Ratificación, sorpresa, humillación

La del domingo fue una fiesta de la democracia.  1.825.837 votantes sobre 2.437.901 (casi un 75% de asistencia) fue el saldo del comicio. Era el segundo examen de la llamada Ley de Boleta Única. El primero había sido el 22 de mayo, con bastante suerte. Éste, lo superó con creces. En él estaban enfocados los ojos de la política nacional, dada la envergadura de la plaza santafesina camino a las presidenciales de octubre.

El ganador fue una vez más el Frente Progresista Cívico y Social que ratificó su supremacía política, ya no sólo en la ciudad de Rosario (su bastión original), sino en toda la provincia. Antonio Bonfatti -su candidato- defendido a capa y espada por el obstinado pero consecuente Hermes Binner, abrazó el primer puesto con el 38,7% de los votos. Lo siguió Miguel Del Sel con el 35, 1 %. Tercero quedó Agustín Rossi, que cosechó un pobre 22,2 %. ¿Por qué sucedió esto? Muchas son las respuestas. Una es el voto bronca contra el kirchnerismo, caído en desgracia en la provincia luego del conflicto por la Resolución 125 en 2008. Otra, asociada a la anterior, es el voto de los sectores reutemistas y obeidistas ofendidos por el destrato del gobierno central. El candidato natural, autoexcluido Carlos Alberto Reutemann de la carrera hacia la Casa Gris, era precisamente el ingeniero Obeid. Éste se lanzó a la hazaña y a la semana fue obligado a desistir desde Balcarce 50. La unidad pejotista promocionada hasta el hartazgo, se trató sólo de una foto. No fue dotada de un claro programa que reconociera las necesidades sociales, económicas y políticas de la provincia con base en la diferencia de criterio. En palabras de Bonfatti, «el pensamiento único fue castigado por la gente».

La del peronismo fue la peor derrota desde la vuelta del sistema institucional en 1983. No obstante, el Frente Santa Fe Para Todos, tuvo una buena performance en lo que concierne a las comunas y a la categoría diputados superando al FPCyS, paradoja avalada por la actual legislación que promueve el parlamentarismo. A partir del 10 de diciembre, todos los proyectos deberán pasar por el tamiz del diálogo y el consenso, valores poco vistos en la historia política argentina.

Ratificación

El Frente Progresista, demostró una vez más la amplia recepción que tiene en la ciudadanía santafesina. En la Capital, José Corral se impuso por siete puntos al candidato apoyado por el temible Alberto Maguid, Eduardo Wagner. En Rosario, Mónica Fein superó claramente en 22 puntos al interminable Héctor Cavallero. El «Tigre», hizo su máximo esfuerzo con su recorrida militante de las últimas semanas de campaña en las barriadas populares. No le sirvió de mucho, perdió en todas las seccionales de la ciudad. El experimentado ex intendente -culminada su concejalía- seguramente se retirará de la escena política local, abriendo la puerta a nuevos dirigentes.

Los rosarinos dieron su aval a una gestión socialista que cuenta más de veinte años de vigencia, un modelo ampliamente consolidado. Podrán esbozarse diferentes críticas al mismo, pero la realidad indica que es el preferido por el habitante promedio. Miguel Lifschitz, su candidato a senador arrasó en el Departamento Rosario dejando por el suelo al ex Director de la Delegación Local del PAMI, Armando Perichón.

Sorpresa

El hecho más complejo de analizar, sin dudas, es la excelente elección de Miguel Torres Del Sel. Definida a la ligera por los analistas como fenómeno, observándola con detenimiento trasluce un cuidado trabajo previo. En el participaron políticos de larga trayectoria y referentes del movimiento obrero. Antonio Andrés Vanrell, y los electos diputados Norberto Nicotra y Alejandra Vucasovich se cuentan entre los primeros; el dirigente plástico Vicente Mástrocola y el gastronómico Jorge Rodriguez entre los segundos. Desde Buenos Aires contribuyeron el siempre activo Eduardo Duhalde, el titular nacional de las 62 Organizaciones Peronistas, Gerónimo Venegas, el Secretario General de la antikirchnerista CGT Azul y Blanca, Luis Barrionuevo, y por supuesto, Mauricio Macri, y la genialidad maquivélica de Jaime Durán Barba. Se trató de una sorpresa, es verdad, pero sabemos que muy poco en el mundo de la política es obra del destino. La figura que encabezaba el proyecto, efectivamente era un advenedizo en las lides públicas. Quienes lo secundaban no, artífices de una admirable organización.

Humillación

El papel cumplido por el peronismo fue lamentable, humillante. Un dirigente poco representativo de la tradición y la identidad justicialista santafesina (Agustín Rossi), se embarcó en una cruzada a todo o nada contra Bonfatti, menospreciando a los sectores del partido vencidos en las primarias. Pagó caro su error. El peronismo, que acompaña a los muertos hasta la puerta del cementerio pero no entra con ellos, lo dejó sólo en su intento suicida. El voto castigo, en última instancia, no fue contra el kirchnerismo como tal, sino contra la pedantería y la mezquindad constructiva del «Chivo». María Eugenia Bielsa tuvo una monumental elección. Ahora la conducción provincial del PJ quedó acéfala. No tardará mucho tiempo en aparecer un nuevo líder: «A rey muerto rey puesto».

El futuro político en la provincia

Un futuro de cambios y reacomodamientos se espera en la política santafesina. El ejectivo provincial y la oposición deberán ponerse sí o sí de acuerdo para reformar una Constitución obsoleta y anacrónica. No caben más excusas.

Bonfatti tendrá la posibilidad de terminar aquello no concluido en esta gestión. También tendrá una limitante: no podrá recurrir a la crítica de los 20 años de administraciones justicialistas para justificar eventuales falencias. Deberá conseguir una democrática articulación al interior de la coalición que encabeza, evitando colisionar con el radicalismo, desplazado a un segundo plano. El panorama nacional conspira contra esta estrategia, ya que ambos partidos compiten en armados diferentes. En este sentido, algunos rumores indican que Jorge Henn -flamante vicegobernador- podría transformarse en el Julio Cobos del Frente Progresista, impelido por la campaña presidencial alfonsinista.

El peronismo, por su parte, deberá adaptarse al rol de opositor, tarea compleja para un partido tradicionalmente exitista. Sólo mediante propuestas constructivas podrá mejorar su imagen en una provincia poco peronista.

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Antonio Abbatemarco

Director de Cuna de la Noticia