?
Las temperaturas de Venus superan los 480 grados centígrados en la superficie y su presión atmosférica es 92 veces mayor que en nuestro planeta por lo que, aunque se logre una nave terrestre posarse en Venus –es más sencillo que posarse en Marte-, no lograría sobrevivir más allá de pocas horas.
Marín recordó que “la sonda soviética Venera llegó a la superficie de Venus y transmitió imágenes fotográficas en blanco y negro y a color, en la década del 80, pero desde entonces no ha vuelto a posarse ninguna cápsula terrena en la superficie. Con lo indicado, se descarta una misión tripulada”.
¿Qué podemos aprender de Venus?
Del estudio de Venus se pueden extraer conclusiones que podrían ayudar a entender mejor ciertos fenómenos que tienen lugar en la Tierra. Por ejemplo, «sabemos que tiene un efecto invernadero descontrolado» y «estudiando Venus comprendemos mejor el efecto invernadero que tiene lugar en la Tierra», aclaró Marín.
«Sabemos que la Tierra no se va a convertir en Venus», aclara Marín, porque tiene una gran diferencia: su cercanía al Sol. No obstante, las nuevas sondas que quiere enviar la NASA pueden arrojar luz sobre «cuándo se convirtió en el infierno que es ahora», se podrían extraer conclusiones sobre si tuvo agua líquida en su superficie y cuándo y si, junto con la Tierra, fue «durante la mayor parte de la historia del sistema solar» otro planeta habitable.
El hallazgo de la fosfina
Esta es otra de las grandes incógnitas que rodean a este planeta. El pasado mes de septiembre, astrónomos europeos y estadounidenses dieron con posibles indicios de vida en Venus, un hallazgo que apunta a trazas de fosfina en las nubes del planeta en mayor cuantía de lo esperado y que podría haber sido liberado por organismos aéreos microbianos.
La líder del equipo de investigación que dio con este hallazgo, publicado en Nature Astronomy, la profesora de Astronomía de la Universidad de Cardiff, Jane Greaves, calificaba de «sorprendente que se pueda encontrar vida rodeada de ese ácido» (la fosfina).
El ácido en cuestión se detectó a unos 45 kilómetros por encima de la superficie, en las nubes altas de su atmósfera, donde las temperaturas son más agradables y pueden rondar los 30 grados. Es por ello que los astrónomos que llevaron a cabo esta investigación no encuentran otra explicación que no sea la presencia de vida en Venus.
Durante los últimos años, Venus ha sido un gran olvidado en términos de exploraciones espaciales con respecto a Marte. Muestra de ello es que la NASA envió su última misión para estudiar su superficie en 1989. La nave espacial Magellan fue la encargada de recabar información sobre la geología del planeta. No obstante, la tecnología de hace más de 30 años hace que «muchos detalles no se pueden estudiar, porque el mapa no tiene la suficiente resolución», lamentó Marín.
Sin embargo, según destaca el equipo del Jet Propulsión Laboratory (JPL) de la NASA, tras cuatro años en la órbita consiguió cartografiar alrededor del 98% de su superficie y obtuvo información sobre su gravedad, un importante hallazgo para la época que ahora, y gracias a Veritas, se podrá actualizar «para poder discriminar esos modelos» que requieren de una alta resolución, subrayó Marín.
La URSS, por su parte, consiguió incluso tocar el suelo venusino con su sonda Venera en la década de los 70, pero la aeronave no logró sobrevivir mucho tiempo debido a las duras condiciones climáticas.
La Estación Espacial Europea (ESA) sí exploró el planeta vecino a la Tierra en el pasado reciente. La sonda espacial Venus Express llegó en 2006 y estuvo realizando observaciones científicas hasta 2014.
Proyecto Venus
Según explicó al fin de la misión el científico del Proyecto Venus Express para la ESA, Håkan Svedhem, la experiencia proporcionó más información a lo que se sabía de Venus, y permitió «determinar los efectos de la resistencia atmosférica sobre el satélite, y estudiar cómo varía la densidad de la atmósfera a pequeña y a gran escala».
La más reciente es la misión Akatsuki que desde el año 2015 tiene la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA) con el objetivo de dar respuesta a los muchos interrogantes y misterios que aún quedan por resolver sobre el planeta más cercano a la Tierra en dirección al Sol, según comunicó la NASA a través de María Moya.